Chapter 12

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12. Amor
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Pov: T/N

Alice logró romper el sello, que era la barrera que todos los habitantes tenían (con excepción mía y de Kirito) para impedir que ellos se levanten en contra de la iglesia. Al final Kirito cargó a Alice hasta que llegamos al mirador. Él cayó rendido junto con la chica en lo que buscaba la espada de Eugeo para localizarlo; él jamás estaría sin su espada.

Miré de reojo a Alice apartarse de Kirito porque estaba lleno de sudor. Reí ante la cómica escena y luego ambos me miraron.

—Por cierto, ¿qué hay de su compañero?

—Te refieres a Eugeo.

—Sí. ¿Dónde está? Si se quedó en el jardín de las nubes ya debería estar con el comandante.

—Lo mismo había pensado —dije y avance hacia donde me decía y los dos me siguieron. Logramos bajar y sentí como el frío me golpeó de golpe —. Entonces esto lo hizo Eugeo... —murmure mientras intentaba encontrar a Eugeo, ¿en dónde se había metido?

Alice y Kirito iban atrás de mí murmurando hasta que vemos a alguien. Alice fue corriendo hacia él; se trataba del comandante Bercouli.

—Esa no es la técnica de Eugeo —dijo Kirito.

—Descuida, tengo entendido que el dignatario chudelkin tiene la capacidad de petrificar.

—¿Tanto control tienen los dignatarios?

Ella asiente.

El comandante parecía una estatua por su aspecto deduzco que tenía al menos unos cuarenta años. Ella lo abraza con fuerza y lágrimas. De pronto él abre sus ojos haciendo leves grietas en su cuerpo.

—No llores, arruinaras tu belleza.

Alice se seca las lágrimas.

Mi vista se fue hacia la espada azul que estaba dentro del hielo. Me acerqué para clavar mi espada y romperla para sacar la espada. En cuanto compartí miradas con Kirito él se quedó con los ojos muy abiertos y preocupado.

Luego mi vista viaja a la conversación que ella tenía con el comandante.

—Veo que pudiste romper el sello que yo nunca pude, algo que no pude hacer...—luego dirige su vista a Kirito y a mí—, su compañero se lo llevó el dignatario, vayan antes de que ese chico se pierda en el la laberinto de los recuerdos.

—Eugeo... —murmure.

Alice toma la fuerza suficiente para aguantar las lágrimas y seguir adelante.

—Andando...

—Espera, Alice... ¿Está bien que lo dejemos? —inquirió Kirito.

—No tenemos mucho tiempo, él estará bien.

Me acerqué a ella y posé su mano en su hombro, el cual estaba a la misma altura que el mío.

—Derrotaremos a la iglesia para proteger el Reino humano.


Tu melodía en mi corazón ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora