La culpa es mía (Ley de la autocompasión)

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La autocompasión es una de las principales causas de quedarte en un lugar donde sufres derrotas día a día, donde ya no esperas nada, pero conservas la esperanza de que pueda pasar algo, de que ocurra un milagro para salvar eso que crees amor.

El caso de Matilde también está vinculado a ello. "Me pasa lo que me pasa porque me lo merezco". ¿Quién merece vivir en medio de la violencia, la zozobra, el fracaso? Pero es más perverso cuando alegas tu propia culpa. No podemos vivir aferrados a una tabla de castigo por el simple hecho de creer que nos lo merecemos.

Un mal amor es un mal amor por donde se le mire; la pérdida de un ser querido es dolorosa, pero no justificable para quedarnos en el dolor ante esa ausencia; un negocio que salió mal puede llevarnos al abismo, pero lo que no podemos permitir es quedarnos a vivir ahí.

Otro común denominador se presenta cuando no dejamos de sentir lástima o compasión por la persona que amamos, es decir, cuando insistimos en seguir aferrados a una relación dañina, tóxica, simplemente porque nos angustia pensar que esa persona no podrá vivir sin nosotros, o porque se disculpa y promete cambiar, o porque es mejor intentarlo una vez más que quedarse con las manos vacías. No hay error más grande y grave que darle excusas a algo que ya no tiene sentido, fin, propósito.

Ten presente que el primer golpe que recibes de esa persona que amas o te acompaña no es el más doloroso; es el segundo, el que tú mism@ te das cuando te vales de pretextos o te acusas a ti mism@ de ser quien origina ese primer acto o esa violencia; cuando crees que lo mereces y te dices que si no fuera por ti nada de eso hubiese ocurrido. Ese segundo golpe es el que más duele porque no te apartas de asumir una culpa que no es tuya, que no te corresponde. No justifiques todo en una relación. Hay personas expertas en manipularnos, hasta el grado de hacernos sentir culpables cuando en realidad somos las víctimas.

Una buena relación amorosa fluye, es cristalina, genera bienestar y confianza; nos llena de deslumbramiento, de asombro, de entusiasmo, hasta el punto de que cada momento se torna único en compañía de quien amamos y nos ama. No seamos la sombra de nadie. No permitamos que la sombra de otro nos abrigue. Quien vive bajo la sombra de otro nunca conocerá el sol ni la fuerza de la vida que hay fuera.

Por ello, no te autocompadezcas ni compadezcas a quien te hace dudar del lugar en el que te encuentras, de tus posibilidades, de tu amor propio. No hay nada de malo en equivocarse. La vida es un aprendizaje. El error consiste en no vencer ese miedo a dar el primer paso.

Sanar de una ruptura amorosa es un proceso que lleva tiempo y esfuerzo. No hay atajos ni fórmulas mágicas. Cada persona tiene su propio ritmo y sus propias maneras de afrontar el dolor. Lo importante es no rendirse y mantener la esperanza.

En este camino, es crucial ser paciente y resiliente. Reconoce tus logros, por pequeños que sean, y celebra cada paso hacia adelante. Aprende de cada experiencia y utiliza ese conocimiento para crecer y fortalecerte, no para autoflagelarte diciéndote que la culpa es tuya y convirtiéndolo en un dolor inquebrantable.

CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora