Parte 4: ¡Sólo somos amigos!

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¡Hola! Este capítulo será un poco más cortito que los otros, ya que comenzó siendo uno solo, que se me alargó y tuve que partir en 2. Por eso, no tardaré demasiado en subir la siguiente parte. Quizá en un par de días ya la suba. Espero que disfruten este cap!

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Annie caminó desinteresadamente por los pasillos de la universidad, buscando el aula en la que le tocaba su primera clase. Dado que la carrera universitaria en la que se había graduado era relativamente general, abarcando tanto el área de lingüística (su verdadera pasión) como la de literatura (a la que consideraba más bien un hobby), Anabela López se decidió por hacer un par de seminarios más sobre lingüística, para recuperar y profundizar los conceptos que había estudiado con anterioridad. Por ese motivo, había elegido comenzar el semestre con un seminario de lingüística cognitiva, un área interdisciplinaria entre la lingüística y la psicología.

Si bien es cierto que venía pensando en qué asignaturas tomaría en su primer periodo desde antes de llegar, era innegable que su encuentro con Spencer y sus charlas sobre psicología (entre otras decenas de temas) la habían hecho interesar mucho más por esta área, en especial por su posibilidad de aplicarla al machine learning, y claro, si puedo usarlo como excusa para hablar con ese sexy genio, no estaría de más... pensó. 

Ella sacudió su cabeza, y se reprendió a sí misma por no poder para de pensar en él. Tengo que sacármelo de la mente, al menos durante las horas de clase...Se dijo.

Por fin, luego de varios minutos de búsqueda, debido a su pésima orientación espacial, encontró el salón de clases. Bajó la mirada y revisó el reloj en su muñeca: así y todo, diez minutos antes. Perfecto. Con una sonrisa satisfecha, entró al salón sin prestar mucha atención a su alrededor, mirando al suelo mientras caminaba. Esta forma de moverse no era, de hecho, algo extraño en ella, sino más bien un hábito, y había dos motivos. El primero es que si había algo peor que su inteligencia espacial, era su inteligencia motora: tropezar con el aire era, efectivamente, algo que solía pasarle, por lo que debía prestar especial atención mientras se movía. La segunda razón era, en realidad, su baja autoestima. No es que se considerara una estúpida o una ignorante, pero sus inseguridades solían aflorar con bastante facilidad, debido a la increíble autoexigencia que ponía sobre sus hombros cada día. No era suficiente, nunca. Ese era quizá su mayor defecto, y lo sabía. Por estos dos motivos, no registró el hecho de que había sido la primera en llegar al salón de clases, luego del profesor, a quien tampoco le vio la cara hasta que se sentó en un asiento, sacó tranquilamente sus cosas, y finalmente levantó la vista, solo para encontrarse con la cara de Spencer que la miraba atónito.

Uno, dos, o quizá tres segundos pasaron hasta que ella reaccionó, abriendo su boca y sus ojos como platos, al igual que los de él. Luego de eso, y como si el destino acabara de jugarles una gran broma, ambos rieron a carcajadas.

- ¿No dijo que trabajaba para el FBI, doctor? ¿Será que acaso está siguiéndome? - dijo Annie bromeando y fingiendo preocupación, pues un par de días juntos le habían alcanzado para comenzar a abandonar su timidez frente a él.

- Muy graciosa. - rio Spencer - Suelo dictar seminarios en mis tiempos libres, y lo hago desde hace años. De hecho, es más probable que seas tú la acosadora... Quizá debería pedirle a la técnica informática de mi equipo que te investigue... - dijo él, con una sonrisa en los labios. Esa sonrisa... Pasaba por la mente de la joven, que hizo un esfuerzo enorme por no morder su labio inferior.

- Bueno, podrías hacerlo, si es que quieres enterarte de mis más oscuros secretos

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- Bueno, podrías hacerlo, si es que quieres enterarte de mis más oscuros secretos... profesor - respondió ella, también con una sonrisa, entre desafiante y juguetona, y mientras apoyaba los codos en la mesa y su mentón entre sus manos, como retándolo. Esta era realmente la primera vez que ella se comportaba así frente a él, pero sentía que a medida que ganara más y más confianza, sería inevitable que le mostrara su verdadero yo, que podía llegar a ser bastante juguetón y bromista. En tanto no salga corriendo cuando vea mi colección de más de 500 memes, estaremos bien, se dijo a sí misma.

El genio, por su parte, estaba encantado con esta nueva faceta que veía de Annie, y sin ser consciente de ello realmente, estaba deseoso de descubrir más. Sin embargo, pronto comenzaron a entrar al aula otros estudiantes, por lo que ambos tuvieron que abandonar su pequeño juego de miradas y fingir que nada había pasado, para no levantar sospechas.

Luego de la clase, ella comenzó a guardar sus cosas considerablemente más lento que los demás, y llegó a fingir que leía algo en su tablet para hacer tiempo, hasta que finalmente, el resto de estudiantes se retiraron. Intentando no parecer demasiado ansiosa, ella se acercó a su escritorio y le dijo:

- Vaya, vaya, sensei. Parece que atrapar criminales no es tu único talento, tu clase fue increíble. - dijo con una sonrisa entre juguetona y sincera.

- ¿Có-Cómo me llamaste? - preguntó Spencer confundido. No es que no supiera que sensei significaba "profesor" en japonés (especialmente porque desde que ella le comentó que hablaba ese idioma, fue a leer un diccionario bilingüe, solo por curiosidad, claro), pero realmente no esperaba que usara esa palabra para referirse a él. Ante su pregunta, Annie solo rio.

- Dije: sen-sei - respondió pronunciando con cuidado cada sílaba - Es que me recuerdas a un personaje de anime, y no pude resistirlo, se me hace divertido. Pero no te preocupes, no te llamaré así enfrente de los otros estudiantes. - dijo sacándole la lengua. Luego de una mínima pausa, continuó, sin dejarle mucho tiempo para protestar - Tengo un par de clases más hoy. ¿Tú sigues con tus vacaciones forzadas?

- Técnicamente, estoy trabajando ahora, - dijo haciendo referencia al seminario. - pero sí, parece que el caso en el que trabajan mis compañeros se está extendiendo bastante.

- ¡Genial! Ah- bueno, no, no es genial... claro, significa que deben estar pasando cosas malas... - dijo al ver cómo él levantaba una ceja, retractándose de sus palabras y dejando salir nuevamente a la luz su inseguridad y timidez - Solo... quiero decir... que quizá entonces podremos encontrarnos más tarde... Si quieres...- Bajó la mirada, recordando lo poco que solían durar sus actitudes de rebeldía y atrevimiento. Oh imbécil, mira lo que acabas de decir, acabas de sonar no solo ultra desesperada, sino completamente insensible al sufrimiento de otros...

- Claro. - Contestó él con una sonrisa, a lo que Annie levantó la mirada sorprendida. - Yo terminaré con algunas cosas aquí y luego iré a mi departamento a preparar las siguientes clases. Pasaré a comprar algo para acompañar el café por la tarde. - Propuso, y ella solo logró asentir con una tímida sonrisa.

Ese día por la tarde, luego de sus clases, Annie se dirigió directamente a su apartamento, en lugar de ir al de Spencer, y luego directamente al baño, para retocar su maquillaje. No es que llevara demasiado puesto, pero realmente detestaba verse con ojeras, por lo que puso un poco más de corrector bajo sus ojos antes de tomar algunos libros que había traído con ella desde su país y dirigirse al apartamento de Spencer. Cuando él le abrió la puerta, un agradable aroma a café inundó sus fosas nasales. Ella levantó sus ojos hacia él y se miraron con intensidad por solo un segundo, o quizá menos, antes de que la invitara a pasar.

Esa tarde, así como las tres que le siguieron, la pasaron juntos, entre café, libros, series, juegos de ajedrez e interminables charlas que duraban hasta las diez de la noche como poco. Y así, sin que casi se dieran cuenta, llegó el viernes por la mañana, y el equipo de la UAC también volvió a casa.

 Y así, sin que casi se dieran cuenta, llegó el viernes por la mañana, y el equipo de la UAC también volvió a casa

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Miedo (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora