Capítulo XX

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Abrió lentamente sus ojos. El ruido de la alarma del despertador la comenzó a irritar. Presionó el botón sin ver, para darse la vuelta y querer descansar un rato más.

En la mañana había llegado a la casa de sus abuelos, arregló todo lo suyo, almorzó y decidió descansar un poco. Debían de ser las cuatro de la tarde, por lo que recordaba de haber puesto la alarma en su reloj.

Era el verano, estaba de vacaciones junto a su familia. Volvería con ellos y, para cuando comenzaran las clases, de nuevo a la casa de sus abuelos.

Su madre y hermano regresarían esa misma tarde, siendo que Kiran tenía pronto el cumpleaños de un amigo y su progenitora le habían cambiado las fechas de descanso.

Pensó de nuevo en la hora y la corroboró. Ya pasaban de las cuatro.

¿Y si iba hasta la playa?

Su cuerpo, de forma incosciente se había sentado y se preparaba para levantar. Estaba claro lo que haría.

Se colocó su vestido sobre su traje de baño, calzó sus sandalias y buscó su sombrero de playa. También su bolso de tela, para acabar cruzándoselo. Podría ir por unas caracolas.

¿Lo volvería a ver?

Esa pregunta la dejó pensativa, pensando en qué probabilidades tenía. Posó una mano sobre su collar con la caracola que tanto le hacía recordar a él.

Al salir de su cuarto, vio a su abuelo sentado frente al televisor que apenas se oía.

—Saldré a la playa.

—Está bien, princesa. ¿Quieres llevar algo para comer?— ofreció en un tono adormilado, habiéndose casi dormido tras ver un documental que pasaban.

—No, estoy bien. Si querés, puedo comprar algo para traer.

—No, no. Además, tu abuela dijo que quería preparar algo casero para esta noche.

—Bien. En un rato regreso— informó y se dirigió a la puerta.

—Si ves algún cangrejo, vuelve.

—Que gracioso que eres, abue— rodó los ojos con gracia, ya habiendo salido.

Logró oír como el mayor reía.

El camino fue tranquilo, más en horas de la siesta. Y en la playa apenas había gente. Los que habían, se amontonaban lejos del sitio en el que ella solía encontrarse con el hombre de cabellera rubia.

Pensó en ir a ese lugar al llegar, pero decidió dejarlo para último. Buscaría caracolas primero, se distraería mojando sus pies e ignoraría que existen crustáceos que la asusten.

Quitó sus sandalias para quedar parada sobre la arena, haciendo que el agua que subía, la mojara. Soltó un pesado suspiro, tratando de relajarse. Con los ojos cerrados, echó un poco hacia atrás su cabeza.

—Tengo tantas dudas al respecto...

Dijo al aire.

Movió uno de sus pies, salpicando agua como si la hubiese pateado. Dejó escapar una pequeña risa, para caminar a esa altura de la playa unos metros hasta hallar la primera caracola que llamara su atención.

 Dejó escapar una pequeña risa, para caminar a esa altura de la playa unos metros hasta hallar la primera caracola que llamara su atención

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Su bolsa de tela apenas estaba llena con menos de diez caracolas. Las dejaría por algún lado algunas que decidiera no llevarse consigo.

Desde hacia algunos minutos, se encontraba sentada en su sitio de encuentro secreto, mirando el mar mientras abrazaba sus piernas. Resultaba que allí no estaba, después de todo.

Se quitó el sombrero, dejándolo de una manera sobre el otro objeto que había llevado consigo, así no se volaba.

¿Cuánto tiempo se quedaría allí? ¿Cuánto más fingiría saber que en cualquier momento aparecería?

Quizás el temor de empezar de cero, como si él jamás hubiese existido, era lo que la aferraba a esperanzas débiles. No quería seguir pensando que tal vez en serio eran alusionaciones porque, al asistir a ayuda profesional, no le diagnosticaron nada ese último año en que tuvo a carne viva esa duda.

¿Y si algo le había sucedi...?

Algo llamó su atención. A metros, adentrándose en el mar, parecía que había una especie de vacío, donde el agua parecía no existir o alejarse. Lo que incluso más la inquietaba, era que aparentaba estar acercándose a la orilla.

Estaba a menos de cien metros, moviéndose lentamente hacia el sitio en el que _____ estaba.

Se levantó para tratar de apreciar aquello mejor, con cierto temor. Ya tenía sus cosas en mano, por si requería salir corriendo. Pero en un momento se quedó quieto.

El corazón de la muchacha latía muy rápido. Y de golpe, el mar se separó, dejando un camino de por medio.

Aquello ocasionó que retrocediera unos pasos, pero que sus ojos se abrieron de a par al notar que allí, en medio, estaba aquel hombre de cabellos rubios y ojos azules cuál mar que tanto había ocupado sus pensamientos.

—¿Qué... rayos...?

Dejó escapar y omitiendo cualquier grosería, ese murmuro, apreciando ese escenario que tan perpleja la dejaba. Único y nunca antes visto.

¡Que comience la cuenta regresiva! ¡Falta poco para el final! ¿Qué pasará?

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¡Que comience la cuenta regresiva! ¡Falta poco para el final! ¿Qué pasará?

¿Cómo están? :3

Besos ♥

VERANO |Poseidón y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora