Miedo (Spencer Reid)

Parte 8: Miedo

"Juguemos verdad o reto"

Fue entonces cuando Annie y Spencer volvieron a cruzar miradas, entendiendo que estaban jodidos.

Era obvio para ambos qué clase de preguntas o retos intentaría proponer el resto, por lo que no pudieron hacer otra cosa que tensarse casi inmediatamente tras a haber escuchado la idea.
Reid, aún sabiendo que sería inútil, intentó evitar el juego argumentando que, en realidad, Annie había ido allí para que la ayudara con su proyecto y, ya que habían terminado de comer, deberían ponerse a ello antes de que se hiciera muy tarde. Sin embargo, este intento de evitar el juego solo empeoró la situación, puesto que teniendo como obstáculo la negativa del genio, el resto del grupo (principalmente Morgan y García, influenciados por el alcohol) buscaron con la mirada aprobación en la joven que lo acompañaba.
Al sentir que sería de mala educación negarse, Annie no tuvo más remedio que asentir y mirar a Spencer algo resignada, para posteriormente asegurarle que la noche aún era joven y que podrían trabajar en el juego de mesa más tarde.

En cuestión de dos minutos, se levantaron todos los platos y restos de comida de la mesa, y se dispuso una botella vacía en posición horizontal con el objetivo de determinar los turnos en que serían hechas las preguntas y los retos. Dado que era la invitada, Annie fue designada para comenzar el juego, por lo que con timidez dirigió su mano hacia la botella y la hizo girar suavemente. Después de apenas unas tres vueltas, como si fuera el destino, la botella se detuvo apuntando a su profesor favorito, quien se acomodó nerviosamente en su silla, tratando de decidir qué opción era más conveniente elegir.

- ¿Verdad o reto? - preguntó ella con una pequeña sonrisa, mirándolo de costado. 

- Verdad - contestó él luego de un par de segundos de reflexión, decidido a hacer todo lo posible para evitar decir algo vergonzoso delante de ella. 

Por ridículo que pareciera, de todas formas, la más nerviosa en esa situación era de hecho la encargada de hacer la pregunta, que era bastante mala jugando a este tipo de juegos. Annie giró completamente la cabeza hacia su interlocutor y observó sus profundos ojos color avellana, haciendo su mayor esfuerzo por no perderse en ellos. Dos semanas. Dos semanas de conocerse era todo lo que había hecho falta para que ellos dos se entendieran perfectamente, para que conocieran y congeniaran con los gustos y hobbies del otro, para que se dieran cuenta perfectamente qué tipo de comentarios los hacían reír, y el punto justo en qué les gustaba el café. Por eso mismo, hacer preguntas tontas y superficiales como "¿cuál es tu color favorito?", dado que ya sabía la respuesta: Morado, recordó. Por otro lado, tampoco quería incomodarlo o hacerlo pasar vergüenza delante de sus amigos, por lo que todas las preguntas posibles y a la vez ninguna de ellas venía a su mente ahora mismo. Sin embargo, había algo en él, en su mirada, concretamente, que todavía no podía descifrar. Un destello particular en sus ojos que brillaba y se apagaba continuamente, y que había visto particularmente ese día por la mañana. ¿Qué era eso? ¿Tristeza? ¿Ira? O quizá...

- ¿Qué es aquello de lo que te arrepientes? - terminó por susurrar, sin darse cuenta de que en realidad había hablado en voz alta, y no solo dentro de sus propios pensamientos. Pero era tarde, porque tanto Spencer como sus amigos habían escuchado ya la pregunta. El aludido, por su parte, se sintió algo condenado con esta última, y bajó un poco la mirada, para ocultar la tristeza que había aparecido en ella. La muchacha se arrepintió inmediatamente, pues lo que menos quería era lastimarlo, pero ya no había nada que hacer, más que controlar su gran bocota la próxima vez y disculparse con Spencer. Estuvo a punto de pedirle perdón y decirle que elegiría otra pregunta, que simplemente había hablado sin pensar, cuando escuchó la respuesta salir de su boca.