50- MALDITA TOXICIDAD

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Llego a los límites del barrio en el que viven mis amigos, señalando casa por casa.

—Y acá vive una madre soltera, empresaria económica al mando de una oficina, ha sabido llevar sola a sus tres hijas— Concluyo con el porte serio.

Ya era hora de sacar a relucir mis dotes de política.

—¿Algo así es lo suficientemente llamativo para posicionar a Hewers más cerca del oro nacional?

Hablo y Leonel, el ex alcalde, me examina a mí y a todo a mi alrededor. Hemos venido caminando por todo el lugar. Estudié a fondo casa por casa, llegando a la conclusión de que ya este no podía considerarse un barrio de clase media, su evolución da para formar parte de la alta sociedad.

—Es...— Habla Leonel examinándolo y mantengo mi postura— Perfecto.

***

—Y al sopesar todas las posibilidades con la notable evolución, era obvio que ellos no eran una clase inferior.

Culmino. Era obvio que Leonel no era el único al que debía convencer, pero su voto ayuda considerablemente.

Todos se miran entre ellos sin saber qué decir, estoy de los nervios, pero no puedo evitar sorprenderme cuando papá se pone en pie y comienza a aplaudir.

Es el único que aplaude, y poco a poco el personal se va juntando hasta que los aplausos retumban en toda la oficina. No puedo evitar sonreír cuando todos comienzan a felicitarme.

—Esa es mi hija— Habla papá y se me inundan los ojos.

Mi papá orgulloso siempre será una de mis debilidades.

—Entonces, oficialmente podemos declarar la zona 274 como parte de la clase alta, ¿no?— Habla Alejandro y papá asiente.

Deja que mis amigas se enteren que pertenecen a la alta alcurnia, como tantas veces me llamaron a mí.

Rato más tarde estamos solos en la oficina papá y yo, listos para volver a casa.

—Tienes actitud de política —Habla papá posándose frente a mí— Creo que brindarías más en la publicidad que en la economía.

—Papá...— Trago grueso— En realidad yo... no quiero estudiar política.

Me mira sin expresión y me decido a continuar.

—Me gusta la psicología— Ignoro que eso me recuerda a Adrix— Y los libros, amo escribir, y a eso quiero dedicarme, a estudiar psicología y a publicar mis historias.

Respiro, creo que no lo había hecho desde que comencé a hablar. Papá me mira y no sé caracterizar la expresión que le pasa por el rostro, pero se suaviza cuando acuna mi rostro en una de sus manos.

—Sé que esta vida no es la que quieres— Dice— Por eso he estado hablando con tu madre, y... no es seguro, pero nos estamos planteando dejarle la alcaldía a tu tío Ángel y nosotros... irnos a la capital...

Sonrío, pero se me borra al instante.

Eso significaría que no más farsa, no más hipocresía, no más juntas, no más pantallas, pero a la vez...
Significa no más Danna, no más Monic, no más Harol, no más... Adrix...

—¿De qué depende?— Inquiero.

—En parte de la decisión que tomemos —Contesta— En parte de ti. ¿Quieres irte?

Me muerdo un cachete en el interior, pensando, irme lejos de él también me arreglaría muchos problemas.

—Te lo diré cuando acabe el verano— Digo justo antes de abrazarlo.

CAOS EMOCIONAL [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora