Phoebe es una joven de 14 años que gracias al fallecimiento de su madre tiene que vivir con su abuela materna en un pequeño pueblo de Oregón.
Su vida va a dar un giro de 180 grados cuando desgraciadamente su abuela fallece y tiene que irse a vivir...
No puedo creerlo, voy tarde a mi junta de negocios ¿La razón? Me quedé más de 20 minutos mirando el portón del internado. Había dejado a Phoebe esa mañana para que cumpliera su castigo de pasar el fin de semana de interna en su escuela. Era la primera vez desde que empezó a vivir conmigo que no duerme en casa, en su cama, conmigo cerca...
Intentaba despejar mis ideas y concentrarme, pero por más que intentaba enfocarme en la voz de aquel ejecutivo me era imposible, la imagen de mi pequeña encerrada dentro de aquellos muros no me lo permitía.
—¿Está de acuerdo con la planificación, señor Grey?— me saco de mis pensamiento aquel hombre de pequeños anteojos.
—Ah...¡Si, si! Prosiga— dije intentando disimular mi falta de atención.
¡Concéntrate Christian! Solo es un fin de semana.
(...)
—El penthouse se siente muy solo sin la señorita Phoebe ¿No lo cree?— volvió a sacarme de mis pensamientos Gail, la cocinera de la casa.
—Si...— suspiré —Creí que sería sencillo. Digo, casi siempre estoy solo, pero no paro de pensar en esa niña y en como me ha cambiado la vida.— le confesé.
—Es una gran niña, señor. Felicidades— dijo entregándome mi plato de ensalada.
—Las felicitaciones no deberían ser para mi, tristemente yo no la crié— le dije apagadamente, aunque la verdad duela, sigue siendo la realidad. —Yo no cumplí ese deber, que desde un inicio debió ser mío.
—Animo, señor— me animó la mujer. —Aun tiene la oportunidad de terminar ese deber.— dijo dándome una sonrisa sin dientes.
—Muchas gracias, Gail.
Terminé de cenar y me dirigí a mi habitación, tomé una ducha rápida, lave mis dientes y me coloqué mi ropa para dormir. Me recosté en mi cama, me cubrí con las sábanas color azul marino y encendí la televisión.
Presionaba consecutivamente el botón para cambiar de canal ya que ningún programa llamaba mi atención pero me detuve al escuchar pequeños aullidos y rasguños detrás de mi puerta, la abrí y el pequeño peludo entró lentamente a mi habitación con la cabeza agachada y sin menear la cola. No me moví simplemente observé las intenciones de cachorro, se sentó a un lado de mi cama para después deslizar sus patas delanteras hacia adelante hasta quedar recostado.
—Me había olvidado de tu existencia, perro— le dije para después volver a subir a la cama.
—¡Se llama Luke!— escuché la voz de Phoebe en mi cabeza.
—Luke...— corregí a lo que el perro me miró a lo mucho dos segundos y recostó su cabeza sobre sus patas.
Tomé mi teléfono de la mesita de noche y lo desbloquee, no sin antes sonreír con por mi fondo de pantalla.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
