La importancia de las cosas

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Suele suceder que nada nos gusta o todo nos incomoda. Que nos referimos despectivamente a algo o alguien, juzgando solo por el hecho de un gesto o de un mal momento. O que nos entretenemos con el paño rojo del torero (como hacen los toros en la plaza), pero no nos fijamos en la espada que se alza para hacernos daño.

¡Basta! Es lo primero que debemos hacer. Es sano aguzar los sentidos para librarnos de la hojarasca que trae el viento o de esa arenilla que entra por ojos y oídos. Es sano aquello que sea para nuestro beneficio, solo que a veces creemos que nuestro beneficio debe estar por encima del de los demás o de sus derechos.

Es sano también dejar que las cosas se presenten de manera natural, tal como son, sin máscaras. No impongamos reglas ni pretendamos que todo funcione como nos gustaría. La vida es más hermosa cuanto más sencilla la vivamos. Un poeta dijo que la belleza no está en el paisaje, sino en el ojo que observa ese paisaje. ¿Cuál es tu belleza? ¿Cómo miras el paisaje? ¿Qué cuestionas hoy? Insisto una vez más: no todo puede ser políticamente correcto.

La equivocación también es una forma de aprendizaje. La equivocación permite reacomodar el camino para llegar al fin deseado. Quien no se equivoca está llamado a vivir una vida de cristal.

Nos quejamos tanto de la vida diaria, que no advertimos la verdadera importancia de las cosas que tenemos.

¡Basta!

La señal de hacer un alto depende de ti. ¡El cambio es justo ahora!

CUANDO AMAR ES UN FASTIDIO (Y otros asuntos del presente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora