Te pregunto: ¿Vives una situación amorosa, laboral o familiar que te hace daño, pero no logras desvincularte?
Si tu respuesta es no, enhorabuena. Quizá lo viviste y ahora tu mundo es otra cosa.
Pero si dices que sí, que esa es tu situación, que al final de cada tarde tu tristeza se agranda porque no sabes cómo renunciar a lo que te hace daño, porque piensas que es mejor algo que nada, pues te equivocas. Recuerda la conspiración del daño menor.
Como seres humanos, tenemos la capacidad de elegir, de tomar otros senderos, de rodear la piedra que no nos deja avanzar en el camino.
Debes entender que hacerte a un lado será, sí o sí, menos doloroso que permanecer ahí, sufriendo todo el embate de un mal amor, de alguien que nos ignora porque antepone su orgullo o se cree superior, de una mala relación laboral o familiar.
Esto ocurre muchas veces porque (suele ser común) justificamos el actuar del otro, porque consideramos que hay algo o mucho de culpa en nosotros para que las cosas estén así. Pero ni la violencia, ni el dolor, ni nada, puede llevarnos a permitir que las cosas se salgan de su cauce, sobre todo cuando ese cauce te daña, te derrota día a día, te sume en la desesperación y la derrota.
Allí es cuando debemos cerrar círculos, cuando debemos luchar contra el apego emocional y todo aquello que te he dicho. Avanzar siempre. Tomar decisiones. Ir a la acción.
Con todo esto, va otra pregunta: ¿Por qué sigues ahí pensando si renunciar al dolor es la salida? El amor propio debe estar por encima de todo lo que consideres.
No permitas (¡nunca más!) que alguien te haga daño, por mínimo que sea. No te menosprecies. Tú eres la razón de ser de tu propio camino. No esperes más que alguien te lo recuerde, no esperes que sea demasiado tarde.
¡Mírate ahora! ¿Qué ves?
Saca tu mejor sí, tu necesidad de ti.
Por muy cruel que parezca, no esperes a que no haya nada que hacer. Un segundo de más puede ser la diferencia.
Renuncia a lo que te hace daño. No seas como Matilde que sigue ahí, soportando (porque eso es lo que hace), sobreviviendo, interpretando que las migajas que recibe, que los insultos o gritos, hacen parte de una relación amorosa, que todo eso contribuye al fortalecimiento de una vida en pareja.
Un mal día no es todos los días. Si algo rompe tu espíritu, deja que la respuesta llegue y restaure lo mejor de ti.
Sí, después de una ruptura, es normal sentir que has perdido una parte de ti. Reconstruir tu identidad es un proceso esencial para seguir adelante. Redescubre tus pasiones, tus intereses y tus metas. Reconéctate con lo que te hace único y especial.
La reconstrucción del yo es un viaje hacia el autodescubrimiento. Es una oportunidad para reinventarte y para crear una vida que refleje tus verdaderos deseos y valores. No tengas miedo de explorar nuevas facetas de ti mismo y de perseguir tus sueños con determinación.
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CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)
Spiritual¿Quién no ha amado y sufrido por amor? ¿Quién sufre por amor en este momento? ¿Quién no quiere dejar atrás al pasado? ¿Quién no ha podido cerrar círculos porque el miedo es más poderoso? Lo pregunto porque he vivido en carne propia sus consecuencias...