La vida es un camino largo o, como dijo el escritor, un mundo ancho y ajeno. Pero, al fin y al cabo, es la vida. Nunca se nos dijo que las cosas serían fáciles, y en el amor, mucho menos.
La crisis del amor surge cuando llega la primera decepción, cuando advertimos que muy dentro de nuestro pecho crece algo llamado temor a perder al ser amado, cuando nos dan celos de los demás, cuando las cosas empiezan a tomar otro rumbo, cuando creemos que hemos dado todo por nada.
Una despedida no es fácil, duele y se llora. Es una verdad o una realidad por la que muchas personas pasan o pasamos. Esa crisis es honda e inevitable. Sentimos una sensación de vacío y orfandad y creemos que no podremos levantarnos de ahí, del piso donde hemos quedado como un espejo hecho añicos. Pero, como nos lo enseña la vida misma, esa crisis pasará. Tarde o temprano volveremos a sonreír. Y es entonces cuando debemos mirar atrás para corregir los posibles errores que llevaron a romper una relación que creíamos sólida. Mirar atrás como hacemos por el espejo retrovisor cuando conducimos un automóvil, para sacar las conclusiones del caso y avanzar en el camino.
A veces dirás que él o ella no eran las personas adecuadas, que no te merecían, que ya llegará una persona digna o buena para ti. Pero, ¿te has preguntado si acaso no eres tú la persona que falla? ¿Te has preguntado si la otra persona en realidad merece alguien como tú? ¿Te has preguntado si en realidad vales la pena para estar en la vida y el corazón de la otra persona?
Los amores contrariados deben dejarnos alguna lección de vida. No busques pretextos para justificar tus celos, tus iras, tus malos gestos, tus desaires y hasta tu violencia. No vivas en el pasado. Deja atrás y perdona. ¡Perdónate! La cuestión no es de ego, sino de amor propio. La cuestión es no seguir escarbando en la basura de los malos recuerdos, sino en volver aquello el impulso necesario para ascender. Y si no lo comprendes, lee lo que le sucedió a Sísifo, para que no repitas su historia, o tu historia; para que no vivas en el absurdo.
Cuando más cavas en tus propios lamentos buscando cómo sostener lo imposible o una salida a tu congoja, más profundo será el hoyo que cavas, más arraigado será el dolor que te oprime. En otras palabras, el camino no es cavar un hoyo para huir del mundo, de ese amor contrariado, porque con cada palada de tierra que extraes, más te hundes, y más cerca del punto de no retorno estarás.
Los amores contrariados, los desamores, son parte esencial de nuestra formación como seres humanos. No pretendas que la primera persona que ames sea aquella con la cual pasarás el resto de tu vida; sería lo ideal, pero la vida se construye a punta de fracasos, de vacíos, de errores.
Las rupturas amorosas son una de las experiencias más dolorosas que podemos atravesar. Nos enfrentamos a una montaña rusa de emociones: tristeza, enojo, confusión, miedo. Pero también son oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Es importante permitirnos sentir el dolor de una ruptura. No debemos reprimir nuestras emociones ni pretender que todo está bien. El duelo es un proceso necesario y saludable. Date permiso para llorar, para sentirte triste, para reflexionar sobre lo que pasó.
Al mismo tiempo, es crucial recordar que la vida continúa. Una ruptura no es el fin del mundo, aunque en el momento pueda parecerlo. Con el tiempo, el dolor disminuirá y surgirán nuevas oportunidades para amar y ser amados. Mantén la esperanza y confía en que vendrán días mejores.
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CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)
Spiritual¿Quién no ha amado y sufrido por amor? ¿Quién sufre por amor en este momento? ¿Quién no quiere dejar atrás al pasado? ¿Quién no ha podido cerrar círculos porque el miedo es más poderoso? Lo pregunto porque he vivido en carne propia sus consecuencias...