44- PERSONAL

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Atravieso el umbral de la puerta inhalando profundo. Obviando el que mi sistema necesita una dosis de algo ya.

—¿Cómo saliste enana?— La típica pregunta protagonizada nada más y nada menos que por Harol.

—¿Caminando, pues…?— Le digo con una sonrisa— Los 100 idiota— Le doy un puño en el brazo y me abraza revolviéndome el cabello.

Dejo de reír al sentir dos brazos pesados caer sobre mis hombros.

—¡Lori!—Habla Danna demasiado alto para la expresión de preocupación que tiene— ¿Qué tal…?

—¿Qué pasa?— Joder, aunque no quiera, mi mente automáticamente se maquina a que es algo que no me va a gustar, y relacionado con Adrix.

—Pfff— Me dedica una risa mal fingida haciendo el gesto de quitarle importancia con la mano— Nada…

—Pfff… Nada…— La imito con toda la hipocresía que puedo juntar— Es algo que no me va a gustar, ¿cierto?

—An…jap— Aprieta los labios como si no me quisiera decir, pero que es necesario decírmelo— De Adrix.

«Lo sabía»

Sonrío, que no se note que estoy mal.
Por más que no quiera, lo deduzco, ya sé lo que pasa. Y una parte de mí no quiere ni imaginarlo, pero otra necesita saberlo…

—¿Ya está con ella?— Trago grueso sintiendo los ojos vidriosos.

—Lo más probable— Responde con seriedad, esperando mi reacción.

Quiero aferrarme a ese mínimo de probabilidad de que esté equivocada, y mis ojos viajan directamente a donde se va cada que salimos… frente al salón de ella…

Y ahí está. A su lado. Sin contacto físico, pero ríe como nunca. Mike hace algún chiste que vuelven a reír, mientras Marina lo mira con la cara de pendeja que imagino que debo tener yo siempre.

Empuño las manos recordando la promesa que me hice…

«por más que me pese, si la elige a ella… a mí no se me acerca más»

Solo que nunca pensé que la elegiría a ella.
Sabía que me iba a arrepentir de prometer esto, pero es por mí…por mi paz y salud mental. «se acabó» ahora sí se acabó. Siento los brazos de Harol estrecharme contra su pecho en un abrazo fuerte, como si quisiera aliviar el dolor de mi pecho roto. Le empuño la camiseta sintiendo los ojos más vidriosos «aquí no» me digo.

—Oye enana— Acuna mi cara entre sus manos, mientras Danna me acaricia la espalda— ¿Y si te pones modo perra y en lugar de llorarlo, le das celos?

Sonrío mientras me limpia una lágrima que se había deslizado en mi mejilla izquierda.

—Dale, que te voy a dejar usarme— Abre los brazos estilo Titanic.

—Como siempre— Danna rueda los ojos burlándose y yo le pego en el brazo para que se calle.

Harol me pone la mano por encima de los hombros mientras lo abrazo por la cintura. Amo tener amigos con los que puedes tener la confianza del mundo sin confundir las cosas. Charlamos y reímos; de vez en cuando volteo a ver a Adrix, siempre se está riendo, ni me determina; no quiero descomponerme, pero juro que siento como me quiebro de a poco.

«Se acabó» me repito.
Suena el timbre y se dispersan, no puedo evitar rodar los ojos cuando veo a Marina despidiéndolo a lo lejos con una sonrisa.

—¿Nos vamos?— Pregunto al ver que casi es hora de almorzar.

—Vamos— Veo a Harol mirándome con una cara que no sé describir y…

—¡¡Harol!!— Chillo cuando me carga sobre uno de sus hombros— ¡¡Harol bájame ahora mismo!!

—Vamos a almorzar— Responde tranquilo mientras le golpeo la espalda.

—Yo puedo caminar como una persona normal— Le enseño el dedo corazón a Danna cuando la veo haciendo fotos.

Finalmente me baja al llegar al comedor.

—Gilipollas— Bufo cuando los profesores me empiezan a mirar raro.

—Si no te había notado, ahora sí se dio cuenta.

—Él y toda la escuela— Le golpeo el pecho— Pero te adoro— Sinceramente fue una buena idea.

Nos sentamos y seguimos charlando, la verdad, amo esa clase de amigos con los que olvidas los problemas y todo.

Volvemos a las habitaciones.
Me concentro en las palabras de Danna para no pensar, no quiero pensar en cierto caos emocional que me rompe por dentro.

—Y necesito ir viendo tu libro— Habla Danna —Ya sabes, para saber el material que vamos a brindar, ir teniendo una idea de la publicidad y eso.

—Aún no me decido a publicarlo —Me encojo de hombros —Es muy personal.

—¡Por eso! —Chilla— Será auténtico, y eso cautiva.

Podría cantar victoria, excepto por la puerta abierta y ciertos ojos cafés posados en mí, se acercan de a poco con Mike.

Ruedo los ojos concentrándome, «se acabó» me lo repetiré hasta que me convenza.

CAOS EMOCIONAL [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora