Parte 15

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Luego de haber cumplido con mi cuota mensual de tortura a lectores, aquí les traigo el siguiente capítulo (?)

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No me odien c':

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El abrazo, que se había prolongado más de lo que ambos esperaban, pero no tanto como hubieran deseado, tuvo que romperse al fin, ya que un olor a quemado comenzaba a salir del horno.

— Oh por dios, soy una estúpida. ¡No puedo creer que me olvidé de la comida! - exclamó ella, sobresaltada, mientras se levantaba y dirigía sus pasos hacia la cocina — Oh no... Vaya... No creo que podamos comer esto. Espera, prepararé otra cosa. — concluyó avergonzada.

— Annie, tranquila, está bien. — La consoló Spencer. — Pediremos algo por delivery.

— Pero... — comenzó a protestar ella.

— Nada de peros, no estás bien como para cocinar. Necesitas calmarte y relajarte un poco. Simplemente apaga el horno y pidamos algo. Podemos ver una película o seguir mirando la serie que me mostraste el otro día, ¿qué te parece?

— Hmmmm — se quejó la chica, haciendo un puchero algo infantil. — De acuerdo... — Dijo finalmente, apagando el aparato. — Deja que te alcance las muletas.

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A la mañana siguiente, por segunda vez, ambos despertaron abrazados. Sin embargo, en esta ocasión, no habían dormido juntos por accidente. La noche anterior, luego de comer y apagar la televisión alrededor de la una de la madrugada, permanecieron sentados, inmóviles, sin saber bien cómo decir lo que querían decir. Y es que era tan difícil ponerlo en palabras, a pesar de que la gran intuición de ambos les decía que el otro quería exactamente lo mismo. ¿Sería la falta de experiencia? ¿O quizá el miedo a arruinar algo que se había vuelto muy importante para ellos en cuestión de días? ¿Y simplemente estaban equivocados y hacían el ridículo?

Una excusa... Una excusa... Pensaban. Eso era lo único que necesitaban. O quizá era valor, pero en cualquier caso, vendría funcionando para lo mismo, ¿no?

La primera en hablar lo hizo con un hilo de voz.

— Sé que estamos a un apartamento de distancia pero... Quizá necesites algo en la noche... Si quieres puedo dormir en el sofá. - Se atrevió a decir, sintiéndose una intrusa. ¿Por qué fue tan fácil decirle que me quedaría a cuidarlo, y ahora ni siquiera puedo proponer la idea de quedarme aquí? Se preguntaba ella.

Spencer, por su parte, simplemente tartamudeó:

— N-no, no es necesario que... — comenzó a decir, sin saber cómo continuar para que ella lo malinterpretara. Pero fue tarde.

— Oh, lo siento. Tienes razón. Es una tontería. ¿Pero qué ideas propongo? Debe ser muy incómodo para tí que me quede aquí. Lo siento... Volveré temprano en la mañana por si necesitas algo, y puedes llamarme por teléfono ante cualquier eventualidad. No es necesario que me quede. — dijo en un arrebato de nerviosismo, tan rápidamente que el genio no tuvo tiempo para procesarlo, y mucho menos para elaborar una respuesta.
Para cuándo levantó la vista, ella se encontraba cerrando la puerta, y él preguntándose si realmente estaba escuchándola correr del otro lado, o si solo era su imaginación.

Soy un imbécil, pensó. Entonces, tomó sus muletas y con paso lento pero decidido, se dirigió hacia el apartamento de Annie. Cuando llegó allí, se detuvo un momento antes de tocar la puerta, pensando bien en lo que iba a decir. Apoyó firmemente su brazo izquierdo en una de las muletas, y levantó la otra mano. Tocó la puerta y casi pudo escuchar el sobresalto del otro lado.

Miedo (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora