—¿Estás bien, cariño?
Al escuchar a su madre, apartó unos segundos la mirada de la pantalla del televisor. Ladeó la cabeza, tratando de comprender a qué se refería.
—Has estado comportándote más adecuadamente desde que llegamos de la casa de los abuelos hace unas semanas...
—Ah...— dijo al entender, regresando a ver la animación que pasaban en esos momentos —Sí, estoy bien, mamá.
—Ya no saltas por todos lados, ni gritas...
—No sé— respondió al tiempo en que movía sus hombros, atenta a lo que hacían los personajes.
¿Ver televisión? También se trataba de algo nuevo, siendo que siempre estaba con alguno de sus juguetes para entretenerse. ¿Tan rápido estaba creciendo? ¿En qué momento había comenzado a suceder eso? Se preguntaba la mujer.
Aunque, ese cambio, sucedió de una manera demasiado abrupta. Un ingrediente faltaba en todo eso.
—Creo que tengo que ser ejemplo para mi hermano, así no es tan ruidoso.
A pesar de sus palabras, su progenitora se aproximó a _____, agachándose a su altura ya que la niña yacía sentada en el suelo, utilizando el sillón como respaldar.
—¿Sucedió algo cuando estábamos de vacaciones? ¿Los abuelos te dijeron algo? ¿Alguien?
Por momentos, volteó a verla para responderle.
—No, nada de eso. Tengo que comportarme bien, ¿no?— habló incrédula —Pero mira el lado bueno, mamá, te ayudo más.
La mujer dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, acortando la distancia para dejar un tierno beso en la frente de su hija. Acarició sus cabellos, se incorporó y marchó a otro lado de la casa.
Quedó observando el sitio por donde se había ido, para así, a los segundos, tomar su caracola entre una de sus manos. Bajó la mirada, pensando de inmediato en su amigo. No podía mencionarlo, era un secreto y no quería ser regañada. A nadie.
Tal vez, el reaccionar de ese día, se debió a que no había estado bien ese último tiempo. Todos podrías tener días buenos o malos cuando fuera que fuera. Y ese debió ser uno de esos para el hombre de cabellera rubia.
Lo que valía, es que cuando regresó, le preguntó si se iría a sentar ahí para acompañarlo.
Aquellos pensamientos la animaban. Y ahora no podía esperar pacientemente a volver a verlo. De cualquier modo, ese tipo le caía bien.
Sonrió, imaginando de qué sería la próxima conversación que tendrían cuando se reencontraran. Estaba claro que, para tales momento, ya no recordaría nada de eso y tendría muchos más temas de los que podía pensar en esos instantes.
Y volvió a ver la televisión.
Movió una de sus orejas, sintiendo un ligero cosquilleo en esa que le molestaba. Terminó pasando una mano por esa zona, tratando de calmarla.
En ningún momento desprendió la mirada de aquellas hojas que tenía en su mano restante. Tenían su tiempo, y pensaba que era momento de organizar todo de nuevo. Probablemente habían pasado quinientos años desde la última vez.
Cuando logró quitarse esa sensación, cambió la hoja así dejarla sobre el escritorio que tenía en frente. Al hacerlo, se llevó una sorpresa por la que le seguía. Era el dibujo que la niña humana le había hecho hacía un tiempo.
Lo más probable, era que la había guardado allí sin darse cuenta, porque luego no lo volvió a ver. Hasta ese entonces.
—Señor, ¿puedo ofrecerle algo de comer?
La pregunta de Proteus ocasionó que saliera de sus pensamientos.
—No hace falta.
Mal dibujado y mal pintado. Un año de eso. ¿Habría mejorado en esa habilidad o seguiría igual? Era pequeña, así que tenía años por delante.
Oyó como la puerta de esa habitación se cerraba, dándole a entender que el otro dios se había retirado. Aprovechó esa soledad para apartar aquel regalo con tranquilidad, así seguir viéndolo más tarde cuando acabara con todo eso primero.
Le parecía que apenas el día anterior la había visto por última vez, aunque para ella no resultaba así. Tenían distintas percepciones del tiempo claramente.
Antes de seguir alargando la espera, les dejo este capítulo. ¡Espero retomar muy pronto! Ahora más si ingresé en receso invernal jejj.
¿Cómo están? ¿Les gusta la historia?
Besos ♥
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VERANO |Poseidón y tú|
RandomEl día que se conocieron, él era un dios perfecto, y ella, una niña humana. Él iba por tranquilidad y ella por auxilio al momento en que sus vidas se cruzaron. Miles de pensamientos rondaban su cabeza, haciendo que se molestara y más con la presenci...