Epílogo

18 1 0
                                    

Meses después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Meses después...

—¡Denle la bienvenida al señor y la señora Peterson! —abrí la puerta del departamento. Ya era de madrugada, la fiesta de nuestra boda había terminado y se podría decir que Charlie y yo estábamos oficialmente casados.

Nos encontrábamos en un cuarto de hotel que prácticamente parecía un departamento, lo rentamos para pasar nuestra noche de bodas y vacaciones, decidimos hacer la ceremonia en Italia, de verdad extrañaba estar aquí. Qué mejor que hacerla en mi país natal y aparte en mi cumpleaños, sin duda el mejor regalo.

—Señora Peterson, por aquí por favor —Charlie tomó mi mano atrayéndome hacia él, pasó su brazo alrededor de mi cintura, sonreí intentando acortar la poca distancia que había en nuestras caras, pero me separé al instante.

—Espera... —me miró con extrañeza esperando que prosiguiera—, podrías cargarme y meterme a la habitación en tus brazos así como en las películas —soltó una risa mientras nos encaminamos de nuevo fuera del apartamento. Estando en la puerta pasó sus brazos por mi espalda y por mis piernas, elevándome—. ¡Denle la bienvenida al señ...! —no terminé la frase ya que en un intento de adentrarnos a la habitación mi cabeza chocó con el marco de la puerta.

—Lo siento —me bajó intentando ver mi cabeza para inspeccionar si me había lastimado. Reí agarrando su mano guiándolo dentro, no me había dolido ya que solo fue un pequeño golpe—. Bueno, lo intentamos.

—Me puedes ayudar a quitar mi vestido, me molesta.

—A mi también me molesta —me guiñó un ojo, para ser sincera no lo había dicho en doble sentido. Solté una risilla nerviosa dándome media vuelta. Al sentir la yema de sus dedos recorriendo de mi hombro hasta mi espalda, hizo que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.

Cuando aflojó los listones sentí que un peso se había ido de mí, solté un suspiro de alivio quitando por completo mi vestido, por debajo traía un top y un short por lo que no quedé desnuda. Le sonreí a mi esposo en cuanto me giré hacia él—Podríamos ir por los regalos a recepción antes de..., ya sabes... —él alzó las cejas acercándose a mí, esta vez sí lo dije en doble sentido.

—¿No pueden mandarlos? —me encogí de hombros. Agarré su saco por los bordes acortando aún más la distancia entre nosotros. Me quedé admirando su rostro y lo hermoso que se veía, sus ojos cafés con ese brillo tan característico que harían que cualquiera se pusieran a sus pies, los hoyuelos en sus mejillas que cada vez que sonreía se le notaban, su cabello que horas antes estaba arreglado se había despeinado y se veía tan bien.

Estampé mis labios con los de él, pero justamente alguien tocó la puerta interrumpiendo nuestro momento. Charlie soltó un quejido de frustración apartándose de mí para ir a abrir—Buenas noches, lamento la demora, aquí les traigo sus cosas —la chica encargada se adentro junto al carrito de equipaje que estaba lleno de regalos de nuestra boda.

Me recosté en la cama, tan pronto la empleada se retiró Charlie se tumbó a mi lado. Son casi las cuatro de la mañana, me sentía tan cansada, hoy había sido uno de los mejores días de mi vida. Mi pareja a un lado de mí, pasó su brazo alrededor de mi cintura para atraerme a él, dejé caer suavemente mi cabeza en su pecho cerrando los ojos—Quién diría que después de tantos años, estaríamos casados.

Escuché los latidos de su corazón, estaba muy tranquila, quería quedarme así para siempre. Sonreí pasando mi brazo alrededor de él también abrazándolo—Te amo, Charlie —sentí como besó mi cabeza de manera dulce.

—Yo también te amo, cariño —noté como se movió, al parecer se iba a levantar—. Voy a cambiarme, ya vengo —asentí cuando ya estaba en la orilla de la cama parado.

Me acomodé entre las almohadas quedando boca arriba, miré el techo blanco—Si escribiera un libro sobre nosotros, ¿cómo lo llamarías? —se escuchó como rió a lo lejos—. Quiero decir, tenemos una historia muy rara y cliché.

—Opino que si tendría que llevar la palabra 'cliché' en el título —dijo mientras se encaminaba de nuevo hasta la cama, también solté una risilla. Tomó mi mano haciendo que me enderezara, quedé sentada frente a él—. ¿Quieres venir conmigo a la terraza?

—Pero ha comenzado a llover.

—Sí, pero hace cuánto no te diviertes bajo la lluvia —sonreí a la vez que me levantaba, ambos íbamos de la mano directo al balcón. El sitio era espacioso, se podía observar la ciudad y los edificios, todo se veía muy bonito desde aquí. Miré a Charlie quien ya tenía los ojos puestos en mí.

—Tengo vértigo, aunque esto es precioso —las grandes gotas de la lluvia caían con fuerza sobre nosotros.

—¿Quieres ir fuera? En frente hay un parque —asentí.

Me sentía una niña pequeña cuando ya estábamos en el ascensor, veía entusiasmada como los números del elevador descendían y en cuanto las puertas se abrieron Charlie me sacó corriendo. La calle estaba desierta ya que eran altas horas de la madrugada.

Y así pasó nuestra noche de bodas, ambos jugamos como si fuéramos niños bajo la lluvia. Esta es la vida que yo me imaginé cuando era pequeña e incluso cuando crecí me veía junto a Charlie. Cada vez que lo miraba me preguntaba cómo es que había tenido tanta suerte para estar con alguien como él. Él es el amor de mi vida y el chico de mis sueños.

...

Al día siguiente los dos nos despertamos más tarde de lo habitual. Me estiré volteando hacia el lado de Charlie pero no estaba, fruncí el ceño levantándome, quedé sentada mirando a la nada esperando que se me quitara lo cansada—Hola bonita, ¿cómo despertaste?

—Aún me siento cansada, ¿tú? —sonrió caminando hasta mí mientras sostenía una caja.

—Descansé —se sentó a un lado dejando el recipiente sobre las colchas—. Recuerdas cuando dijiste que te daba miedo abrir el regalo de la tía Andrea —tenía expresión burlona.

—¿Abriste los regalos sin mí? —negó.

—Solo el que te daba miedo abrir —se encogió de hombros desviando la mirada—. Bueno, puedes ir deduciendo qué es —rio soltando alguna que otra carcajada, me mostró lo que había dentro. Abrí mis ojos e intenté reprimir la risa.

—¿En serio nos ha regalado un consolador? —Charlie lo sacó de la caja—. Quita eso de aquí —no podía parar de reír.

—Nos servirá en otro momento —lo guardó de nuevo. Le di un leve golpe en el hombro y entre risas me levanté de la cama—. ¿Quieres pedir algo para comer o hacemos?

—Hay que pedir algo —hoy tenía planeado hacer nada, quería quedarme en el sofá junto al hombre de mi sueños, abrazados, mientras vemos películas—. Ven, acompáñame —entrelacé su mano con la mía haciendo que se levantara de donde estaba sentado.

—¿Es una propuesta indecente? —Lo miré perversamente encogiéndome de hombros. Él sonrió mostrando su dentadura.

—Probablemente —llegué hasta el sillón y me dejé caer haciendo que Charlie también se sentara junto a mí—. ¿Quieres ver una película?

—¿La puedo elegir yo? —asentí. Eché para atrás mi espalda, los cojines estaban bastantes cómodos. Me estiré disfrutando el momento y después miré al chico a mi lado.

Si esto era lo que me deparaba para toda mi vida, realmente quiero quedarme aquí para siempre. El vínculo que teníamos Charlie y yo, ha sido muy especial desde el día que nos conocimos. De cierta manera, el destino nos tenía preparadas muchas cosas que nosotros no nos imaginábamos y agradezco ser feliz junto al hombre que amo, también poder iniciar una familia.

Dicen que las almas gemelas no muchas veces terminan juntas, o que tal vez nunca se llegan a conocer, pero mírame, soy tan afortunada por decir que yo estoy junto a él. Este no es el final de nuestra historia, más bien, apenas comienza, pero así es como llegamos a tener un amor cliché. 

Un amor cliché  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora