¡Aférrate!

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Sí, así como lees: ¡aférrate!

Aférrate a ti, a tu vida, a tus propósitos. Cada momento que vives, cada paso que das en procura de alcanzar tus metas, es el mayor indicador de trascendencia, de querer llegar al otro lado del paisaje.

Cuando te digo que te aferres, no es al pasado, no es a las cosas que te hacen mal, ni a lo que ya no te produce asombro o expectativa. Lo que menos debes hacer es aferrarte a cuestiones existenciales que te hacen daño o le suman peso a tu vida.

Recuerda que los errores son necesarios para aprender y no volver a cometerlos. A eso me refiero también cuando te digo que te aferres: ¡Aférrate a lo que aprendiste de tus errores, a esas enseñanzas que se tatuaron en ti en la medida que salías de un asunto difícil!

Tu vida es lo más importante. Aférrate a ella cuando las cosas empiecen a ponerse mal, porque solo tú podrás salir del atolladero, porque solo tú podrás sentir el dolor que genera una tristeza o una despedida. Nadie lo hará por ti, por más que te quiera.

Sí, así como lees: ¡aférrate! Aférrate a ti, a tu vida, a tus propósitos. Cada momento que vives, cada paso que das en procura de alcanzar tus metas, es el mayor indicador de trascendencia. No te aferres al pasado, a las cosas que te hacen mal, a aquello que ya no te produce asombro o expectativa. Aférrate a lo que aprendiste de tus errores y a las enseñanzas que se tatuaron en ti.

¡Aférrate al entusiasmo de la vida!

CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora