Luego de un año de la muerte de Maeve, Spencer conoce a alguien especial en la biblioteca, con ojos y palabras cautivadoras. La química surge de inmediato pero, ¿podrá el joven genio superar sus miedos y traumas del pasado para volver a enamorarse?
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Terminó de cerrar la puerta del apartamento, con una sonrisa todavía en los labios. No entendía muy bien qué había pasado hoy, cosa extraña en él, pero lo había disfrutado. Solía pasar mucho tiempo con sus amigos, y realmente los quería como su verdadera familia pero, ¿cómo explicarlo? Nunca se había sentido realmente tan comprendido y cómodo con una persona, nunca tanto como para desear que el camino a casa se extendiera inexplicablemente un par de kilómetros, para seguir caminando a su lado. Sacudió la cabeza y se sentó en el sillón. Sacó su celular, al que no había prestado atención en todo el día. Había un par de mensajes de Morgan, uno con una carita echándose la mano a la cara, en señal de decepción a su decisión de ir a la biblioteca, y otro avisándole que parecía que este sería uno de los casos largos, y que probablemente les tomara varios días regresar. "Dice Hotch que te quedes en Cuántico y que te tomes unas pequeñas vacaciones, que si te necesitamos te avisamos" finalizaba el mensaje. Suspiró. ¿Tan mal se veía en la mañana? Iba a dejar el celular en la mesa para ir a darse una ducha, cuando escuchó que llegaba un nuevo mensaje. Si vuelve a decirme que salga a un bar lo mando a la mierda, pensaba, nuevamente molesto por la sobre protección de sus compañeros, al tiempo que volvía a mirar el teléfono y su mirada se ablandaba. "La existencia es anterior a la esencia, y gobierna sobre ella", decía. Spencer sonrió, pues distinguió inmediatamente al autor de la cita: Sartre, y, por consiguiente, a la autora del mensaje: Annie. De alguna manera, cada vez que estoy de mal humor, me haces sentir mejor -pensaba- y eso que solo te conozco desde hace unas horas. Antes de ir a ducharse, decidió responder con otra cita del autor: "La conciencia siempre puede trascender al existente, no hacia su ser, sino hacia el sentido de este ser".
El resto de la tarde transcurrió con tranquilidad. Spencer y Annie mensajearon por un par de horas más antes de que ella anunciara que estaba algo cansada, pues había llegado a la ciudad apenas el día anterior por la tarde, y entre desempacar y su pequeña aventura a la biblioteca para salir a conocer la ciudad, no había dormido mucho. Spencer entonces le deseó buenas noches y él mismo se dispuso también a descansar.
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A la mañana siguiente, ella caminaba inquieta por su habitación. ¿Debería hacerlo? ¿No era demasiado descarado por su parte? ¿Qué pensaría él? ¿La haría ver como una aprovechada? Realmente no quería caerle mal, pero, él se ofreció, al fin y al cabo... Caminó nuevamente hasta el refrigerador por enésima vez en la mañana. Vacío. Luego de un suspiro, que fue acallado por el gruñir de su estómago, se decidió. Salió del departamento, no sin antes asegurarse de que estuviera mínimamente presentable.
Llegar hasta la puerta por la que Spencer había entrado ayer no le tomó más que diez pasos. Realmente estaban tan cerca el uno del otro... Es casi como si hubiéramos dormido juntos - Se cruzó por su cabeza, a la vez que se ruborizaba por tener un pensamiento tan tonto. No es que fuera precisamente una niña inocente, ni siquiera era virgen, pero de alguna forma, estas cosas simplemente podían con ella, y no sabía si llegaría el día en que podría pensar en ello sin ponerse nerviosa al mismo tiempo.
