Sí, así como lees. ¡Ten fe! Nada, en absoluto, pasa porque sí. Siempre hay un propósito, por doloroso que sea o cueste asimilarlo.
Recuerda la anécdota de los clavos: se le pide a alguien que cada vez que hiera a alguien, que pierda el control, clave en una tabla una puntilla; y se le dice que cuando acepte un error o busque corregirlo, saque un clavo de la tabla. El resultado será que podemos poner tantos clavos como quitarlos, si nos esforzamos. Pero, como siempre, hay un pero: en la tabla quedarán las huellas de los clavos.
Así ocurre en la vida. Las personas van y vienen por nuestra vida, dejando huellas, recuerdos, cicatrices, dolores, suspiros. El cúmulo de emociones varía de una historia a otra.
Pero cuando eso suceda, cuando te encuentres en un punto de partida incierto o te invada esa sensación de abandono, ten fe en Dios, en que está ahí para cuidarte, para ayudarte a levantarte, para ser soporte en medio de ese mar de lágrimas que nos deja una ruptura o no alcanzar una meta.
La fe es esa férrea convicción de que no estamos solos ante la congoja o la derrota, ante las preguntas que llegan y devoran tu cerebro y tu corazón con extrema ansiedad o interminables reproches.
La fe es creer no solo en Dios sino en ti, en tu capacidad de superar las dolencias y retomar el camino de la vida, en entender que los conflictos más intensos o perturbadores terminan por superarse.
La fe es necesaria, tanto en la alegría como en la derrota. La fe es el mástil donde izas las velas de tu propia nave, de tu propio rumbo en ese inmenso mar que es la vida.
Por eso no desistas y entiende que la vida debe vivirse con todo lo que llega, y que nadie nació lleno de experiencia o conocimiento. La conciencia se forja en el camino.
Cada paso a su vez, dice el adagio. Si buscas apurarlo, puedes tropezar y hacerte más daño. En otras palabras, cuando tomas decisiones apuradas, en momentos de desesperación o de crisis, se pueden cometer más errores de lo esperado. Un paso a la vez.
La fe es la confianza en lo que no podemos ver. Tener fe en ti mismo y en tu capacidad para superar las dificultades es esencial para seguir adelante. La fe te da fuerza y esperanza en los momentos más oscuros.
Sé que no es fácil cuando uno está roto por dentro, cuando alma, corazón y espíritu son un revoltijo de cosas que solo exudan dolor, desesperanza, angustia, confusión, rabia, impotencia y muchas cosas más; pero si no lo intentas, si no tomas la decisión de avanzar, de modificar tu escenario, nunca sabrás de las posibilidades que a veces llegan a nuestra vida.
Recuerda: los pequeños hábitos producen resultados extraordinarios; los pequeños hábitos lograrán restablecer tu vida emocional.
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CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)
Spiritual¿Quién no ha amado y sufrido por amor? ¿Quién sufre por amor en este momento? ¿Quién no quiere dejar atrás al pasado? ¿Quién no ha podido cerrar círculos porque el miedo es más poderoso? Lo pregunto porque he vivido en carne propia sus consecuencias...