P R Ó L O G O

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PRÓLOGO

El bello canto de las aves hizo que abriese mis ojos. Lo primero que pude ver fue el cielo azul y árboles que se encuentran alrededor mío.

Enseguida me levanto para mirar por todos lados, ¿en dónde estaba?, ¿o al menos cómo fue que llegué aquí?

Al observarme a mí misma, pude ver el vestido de color violeta que traía puesto, y ni hablar de la suavidad de la tela, y mis zapatos que parecían estar hechos de cuero.

Comienzo a caminar, para ver si podía pedir ayuda. No entendí qué fue lo que me sucedió, lo único que sé es mi nombre: T/N.

A lo lejos, escucho el sonido del río y corro a esa dirección. Una sonrisa se plasma en mis labios al ver agua y comenzar a beberla; en verdad estaba sedienta. En ese momento, un ruido llama mi atención, había sido como un fuer golpe. Aquel sonido extraño se repite una, otra y otra vez. Quizás haya alguien allí.

No dudo dos veces en correr. Tardé unos cuantos minutos y no pude ocultar mi asombro al ver aquel fascinante cedro. Estaba tan asombrada por ver la enorme copa, que no me había percatado de que el ruido se detuvo. Y mientras más me acercaba, pude ver a una persona, que estaba sentada, posiblemente descansando. Pero en el momento que me mira, me quedo helada. Él por su parte se pone de pie para mirarme con rareza. El chico se acerca unos pocos centímetros y yo retrocedí.

—Señorita... ¿está pérdida?

—Bueno... yo... este... —aprieto mis labios, tratando de aguantarme los nervios —. Me llamo T/N. Y vengo de allá —señale la parte de donde había salido.

Él parpadea un par de veces y luego esboza una sonrisa.

—Ya veo... entonces usted es de Zakkaria. 

—No... Verás... No recuerdo de donde vengo, sólo sé que aparecí en medio de la nada en el bosque.

—Vaya, entonces eres una niña pérdida de Vector. Ya había oído de ustedes.

—¿Eh?

—Sí. Se dice que secuestra a gente y les arrebata sus recuerdos y por diversión los deja en el bosque. Hace mucho, una mujer mayor de mi aldea desapareció.

Sentí un poco de escalofríos.

—Vaya, eso suena... Bastante aterrador. Tal vez sea esa mi situación... O no sé. —Encogí mis hombros— ¿Sabes cuál es el pueblo cercano?

—Bueno, mi aldea no queda muy lejos, por lo cual si le explicas todo a la hermana Azariya, tal vez te den un hostal. Aunque dudo mucho que te dejen pasar, dado a que no estamos acostumbrados a recibir a extraños. Puede que te acompañe.

—Te lo agradecería mucho.

—Pero...

—¿Qué pasa?

—Por el momento no puedo, tengo mi deber sagrado y... Ahora estoy en mi descanso.

—Vaya, lo lamento.

Él ladea la cabeza.

—No se preocupe, señorita T/N. En cuatro horas acabo.

Tu melodía en mi corazón ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora