El desapego emocional es una de las cosas más complejas para el ser humano. Su definición se reduce a un estado emocional de apego a una persona, situación o cosa. El primero en definirlo fue el psicólogo John Bowlby, quien dijo que la conducta de apego tiene dos funciones básicas: una función biológica, que es obtener protección para asegurar la supervivencia, y otra de carácter más psicológico, que es adquirir seguridad.
Sin embargo, para los budistas, el apego es una actitud que sobreestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ella.
El apego nos lleva al límite. Nos pone con un pie al frente y dos atrás. Ahora bien, la cuestión es: ¿cómo romper con el apego? ¡No es nada fácil! Como seres humanos, nos aferramos a aquello que nos da seguridad, como dice Bowlby, pero también a aquello que nos genera una zona de confort, cierto bienestar. Llevar a la práctica las acciones que se sugieren para romper el apego emocional requiere mucho más que voluntad.
Existen tratados desde la psicología y otras ciencias humanas sobre el desapego. Pero la lucha interna es intensa cuando estamos aferrados a algo o alguien, como las raíces de un árbol antiguo que se aferran a lo profundo de la tierra.
El desapego es soltar, es dejar ir, es hacerse a un lado, es caminar sin volver la vista atrás. Es, como dice el adagio, ir ligero de equipaje, es entender que uno es responsable de sí mismo, de lo que hace, de forjar la travesía y considerar el punto de llegada. Es asumir la realidad de que para ser libres necesitamos y debemos dejar el pasado... ¡Soltar!, ¡soltar!, ¡soltar! Y cuando soltamos, dejamos también libres de ataduras a las personas o cosas.
El desapego nos debe llevar a entender que la vida está forjada de momentos, y que cada nuevo momento o situación trae consigo cosas buenas y malas. Debemos asumir las pérdidas o los fracasos, porque nada es perdurable, porque la eternidad no se mide de esta forma.
Para romper el apego y lograr ese desapego emocional, es válido preguntar cuál es el propósito de aquello que nos ata. La respuesta solo puede ser que nada es más importante que nosotros mismos, que nuestra salud emocional, espiritual y física. El apego enfermizo agota. Que tu vida o salud no se agote por no dejar ir aquello que causa dolor, llanto y tristeza.
De lo anterior nace el respeto por ti mismo y por los demás. Esto se explica en que el respeto no es una rueda de la fortuna, sino la base de un buen amor. Y el primer amor surge contigo mismo, en tu interior, cuando aprendes a conocerte, a aceptarte, a no forzar los apegos ni a justificarlos simplemente porque te da miedo soltar.
El desapego no significa indiferencia o falta de interés. Significa aceptar la realidad tal como es, sin intentar controlarla o aferrarse a lo que ya no es posible. Cuando nos desapegamos, nos liberamos de las cadenas que nos atan al sufrimiento y nos permitimos vivir con mayor libertad y paz.
Practicar el desapego es un acto de amor propio. Es entender que merecemos ser felices y que la vida sigue su curso, con o sin la presencia de ciertas personas o situaciones. No podemos controlar lo que nos sucede, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ello. Dejar ir lo que ya no nos sirve abre espacio para nuevas oportunidades y experiencias.
Que el amor no sea excusa para suprimir al otro. No permitas que te supriman.
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CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)
Spiritual¿Quién no ha amado y sufrido por amor? ¿Quién sufre por amor en este momento? ¿Quién no quiere dejar atrás al pasado? ¿Quién no ha podido cerrar círculos porque el miedo es más poderoso? Lo pregunto porque he vivido en carne propia sus consecuencias...