Miedo (Spencer Reid)

Parte 10

¡Holi! Aquí el nuevo capítulo.
Lo sé, lo sé, pasó mucho tiempo.
Soy conciente.

Pero, ¿saben? Consecuencias de escribir a la par de ir a la universidad, aprender 2 idiomas y preparar un plan de investigación para una beca, todo al mismo tiempo.

Pero bueno, disfruten 😅☺️

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Suaves rayos de una cálida luz entraban por ventana entreabierta y llegaban a los párpados cerrados de Spencer, que yacía plácidamente recostado en el sofá de la sala de estar. Sin embargo, esta luz no lograba despertalo del todo. O más bien, él no deseaba despertar. ¿Hacía cuánto tiempo no lograba descansar de forma tan relajada? Su ágil mente, que aunque pareciera increíble también podía cansarse, decidió alargar el letargo, ignorando descaradamente el hecho de que ya era de día. 

No obstante, el destino parecía obstinado en hacerlo despertar, pues llegaban a sus oídos fuertes sonidos de metal a unos, ¿qué? ¿5 o 6 metros de distancia? Calculó medio dormido. 

Desganadamente, comenzó a abrir los ojos y enderezarse sobre el sofá, tratando de recordar. ¿Dónde estaba? Se preguntaba mientras examinaba con la vista el lugar que, evidentemente, no era su departamento, pero se asemejaba en estructura. Recorrió el salón con la mirada hasta que se topó con una mochila gris en el sillón pequeño de al lado, llena de pines coloridos con personajes que recordaba haber visto en el fondo de pantalla del celular de Annie, así como en su computadora. 

¡Eso era! Estaba en el departamento de Annie. Entonces, recordó cómo la noche anterior, luego de volver de lo de Rossi, él se había quedado con ella, para tranquilizarla luego de la pesadilla que había vivido a causa de la intromisión de los ladrones en la mansión. ¿Cómo podían tener tanta mala suerte? Y justo cuando estaba a punto de... Spencer se ruborizó un poco al recordarlo, para luego darse también cuenta de que había dormido con ella. No es que haya querido aprovecharse de la situación, pero debido a lo que había pasado, ambos se encontraban mentalmente muy cansados, y simplemente se quedaron dormidos. 

Pero, ¿en dónde estaba ella ahora?

Spencer se levantó del sofá con algo de dificultad, tratando de despertar sus piernas, aún entumecidas, y caminó hacia la habitación contigua, de donde parecía salir un atrayente aroma. a vainilla. Tocó la puerta, pero no hubo respuesta. "¿Annie?", preguntó. Nada. Ni una palabra. Aun así, los sonidos metálicos y los pasos continuaban, al mismo tiempo que una suave vocecita que canturreaba, suavemente, una canción en otro idioma. Al reconocer la voz como la de su "solo amiga", Spencer se decidió a pasar, abriendo suavemente la puerta. 

Al entrar en la habitación que reconoció como una pequeña cocina, encontró a la muchacha en cuclillas frente al horno, de espaldas a él, vestida con ropa holgada que seguramente se habría puesto en la mañana. Él la observó por un momento, sin poder evitar pensar en lo bonita que se veía incluso en ropas de entre casa. Subió lentamente con la mirada desde los pies, vestidos cómodamente con unas pantuflas rosadas, algo infantiles, hasta amplia sudadera blanca que llevaba puesta, que dejaba todo el trabajo de descifrar cómo sería lo que habría debajo a la imaginación. Sintiéndose un poco culpable por los pensamientos que su inconsciente se esforzaba por negar, Spencer levantó la vista hacia la cabeza de la chica para encontrarse con unos grandes auriculares negros que cubrían sus oídos, motivo, indudablemente, de que ella no lo escuchara momentos atrás. 

Sin saber muy bien cómo hacerle notar su presencia sin provocarle un sobresalto, comenzó a acercarse, lentamente. Sin embargo, cualquier intento por no sorprenderla hubiera sido en vano. En efecto, la joven, luego de levantarse, se dio la vuelta y, al encontrarse frente a frente con la cara Spencer sin esperarlo, soltó un grito y dejó la placa que metálica que llevaba en sus manos, al mismo tiempo que los auriculares caían sobre sus hombros, debido al salto que dio.