Oía la voz de su abuelo de fondo, indicando que el almuerzo ya estaba listo.
Fue abriendo lentamente sus ojos, muy cansada. Apenas logró dormirse cuando comenzaba a amanecer. Lo anterior, la pasó dando vueltas en la cama, tratando de encontrar una respuesta adecuada para su situación.
No la halló.
Pasó su mano por su rostro, queriendo despertarse y así levantarse. Su mente era como si se hubiese reiniciado, siendo que no recordaba nada que tanto le preocupó el día anterior.
Se sentó, apreciando el ruido del mar. Entonces volvió a caer en cuenta. Su tranquilidad había durado un minuto.
Soltó un pesado suspiro. En dentro de unas horas, sería todo. Quizás trataría de hablar eso con él y tratar de saber qué sentía respecto a ella, sin importar las palabras de Proteus.
Trató de fingir estar calmada para lograr que así fuera realmente, y dirigirse a comer, a pesar del nudo que sentía en la garganta por los nervios.
Conversó con sus abuelos de cualquier cosa en la comida, intentando distraerse con trivialidades. No quería preocuparlos por algo que no comprenderían.
El día resultó estar nublado, y con probabilidades de lluvia. Fue lo último lo escucho camino a su cuarto, a vestirse, por parte de su abuela.
Faltaban alrededor de dos horas para el encuentro, por eso prefirió preparase tranquilamente. Incluso se metió a bañar, practicando alguna respuesta y tratando de imaginar su reacción.
Y, cuando ya vestía con un vestido playero, miró una de sus manos, sintiendo que algo faltaba. Fue cuando abrió sus ojos de a par, alzando la cabeza a ver a todos lados.
El anillo. ¿Dónde lo había dejado?
Trató de hacer memoria, hasta recordar que lo había tirado. ¿Pero a dónde?
Ahora así empezaba a desesperarse.
—No, no...
Se arrodilló a ver bajo su cama.
—Qué boba. Debí esconderlo bajo la almohada.
Regaño tras regaño para sí misma. Ni siquiera sabía la dirección para la que había caído. Se sentía acabada.
—Abuela— salió al pasillo, viendo como la anciana se diría a su cuarto a dormir la siesta.
—¿Qué pasa?— ladeó la cabeza, notando que estaba intranquila.
—¿Has ingresado a mi cuarto?
—No, cielo, no he ingresado— negó, lo cual más la desesperó a la joven.
—¿Y el abuelo?
—¿Que yo qué?
Se asomó por la habitación tras ver que algo parecía que se había perdido. Y en efecto.
—¿Has ingresado a mi cuarto?— reiteró la pregunta, y recibió otra negación.
Bien, sentía que el fin del mundo estaba cerca.
¿Cómo pudo perder un anillo que había hecho un dios, obsequio de otro dios y sumamente caro?
Siguió la búsqueda, sin notar que con todo eso, faltaba menos de una hora y descontando.
La lluvia había comenzado ligeramente.
Poseidón había llegado rato antes de lo acordado, en compañía de Proteus, que estaba parado detrás de él unos cuantos pasos. Aguardaba a que llegara. Incluso si lo hacía temprano.
En donde estaban, no estaba muy mojados por el agua que caía. Pero era algo que también ignoraban.
—¿Cómo se siente, mi señor?
A la pregunta del dios de bajo rango no hubo contestación alguna. Estaban claros los nervios de él, por más que no los demostrara en lo más mínimo en su cuerpo o rostro.
Más si _____ seguía sin aparecer.
Y así comenzaron a estirarse las horas, hasta que ya no sabía qué hora era. Peor si el cielo estaba nublado y la lluvia seguía.
Ya no había caso de seguir esperando. Giró sobre sus talones, para salir de allí. Estaba molesto, y podía notarse por el cambio en la agitación del mar.
Era mucho más brusco.
Proteus, por su parte, se quedó parado allí un rato más. Tenía la esperanza de que la joven llegara aunque a la persona a la que servía se hubiera retirado. Quería ver que, al menos, había hecho un esfuerzo en llegar.
¿Y si le había sucedido algo?
Habían miles de cosas que podrías suceder, tanto externas cómo internas en ella.
Dejó caer un poco sus hombros, acompañado de un suspiro. Se volteó para irse también.
Se detuvo un momento a ver atrás con lastima, pero tampoco habían señales de que fuera a aparecer en un pestañear. Ya era demasiado tarde.
O tal vez estaba aterrada por lo del día anterior, y decidió huir.
Regresó la vista al frente y siguió a Poseidón que perdió de vista hacia ya varios minutos.
Saludo real, saludo real... ¡Aquí está su reinita! *aparece después de dos semanas de intriga*
¡Falta muy poco para el final!
Besos ♥
*Ahora procede a desaparecer para seguir estudiando*
(Haré lo mejor que pueda para actualizar lo más pronto posible)
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VERANO |Poseidón y tú|
RandomEl día que se conocieron, él era un dios perfecto, y ella, una niña humana. Él iba por tranquilidad y ella por auxilio al momento en que sus vidas se cruzaron. Miles de pensamientos rondaban su cabeza, haciendo que se molestara y más con la presenci...