Parte 2: ¿Coincidencias?

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Cuando bajó la mirada, Spencer se encontró con unos ojos color miel que lo miraron intensamente. Luego de un momento contemplándolos, expandió su mirada y distinguió la cara de una muchacha joven, unos 30 centímetros más bajita que él, de tez pálida y cabello largo y castaño. No tenía la belleza exagerada de una supermodelo, pero hubo algo en ella que llamó su atención y le pareció lindo. Estaba vestida con lo que parecía ser un uniforme escolar, pero estilizado: una camisa negra con una corbata roja oscura, una falda plisada con diseño de cuadrille, y largos calcetines negros que superaban la altura de sus rodillas. Se veía joven, pero no lo suficiente como para estar asistiendo a la preparatoria aún, así que asumió que se vestiría así por una cuestión de moda. Volvió nuevamente su mirada a su rostro, y se encontró con una expresión tan sorprendida como debía ser la suya, por lo que Spencer podía intuir que no había sido el único despistado que no se había percatado de la presencia de otra persona tan cerca. El pequeño análisis del perfilador duró apenas unos milisegundos. Pasado ese pequeño lapso, se dio cuenta de que sus dedos seguían tocando a los de la muchacha. Avergonzado, retiró su mano rápidamente y se disculpó:

- Lo- Lo lamento mucho, estaba distraído y no te vi. - dijo torpemente.

La chica, que parecía haberse dado cuenta del tacto al mismo tiempo que él, pues retiró la mano igualmente avergonzada y a la misma velocidad, a la vez que desvió un poco la mirada.

- No, yo lo siento, de verdad. También estaba distraída y no te había visto... Si quieres ese libro tómalo, no te preocupes, yo lo leeré otro día. - ofreció a modo de disculpa. Spencer se sintió algo mal por ello y contestó:

- Oh, no, no te preocupes, no pasa nada, tómalo tú. De todas formas, ya leí ese libro - dijo tratando de restarle importancia al asunto, y lo cierto era que sí, ya lo había leído, 3 veces de hecho.

- Vaya... Bueno, la cosas es que yo también - rió ella. - supongo que no podemos usar ese criterio para decidir quién se lo queda entonces. - dijo con una sonrisa.

- Supongo que no... - balbuceó él, embelesado por la sonrisa que acababa de recibir. - ¿Estudias filosofía?

- Oh no, simplemente es una especie de hobby. Me entretienen este tipo de libros... Generalmente la gente no le da demasiadas vueltas a estas cosas... Las personas suelen vivir su vida sin preocuparse demasiado por cuestiones como "de dónde venimos", "a dónde vamos", "qué hacemos aquí" o "cuál es el sentido de nuestra existencia"... Pero, ¿sabes? A mí me vuelven bastante loca estos temas, y me gusta mucho enterarme de qué es lo que muchos pensadores en la historia han reflexionado al respecto... - contestó, haciendo una pequeña pausa, para luego abrir los ojos sorprendida por la declaración que acababa de hacer y agregar - Lo siento, me hiciste una pregunta simple y contesté con un testamento, suelo divagar mucho, no me prestes atención. - dijo, nuevamente avergonzada.

Spencer, por su parte, había quedado maravillado.

- No te preocupes, creo que tienes razón. Además, yo me siento así también, por algo íbamos a tomar el mismo libro - rió despreocupadamente por primera vez en el día - Es interesante cómo vivimos en un mundo y una época que parece tener las respuestas para todo desde la ciencia, pero que carece de las respuestas a las preguntas más elementales. - reflexionó él, a lo que los ojos de la desconocida se iluminaron.

- ¡Sí! ¡Exactamente! Eso es algo que siempre me ha causado curiosidad. - exclamó ella.

De pronto, un "shhhh" se escuchó desde la otra punta de la biblioteca. Era la bibliotecaria, que les pedía silencio, puesto que poco a poco el tono de la conversación había ido subiendo.
Avergonzada, la muchacha, volvió a desviar la mirada. A Spencer, por su parte, este gesto le pareció sumamente tierno. Entonces, se le ocurrió una idea:

Miedo (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora