Miedo (Spencer Reid)

Parte 18

Luego de que Lucy se marchara, la pareja soltó al unísono un largo suspiro. Sus ojos se cerraron, sus hombros se relajaron y, en el movimiento de brazos que este relajamiento generó, los dorsos de sus manos se rozaron. Se sintieron el uno al otro por apenas unos milisegundos antes de que sus manos volvieran a separarse por la inercia del movimiento. Aproximadamente un mes atrás, ambos se hubieran sobresaltado un poco, y hubiera entrado en sus mentes la duda de si deberían o no volver a generar ese contacto. Pero esas dudas rápidamente habían sido abandonadas. Se dirigieron una mirada dulce el uno a la otra y volvieron a entrar al edificio cuando Lucy dobló en la esquina de la calle y dejaron de verla. 

Luego de aquel fugaz roce de manos, la complicidad entre Spencer y Annie crecía con cada paso que daban. Durante el trayecto hacia el apartamento de Spencer, ninguno de los dos dijo nada en particular. El silencio no era incómodo, sino un refugio que les permitía sopesar sus propias emociones sin la presión del diálogo. La tensión se disolvía lentamente, mientras ambos trataban de ignorar los pensamientos que los llevaban inevitablemente hacia el futuro incierto. La atmósfera que podía sentirse entre ellos era de tranquilidad, aunque mezclada con un poco de angustia. Ciertamente, la relación era complicada y no sabían muy bien qué les depararía el mañana. ¿Lo peor? Aunque a ambos les preocupaba, ambos sentían que todavía era demasiado pronto para hablar de eso. Y es que, ¡su relación 

La proximidad del apartamento de Spencer los envolvía en un halo de seguridad, un espacio donde podían ser ellos mismos sin miedo a juicios o consecuencias. Al cruzar la puerta, dejaron atrás el mundo exterior y se sumergieron en un refugio íntimo que solo compartían ellos dos. Era allí, en aquel santuario a salvo de miradas indiscretas, donde sus corazones se expresaban con mayor libertad.

En el instante en que la puerta se cerró tras ellos, Annie no pudo contener más sus sentimientos. Con un movimiento suave pero decidido, rodeó con sus brazos el cuerpo de Spencer, buscando en ese abrazo la complicidad y el consuelo que tanto ansiaban. Sus cuerpos se unieron en una sinfonía de afecto y apoyo mutuo.

Spencer, sorprendido pero gratamente conmovido por el gesto de Annie, se dejó llevar por la cálida sensación de sus brazos rodeándolo. En aquel abrazo, encontraba refugio y la certeza de que no estaban solos en esta complicada travesía. Cerró los ojos, dejando que las preocupaciones y los miedos se disiparan momentáneamente, mientras se sumergía en la tranquilidad que Annie le brindaba.

El mundo exterior podía esperar un poco más, porque en ese abrazo encontraron un instante de paz y un destello de esperanza. En ese pequeño rincón de su vida, donde los obstáculos se volvían insignificantes, Annie y Spencer se aferraron uno al otro, sin pronunciar palabra alguna, pero con la certeza de que su amor podría superar cualquier adversidad.

Después de aquel abrazo reconfortante, Annie y Spencer se separaron lentamente, pero sus manos continuaron entrelazadas, como si no quisieran soltarse. La mirada de complicidad que compartían demostraba la conexión especial que habían construido en tan poco tiempo. Sin embargo, había un tema pendiente que comenzaba a asomarse en la conversación entre ellos.

Annie, con una sonrisa ligeramente desafiante en sus labios, rompió el silencio: 

— Por cierto, Spencer, mis amigos en Argentina están ansiosos por conocerte, aunque será a través de una videollamada, por supuesto. — Mientras pronunciaba esas palabras, sus ojos brillaban con emoción.

Spencer se sorprendió, arqueando una ceja. 

— ¿Ya les has contado sobre nosotros? — preguntó, mezclando la incredulidad y el asombro en su voz, a lo que Annie asintió con una expresión de picardía.