Te quiero aquí conmigo

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—No puedo hacerlo —bajé mis hombros dándome por vencida, miré a Charlie

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—No puedo hacerlo —bajé mis hombros dándome por vencida, miré a Charlie. Él rodó los ojos tomando el micrófono para ponerlo en la mesa.

Mi mejor amigo, estaba poniendo en práctica mi "talento" para cantar, pero vamos, no puedo hacerlo sino me embriago. Aparte, es muy difícil, mi garganta duele—Natalie, solo haz esto... —iba a comenzar a cantar pero le quite el micrófono que había vuelto a agarrar. Me había puesto de malas tratando de cantar bien, lo único que quería era dormir.

—Sabes qué, no estoy de humor —apagué las luces y me guíe hasta la cama de Charlie. Habíamos venido a su casa, ya que él tenía todo el equipo necesario para poder practicar.

El chico soltó un suspiro, se recostó a mí lado y se giró para mirarme, hice lo mismo colocando mis manos entre mi cara y la cama—Natalie, tenemos que empezar ya, el concurso es dentro de un mes... —le tapé la boca con una de mis manos.

—Solo duerme —cerré los ojos alejando cualquier preocupación e intentando dormir.

—La canción que cantaremos, es una de Bruno Mars, locked out of heaven —abrí mis ojos de golpe. Él sabía perfectamente lo que había sucedido con esa canción y es muy incómodo para los dos volverla a escuchar, al menos eso era lo que creía.

—No, cualquiera menos esa —él hizo una mueca.

—¿Por qué no? —negué enderezado mi cuerpo de nuevo sobre la cama. Era obvio que sólo fingía no saber, quiero decir eso no se olvida.

—Charlie... —di un suspiro fuerte para poder continuar—, ese día entré a tu habitación y una chica desconocida te estaba dando una mamada con esa canción de fondo —solté una risa recordando aquel momento—. Estuve a nada de unirme a ustedes.

Él se enderezó quedando frente a mí—¿De verdad? —asentí encogiendo mis hombros.

El celular de Charlie vibró alertando un mensaje, él rápidamente lo desbloqueó y rodó los ojos—¿Qué? —pregunté divertida.

—Gabriela —hice el mismo gesto que él había hecho antes—, ella me fastidia. La semana pasada que te dije que había vuelto con ella, es porque no dejaba de rogarme, creí que así me iba a dejar en paz pero no. Incluso, le dije que la engañaba contigo y ahora no me creyó —solté una carcajada, mírenlo, por fin se dio cuenta la clase de persona que es Gabriela—. ¡Oh no! Dice que está afuera de la casa. Mi papá le abrió, no, no no.

—Espera, le dijiste que la engañas conmigo —asintió confundido. Lo empujé por los hombros para que se recostara y me subí sobre él.

—Santa mier... —unos pasos en el pasillo lo interrumpieron.

—Rápido, pon tus manos en mi trasero —sin dudarlo dos veces lo hizo. La puerta se abrió dejándonos ver la cara confundida de Gabriela—. Puedes cerrar la puerta, todavía no terminamos —ella abrió la boca mientras fruncía su entrecejo. Soltó un gruñido agudo y salió azotando la puerta. Cuando hubo silencio otra vez miré a Charlie y soltamos varias risas.

Un amor cliché  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora