Íbamos a la mitad de la casa. A mi parecer todo esto parecía real, me daba miedo y casi se me salía el corazón cada vez que alguien nos asustaba. Han pasado solamente unos minutos del último susto, así que estaba intentando tranquilizarme—Me llamo Natalie —mi acompañante me miró con una sonrisa en su rostro.
—Linda chica y lindo nombre —desvié la mirada, intenté no ponerme roja ante su comentario. Este chico era un caballero total, es el hombre perfecto. Suspiré—. Mi nombre es David.
—Eres precioso... —le sonreí, hasta que me di cuenta de lo que había dicho—, tu nombre. Quiero decir... —carraspeé.
—Me caes muy bien —me dedicó una sonrisa al igual que yo. Era evidente que estaba coqueteando conmigo y es extraño, porque no me disgusta.
Él iba a abrir una puerta que estaba enfrente de nosotros, pero en eso esta se abrió sola, nos miramos con miedo—Tranquila, recuerda que estamos en una casa "Embrujada"—hizo comillas con los dedos. Entramos por la puerta que anteriormente se había abierto y se cerró de un portazo haciendo que pegáramos un brinco del susto. De un segundo para otro, el ambiente se tornó más frío de lo normal. Crucé los brazos sobre mi estómago descubierto, lamenté mucho haberme puesto esta blusa ombliguera ahora—¿Qué demonios? Hace mucho frío —se quejó. Yo no podía pronunciar ninguna palabra, estaba más que asustada, estaba a punto de darme un ataque al corazón, tal vez si acabaré en un hospital después de todo.
Las luces empezaron a parpadear, miré a mi alrededor desesperada, rezando al cielo para que no se apagaran por completo. Tragué saliva nerviosa, fue una mala idea entrar aquí. Si estas luces se apagan voy a morir, sin exagerar. Y como si el destino quisiera que en realidad estuviese muerta, la energía se fundió, dejando al cuarto a oscuras.
Mi corazón estaba a mil por hora, quería desmayarme. No sé a quién rayos le gustan este tipo de atracciones—¡¿David?! —intenté tocar su cuerpo que estaba antes a un lado de mí. Pero no, mi miedo se intensificó. Seguí palmeando el aire como si mi vida dependiera de ello, hasta que toqué su cuerpo y me lancé sobre él para darle un abrazo.
—¡Estoy por acá! —me avisó mi acompañante al otro lado de la habitación. Abrí mis ojos como platos, quité los brazos de aquel desconocido que estaba abrazando y grité a todo pulmón mientras caminaba hacia atrás. Caí de espaldas contra el suelo, está ardió al instante, ya que anteriormente había caído sobre esta en la piscina.
Los luces parpadearon de nuevo, frente a mí estaba una mujer vestida de blanco, con su cabellera negra echada en frente de su cara, no sé qué pasaba conmigo, pero estaba experimentado el terror que probablemente le platicaré a un psicólogo. Reuní todas mis fuerzas para levantarme y correr junto a David, pese a que mis piernas estaban temblorosas. Él abrió una puerta tan pronto llegué a su lado y salimos. Suspiré aliviada al saber que habíamos llegado al fin del recorrido de esa casa—Eso fue divertido.
Lo miré con rareza, para mí había sido lo contrario, no había disfrutado nada. —No —la frialdad de mi respuesta lo desconcertó. Me estaba poniendo de malas porque no había comido y mi estómago se empezaba a sentir vacío—. Tengo hambre —el chico asintió, afirmando que él también.
—Aquí dentro hay un restaurante —caminamos hasta llegar al centro del parque y señaló el lugar a donde quería ir—. Yo pago la comida —mis ojos brillaron, la comida lo es todo para mí. Obviamente negué y propuse poner la mitad, pero él insistía que lo pagaba. Llegamos al establecimiento, nos sentamos en una de las mesas para esperar a que alguien nos tomara el pedido—. Así que Natalie, cuéntame sobre ti, ¿qué te gusta hacer y que no?
—Bueno... —fui interrumpida por una de las empleadas del establecimiento.
—Bienvenidos, ¿qué desean ordenar? —observé al chico que estaba frente a mí.
—Sorpréndeme —si él iba a invitar, qué mejor que eligiera la comida también.
—Dos hamburguesas con papas y refresco de manzana —en realidad quería conocerlo. Podría ser guapo pero no sabía si lo era por dentro también.
—Sin pepinillos, odio los pepinillos —dijimos al mismo tiempo hacia la camarera. Ambos nos miramos divertidos, hasta que yo me perdí en sus hermosos ojos azules, tan penetrantes. Su cara perfectamente definida, su sonrisa que al hacerla se marcaban unos hoyuelos en sus dos mejillas. Su cejas arqueadas y su entrecejo fruncido. Parecía alguien pintado por los mismísimos dioses.
—En un momento —la chica me sacó de mi trance. Desvié la mirada, me sentía caliente de la cara, me había sonrojado.
...
Fue divertido, nos habíamos conocido mejor y compartimos muchas cosas en común. Estábamos saliendo del lugar más que satisfechos, ambos reíamos y nos dábamos leves empujones, bromeando. Puedo reproducir esta escena en cámara lenta y me moriría de risa una y otra vez; el pie de David se tropezó con una pequeña grieta e hizo que él cayera de rodillas—¡Ouch!, David, ¿Estás bien? —me encaminé hasta llegar frente a él, le tendí mi mano para ayudarlo a levantar.
—¡Dile que sí! —fruncí el entrecejo girando hacia el tipo que gritó, estaba sentado en la banca frente a nosotros. Eso captó la atención de varias personas y se unieron a él— ¡Dile que sí! ¡Dile que sí! —ni David, ni yo nos habíamos movido de la posición en la que estábamos. Pero si parecía que me quería proponer matrimonio, él estaba de rodillas mirándome, mientras sostenía mi mano.
—Diles que te caíste —le susurré burlona al chico que tomaba mi mano. Negó, se encogió de hombros sutilmente y después se levantó aún agarrando mi mano.
—¡Dijo que sí! —David se dirigió al público que se había juntado en un círculo alrededor de nosotros. Todos aplaudieron.
Reímos en cuanto todo el mundo se fue, hasta que la risa de Charlie se unió a nosotros, se aproximaba junto a su novia irritante—¿De verdad chicos?, los dejamos solos por una hora y ya se comprometieron —me sentía extrañamente feliz, este día había sido casi perfecto. Había conocido a un chico muy lindo, con un carisma y personalidad increíbles.
—Pido ser la madrina —mi sonrisa se desvaneció al escuchar la voz chillona de Gabriela. Volteé hacia ella rodando los ojos con todo el descaro del mundo. Vi de reojo como Charlie me miraba de mala manera.
—Natalie, ¿puedo hablar contigo? —sin esperar a que le contestara, Charlie me estiró de la mano para alejarme de los chicos—. No quiero que seas mala persona con Gabriela —levanté una ceja mirándolo incrédula. ¿Mala?,¿yo?
—No me cae bien —Charlie rodó los ojos y después frunció el entrecejo. No era mi culpa odiarla tanto, eso simplemente me nacía y tan solo recordar lo que hizo mi sangre hervía.
—Pareces una niña pequeña —crucé mis brazos. Sé que ella parecía ser una buena persona, pero no, esa chica era el diablo—. Ya basta Natalie, no te comportes como si estuviera en tu contra —él no tenía ni idea de cómo era ella en realidad. Si tan solo fuera fácil contarlo.
—No sabes, ella es una... —me interrumpió con las peores palabras que alguien a quien amas, te podría decir.
—Suficiente, será mejor que te alejes de nosotros, de mí. No quiero seguir escuchando tu odio hacia la chica que amo —estaba dolida, eso quemó mi alma como si estuviera prendida en fuego por dentro. Agaché la mirada para que él no pudiera ver que había comenzado a llorar. Él no comprendía mi odio hacia ella porque no sabía la verdad de Gabriela, pero no podía decirle. No me sentía lo suficientemente fuerte para contarle lo que sucedió en realidad aquel día. O él no estaba consciente de lo mala persona que es ella.
—Despídeme de David —giré sin mirarlo y me dirigí a la salida del parque. Caminé envuelta en un mar de lágrimas sin tomar importancia lo desastroso que probablemente se estaba viendo mi maquillaje. Eso fue suficiente para que mi día se arruinara.
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Un amor cliché [COMPLETA]
RomansaNatalie y Charlie han sido mejores amigos desde que eran unos adolescentes. Aunque hubo sentimientos el uno por el otro, jamás dejó que eso arruinara su amistad. Pero, ¿qué pasaría si esos sentimientos volvieran años después? ¿Sería extraño porque a...