Capítulo II

7.9K 938 51
                                    

Bajó a la playa, mientras iba riéndose sola de la emoción. Ya un año desde que no estaba en aquel sitio.

Respiró hondo, cerrando sus ojos e inflando bien su pecho. Y dejó escapar todo por su boca, sonriendo. Se quitó sus sandalias de plástico, así meterlas dentro de la pequeña mochila que llevaba consigo.

Corrió hacia la orilla, quejándose del ardor que le causaba la arena. Se sentó hasta donde llegaba el agua para mojar sus quemados pies y colocarse de nuevo el calzado.

En aquella zona, habían varias familias. No superaban el número diez. Todos se divertían. Ahora, a ella, le tocaba ir a por el amigo que hizo el año anterior. Esperaba que si estuviese allí tal y como ella le indicó. Apenas recordaba. Incluso tenía los recuerdos distorsionados, haciendo que él hablara en ellos.

Esta vez, emprendió carrera a ese sitio que estaba bien alejado del área principal.

—¿Estás perdida, nena?

Preguntó una mujer que lucía un vestido playero, viéndola algo confundida junto al hombre que la acompañaba.

Tuvo que frenar para verlos unos segundos, regresando unos pasos a verlos y negar con la cabeza. Y retomó su paso.

—¿Acaso es seguro que dejen a sus hijos ir solos por ahí?

—No lo sé. Quizás sea de por aquí.

Cuando regresó a por dónde se había ido la niña, ya no la veía más.

_____, por su parte, pasó con cuidado entre las rocas para así llegar finalmente. Allí el ambiente era más fresco. Agradable a comparación del tiempo que hacía.

Caminó viendo a todos lados, tratando de ver si estaba por allí. Solo recordaba que su cabello era rubio. Lo único que lograba rescatar de forma segura.

Tomó entre sus manos el collar de caracola, que hizo su abuelo con una de las que ella halló por ahí la última vez que estuvo de vacaciones de verano. Gracias a ésta, recordaba constantemente que tenía que llegar a buscar a su amigo. ¿Impaciencia para que volviera a ir de viaje? Demasiada, y más siendo tan pequeña.

Dio un giro completo sobre sus talones. Ahora se cuestionaba si era cierto o no que le había dicho que fuera hasta allí. ¿O no se había especificado bien en fecha?

Ese tipo le había caído sumamente bien. ¿Por qué? No lo sabía en lo más mínimo. Además, quería comentarle todo lo que había pasado durante ese tiempo en que no se vieron. Había aprendido a leer, que lo tomaba como su gran logro del año. Y ansiaba contarlo.

Detrás de una roca, en lo alto, estaba Poseidón. De cualquier forma, había asistido. Pero no con el motivo de pasar un rato con la infante que seguía parada buscándolo.

Se notaba un claro signo de molestia en su rostro. ¿Por qué había ido hasta allí? Podía eliminarla de un mínimo movimiento y quitarse cualquier duda o preocupación que aquello le generara. Después de todo, no comprendía nada de sí mismo en esos momentos.

Era una simple basura humana, y para sumarle, pequeña.

—Amm... ¡Hola!

Al escucharla se terminó girando a verla, siendo que tenía su espalda apoyada contra la piedra que lo cubría. Muy apenas asomó su rostro. ¿Qué sucedía con ella?

—Mañana regresaré a esta hora. Si me escuchas o estás por ahí, espero que vengas— dijo, volviendo a sonreír para irse caminando de allí.

Sus ojos azules siguieron su figura hasta perderla de vista. Y volvió a apoyar su espalda contra la gran roca, cruzando sus brazos por sobre su pecho, bajando un poco su cabeza y cerrando los ojos.

Si quien estaba ahí escondido no fuera él, esa niña hubiera estado en graves problemas que jamás imaginaria. Se había arriesgado sin saberlo. Era una mocosa.

 Era una mocosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Hola!

De todos modos, había asistido.

Se hallaba sentado en la misma posición que aquella vez que lo conoció. Su vista estaba clavada en el frente, mostrando una ligera molestia consigo mismo por asistir y que ella lo supiera.

Oyó como sus pies corrían sobre la arena, tirando esta cada que avanzaba.

Una gran sonrisa surcara en el rostro de _____, que llegó a pararse a un costado de Poseidón que seguía sin verla ni por un segundo.

—¿Me recuerdas? ¡Soy _____!— exclamó emocionada.

Él no dijo ni hizo nada. Siguió quieto, como si fuera una estatua. Respiraba lentamente y daba pestañeos cada cierto tiempo. Esperaba que, por no responderle y seguir ignorándola, ella se marchara por aburrirse.

—¡Me hace feliz que estés aquí! ¿Sabes qué? Aprendí a leer— tomó asiento, quitándose su pequeño sombrero de playa y dejarlo a su alcance, cruzando sus piernas para estar cómoda.

Y comenzó a contarle varias cosas que había pasado. Así estuvo durante un buen rato. Ella hablando sin cansarse, y él ahí, bien quieto. Casi dos horas.

¿Qué había hecho para llegar a estar sometido bajo la voluntad de una pequeña basura humana insignificante?

¿Qué había hecho para llegar a estar sometido bajo la voluntad de una pequeña basura humana insignificante?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
VERANO |Poseidón y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora