Todas las miradas estaban puestas en Evan y yo. La adrenalina en mi sistema no me hacía sentir miedo, aunque sé que debía tenerlo.
Evan siempre fue un chico tranquilo, muy pocas veces se vio metido en alguna pelea, pero lo que sí es cierto, esas pocas veces su contrincante siempre terminaba destruido, y él sin un rasguño. Aunque en este caso él no me pegaría. O bueno, esperaba que no.
—¿Qué coño te pasa Amara? —abrí mis ojos sorprendida. ¿Cómo es que se sabía mi nombre? Si me ignoraba y actuaba como si no existiera.
De pronto dejé de ser tonta, claramente se sabe mi nombre, estudiamos juntos. Y me ignora porque es un idiota.
Tomé aire fuertemente. No podía flaquear.
—Me quitaste mi polvo de la noche.
Claramente eso era una completa mentira. Quizás hubiera obtenido muchísimos besos del rubio, pero al momento de la acción, le hubiera dicho que iría al baño un momento y desaparecería porque aún no me sentía lista para dar ese paso. Y mucho menos con alguien a quien acababa de conocer.
—Entonces te salvé —sonrió de lado —No creo que hubiera sido tan buen polvo si se fue corriendo de aquí por mí.
—Eres un idiota Evan. ¿Por qué lo golpeaste?.
—Porque soy un caballero niña. El tipo se estaba propasando contigo.
—Él no... —su dedo pegado a mi frente me calló.
—Shh, lo estaba haciendo —se acercó tanto a mí que nuestras narices por poco se tocaban, y eso estaba provocando locuras en mi interior —Ahora, espero que no me molestes, ni te acerques a mi. Solo te ayudé porque soy un buen chico.
Plantó un beso en mi mejilla y se fue de allí. Dejándome con el corazón saltando fuertemente. Es la primera vez que tuve un contacto así con él, y no me esperaba que un simple beso en la mejilla provocara tantas cosas en mí.
Ya nadie miraba hacia donde estaba, claro, el perfecto Evan Williams ya no estaba para llamar la atención de todo el mundo. Y Amara era muy poca cosa para llamar la atención de aquellas personas increíbles. Idiotas.
—Mara ¿Qué coño pasó? —Esmeralda gritaba por encima de la música, con Connor detrás.
—Ni yo lo sé amiga, ni yo lo sé.
Decidí que ese suceso no debía arruinar mi noche. Ni siquiera me preocupé por el rubio, era un cobarde, se fue huyendo sin importarle lo que pudiera pasarme.
Dejé de tomar y simplemente me enfoqué en bailar con Esmeralda. Estos eran esos pocos momentos en dónde realmente disfrutaba sin importarme que pensaran de mí. Me sentía libre, y tranquila. Me gustaba bailar, salir de fiesta, pero no era algo que se me permitiera muy amenudo. Y al ser la fiesta de mi graduación, debía disfrutar al máximo. Este día sería memorable, ya que sería la primera vez que Evan me había dirigido una palabra, y no solo eso, me había dado un beso en la mejilla.
Mis pies dolían muchísimo. Así que decidí ir al área donde casi no había gente y me senté en una de las sillas altas que se encontraba allí. Saqué una pastilla que tenía en mi bolsillo y la tomé. De pronto alguien se acercó a mí, y no me faltó voltearme para saber que se trataba de Evan. Al parecer hoy era el día en el que más hablaríamos.
—La fiesta está muy aburrida, ¿No lo crees?
Asentí sin mirarlo.
Se formó un silencio incómodo entre nosotros. Pero yo no estaba dispuesta a decir una palabra. Ahora que lo tenía tan cerca de mi, tenía miedo de decir las palabras equivocadas, o en un vómito verbal confesarle que me muero por él, y que incluso en la mañana soñé que hacíamos cosas que nunca pasarían en la vida real.
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Amara y sus 17 años
Teen FictionUna adolescente. 17 años de edad. Amistades falsas. Sueños difícilmente posibles. Universidades. Decisiones que tomar. Amoríos. Para Amara su vida fue plena, tranquila y feliz. Hasta que al cumplir sus 17 años todo cambió drásticamente. Al fin y al...