Parte 22

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Spencer estaba prácticamente caminando sobre las paredes. Ya casi habían pasado 16 horas desde la última vez que había podido comunicarse con Annie. Él no era precisamente compulsivo con respecto a las comunicaciones telefónicas, pero el caso de las chicas desaparecidas no paraba de volver a su cabeza cada vez que revisaba el celular, en busca de algún mensaje que se le pudiera haber pasado por alto. Nada. Silencio, ni una sola notificación. Desde hacía varias horas, un dolor desagradable se formaba en su estómago, como si hubiera comido algo en mal estado. Y en este momento, ya casi no podía contener las ganas de vomitar. Los nervios lo carcomían por dentro, y él estaba allí, en otra ciudad, sin poder hacer nada más que terminar el caso en el que estaba trabajando. Pero no, ya era demasiado. No podía concentrarse, solo sería un estorbo para el equipo, y tenía la irreprimible sensación de que algo había pasado. La vez anterior, había esperado más tiempo, y los resultados le estamparon el corazón contra una pared. 

Spencer salió de la habitación del hotel en donde se estaba alojando el equipo, y se dirigió directamente a buscar a Hotch. Su preocupación era evidente, y su voz temblaba ligeramente cuando finalmente encontró a su jefe en un rincón tranquilo del pasillo. Intentó abrir la boca para decir algo, pero ningún sonido salió de ella.

Hotch, que había estado revisando algunos documentos relacionados con el caso, alzó la mirada y notó de inmediato la ansiedad en los ojos del genio.

― ¿Todavía no te contesta? ― Adivinó él, a lo que Reid solo pudo asentir. ― Ve, no tiene sentido que estés aquí de esa forma. Nosotros trataremos de ir lo antes posible. Yo le diré a García que intente rastrear su teléfono. Avisa a Morgan y al resto del equipo de tu decisión, y estaré en contacto contigo tan pronto como sepamos algo.

Spencer agradeció con un gesto de cabeza y rápidamente se dirigió a la habitación para hacer los preparativos necesarios. Antes de salir del lugar, se cambió la camisa, ya que la que tenía puesta estaba llena de sudor. Sin embargo, sus manos temblaban tanto que le costó trabajo. Se secó rápidamente el sudor con el dorso de la mano mientras luchaba por mantener la compostura. El recorrido desde el pasillo del hotel hasta la salida le pareció interminable. 

En poco tiempo, que pareció una eternidad, estaba en camino de regreso a Quantico. Mientras se abrochaba el cinturón en el avión, sus ojos le engañaron, y le hicieron ver a Annie en el rostro de la chica sentada a su lado. Luego de pestañear un par de veces, suspirar, y disculparse con la muchacha debido a su mirada insistente, se dio cuenta de que debía hacer lo posible para calmarse o no le sería de utilidad a su novia en caso de que lo necesitara. Pero no era tarea fácil.  La incertidumbre lo atormentaba, y solo deseaba llegar a casa para encontrar a Annie a salvo.

Cuando finalmente llegó a su apartamento en Quantico, se encontró con un panorama desolador. Todo estaba en completo desorden. Los cojines del sofá estaban en el suelo, los libros habían sido arrojados al azar por la sala de estar y los objetos personales de Annie estaban esparcidos por el suelo. El corazón de Spencer se aceleró mientras inspeccionaba el caos. Annie no estaba en ninguna parte. En ese momento, la imagen, que tanto había intentado reprimir durante un año, de Maeve, en el suelo, con los ojos abiertos y sin brillo, se coló sin piedad en su mente. 

Mientras estaba inmerso en sus pensamientos tortuosos, un ruido sutil rompió su ensimismamiento. Giró bruscamente la cabeza hacia la puerta y, para su sorpresa, se encontró con el padre de Annie parado allí, con una expresión de desesperación que reflejaba la suya propia. Sus miradas se encontraron, y en ese momento, supieron que compartían una angustia similar, aunque por razones diferentes.

La tensión en la habitación era palpable, como si el aire se hubiera vuelto más denso de repente. Ambos hombres estaban atrapados en sus preocupaciones, cada uno por el destino de la misma persona. Spencer estaba visiblemente sin palabras, igual que el hombre que tenía delante. Ninguno de los dos sabía por dónde empezar o qué decir en ese momento de angustia compartida.

En busca de una acción concreta, el genio sacó su teléfono rápidamente y marcó el número de Hotch. Sabía que necesitaba mantenerlo actualizado sobre la situación y que él, con su experiencia y recursos en el FBI, sería de gran ayuda en ese momento de crisis. Cuando finalmente logró hablar con él, sintió una mezcla de alivio y preocupación. El caso en el que el equipo estaba trabajando aún no estaba resuelto, pero Hotch enviaría a Morgan, su mejor amigo, y a García, a ayudarle a encontrar a Annie. Además, el jefe de unidad ya se había puesto en contacto con el equipo en Quantico que estaba investigando la desaparición de varias mujeres en la ciudad, y había logrado que, por excepción, permitieran a Spencer ayudar en la investigación, aunque no fuera como un miembro formal de este equipo. 

Luego de finalizar la llamada con su jefe, Reid sintió unas tremendas ganas de vomitar, que fueron de alguna forma retenidas por el abrazo de García, la primera en llegar al lugar luego de que Hotch la pusiera al tanto de la situación. Sin perder más tiempo, y sabiendo que Spencer no contaba con todas sus facultades, dada la situación, la analista se puso en contacto con el equipo que investigaba este caso para proveerles información. 

Mientras García hablaba con el equipo, Spencer intentó concentrarse en el lugar. Observó detenidamente cada rincón del apartamento en busca de cualquier pista que pudiera ayudar a encontrar a Annie. Sin embargo, le costaba horrores mantener la concentración. El dolor de cabeza que lo aquejaba era punzante, su visión se volvía borrosa y, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse firme, las lágrimas amenazaban con escaparse de sus ojos.

En medio de esta lucha interna, Spencer notó que el padre de Annie seguía parado en el mismo lugar, como si estuviera en un estado de shock. Su mirada perdida y los ojos sin brillo parecían indicar que estaba atrapado en sus propios pensamientos, como si recordara algo o estuviera viviendo una pesadilla mientras estaba despierto. Esta extraña actitud no pasó desapercibida para Reid, quien se preguntó si el padre de Annie sabía algo que él desconocía, algo que pudiera arrojar luz sobre la desaparición de su hija.

A Spencer le costaba acercarse al padre de Annie. La situación era sumamente incómoda. Aquel hombre, que nunca antes pareció preocuparse por su hija, ahora mostraba una inquietud que resultaba inexplicable. ¿Por qué, después de tanto tiempo de ausencia, ahora se interesaba en la seguridad de Annie? Además, él, Spencer, apenas llevaba un mes siendo el novio de Annie, lo que hacía que la situación fuera aún más incierta.

A pesar de todas estas dudas y sentimientos encontrados, Reid decidió acercarse al padre de Annie. Al principio, lo llamó "señor" en un intento por romper el hielo, pero no obtuvo respuesta. Repitió el saludo dos o tres veces, pero el hombre parecía estar hipnotizado, perdido en sus pensamientos. Spencer finalmente optó por tocar su hombro con delicadeza, y la reacción del hombre fue instantánea: se sobresaltó de golpe, como si alguien lo hubiera sacado de un trance profundo.

La mirada del padre de Annie se clavó en la de Spencer, y en esos ojos atormentados, el joven genio pudo ver una angustia profunda. Era una expresión de dolor y culpabilidad que lo dejó perplejo. A pesar de todas sus interrogantes y resentimientos hacia el hombre, no podía ignorar el tormento que parecía estar sufriendo en ese momento.

Entonces, el padre de Annie miró a Spencer, y una lágrima solitaria descendió por su mejilla. En un susurro quebrado por la emoción y el tormento, pronunció las palabras que dejaron a Spencer sin aliento.

― Sé quién lo hizo... ― dijo, y en ese momento, su voz temblorosa se perdió en el abismo de sus propios pensamientos.

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ESTOY VIVA :'o

Perdón, sé que esta vez fue más tiempo de lo normal :'c

Juro que no encontraba inspiración para escribir esto... Sabía más o menos qué es lo que quería que pasara, de hecho tengo ya escrito el hilo conductor hasta el final de la historia, pero a veces encontrar la forma de decirlo es lo más difícil...

Espero que les haya gustado el capítulo, y si siguen leyendo hasta acá, déjenme decirles que se merecen un premio por la paciencia que me tienen UwU

<3

Miedo (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora