¿Qué pasa con tu sentido común?

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Sí, esa es la pregunta que hoy debes responder: ¿qué pasa con tu sentido común? Empecemos por lo primero: la definición de sentido común. Es un concepto complejo y tiene variables que no necesitamos exponer, pero lo esencial en su definición es que alude al conocimiento que todos compartimos para entender desde la lógica un hecho básico y evidente, y aquí juega un papel muy importante la percepción de nuestros sentidos.

El sentido común lleva a nuestros sentidos a comprender de manera inmediata que estamos ante un peligro si caminamos por el borde de un abismo; a comprender que no es nada bueno saltar de un décimo piso; a comprender que si nos metemos en una jaula con varios leones, las cosas pueden salir mal, muy mal.

Lo mismo sucede cuando nos aferramos al pasado o a algo que nos hace daño. El sentido común entra en acción, nos alerta, nos dice ¡pilas!, estás en el lugar equivocado. Sin embargo, ocurre tan a menudo que ya no le prestemos atención al sentido común de las cosas, porque imponemos un razonamiento motivado por las emociones o los sentimientos. De ahí nace el adagio de que una cosa dice la razón y otra el corazón. Pero no podemos estar más equivocados.

El sentido común busca decirnos que actuemos, que modifiquemos aquello que no parece estar bien, que nos hace daño o refleja pocas posibilidades de éxito el día de mañana; el sentido común es una de nuestras primeras alertas naturales, sin que ello implique emitir juicios de valor innecesarios (dos cosas totalmente distintas).

Por ello, cuando estés ante una situación en la que no te sientas cómodo o cómoda, acude a tu sentido común, para que luego no te arrepientas, para que luego no tengas que preguntarte qué pasa con tu sentido común.

El sentido común es una guía invaluable en la toma de decisiones. Sin embargo, a veces lo ignoramos o lo distorsionamos. Recuperar y seguir nuestro sentido común nos ayuda a navegar por la vida con mayor claridad y efectividad.

Como dice el epígrafe del cantante José Luis Perales, "el amor es un paraguas para dos"; y de eso se compone una relación, en eso se estructura una relación sana: dos que no pierden el horizonte por lejano que esté el punto de llegada; dos que van juntos de la mano, aunque el camino sea escabroso o resbaloso como una pista de hielo; dos que se retroalimentan y piensan en la construcción armónica de su presente, por más altibajos que surjan; dos que no usan las debilidades o el pasado del otro como un "arma de control emocional" para obtener ventaja o hacer más daño.

Por último, recuerda, siempre recuerda, que un puente no se sostiene de un solo lado; un puente necesita de, por lo menos, dos pilares que le den equilibrio y soporte: a falta de uno, el puente se desploma. Una relación amorosa es como un puente, que puede sostenerse así una persona ame más que la otra, siempre y cuando esta, con sus acciones, no destruya, no pulverice, no pisotee, no menosprecie a quien ama o entrega más. Una relación sana busca el equilibrio físico, emocional y espiritual, en las ideas, en lo que exterioriza; sin inclinar la balanza hasta llegar a la opresión, el hartazgo, el derrumbamiento.

Si al advertir todo esto, sigues ahí, tu sentido común podría estar encrisis. ¿Cómo es tu sentido común mientras lees esto?

CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora