Capítulo 17

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Tenía la vista fija en Jordi. Jordi tenía la vista fija en mí. Y Alex tenía la vista fija en nosotros dos.

Mi cuerpo temblaba, y no sabía si era por la vergüenza o por la emoción de lo que había pasado hace minutos.

—Yo... —susurró Alex —. Perdón por interrumpir.

Salió, casi huyendo de allí, sin mirar atrás.

Jordi hace una mueca mientras rasca su nuca con nerviosismo. No podía mirarlo a los ojos sin pensar rápidamente en lo que había pasado. Sentía que había estado mal. Pero me había gustado, y mucho.

—No quiero que todo se vuelva incómodo entre nosotros —tragué grueso —. No quiero que nada, cambie entre nosotros... Yo... Solo quiero que sepas... —hizo silencio abruptamente mientras cerraba los ojos varias veces. Lo entendía, yo estaba tan nerviosa como él —. No sé que decirte, Amara.

Por fin alcé la vista y lo miré a los ojos. Esos ojos brillosos que podían expresarte con una mirada todo lo que sentía. Y lo que yo veía en sus ojos era que estaba nervioso, pero que también, tenía miedo. Aunque no sabía porqué.

De pronto, mi mente hizo click de inmediato. Me di cuenta de su expresión asustadiza. De sus ojos nerviosos. De la forma en como movía sus pies de un lado a otro.

Lo entendí.

Él sentía que esto había estado mal. Pude, casi notar algo de arrepentimiento en su mirada.

No sé porqué sentí mi corazón caer en picada. ¿Acaso estaba tan mal lo que había pasado? Era confuso, inesperado... Pero no podia arrepentirme de ello después de haberlo disfrutado.

Una sensación que reconocí rápidamente me invadió, la decepción.

Porque no esperaba que estuviera feliz por un beso que no hubiéramos planeado. Ni por todo lo que pasó después. Pero, tampoco esperaba ver el arrepentimiento plasmado en su rostro. No de él.

—Lo entiendo —pude decir, por fin —. Esto fue un error —arrastré las palabras, y nunca me había costado tanto decir algo.

Él me miró un poco sorprendido, ¿cuál era la sorpresa? No podía decirle nada más. Si para él era un error, para mí también lo sería.

—Yo...

—Está bien —sacudí mi mano restándole importancia.

Me acerqué tanto a él que la punta de nuestros zapatos se tocaban. Alcé la vista para poder mirarlo a los ojos.

Quería encontrar algo allí. Algo que me dijera que no estaba arrepentido, que le había gustado, que, al menos, no era tan grave. Pero no pasó. Solo pude notar culpa, arrepentimiento y nerviosismo.

Paseé mi lengua por mi labio inferior, que no me había dado cuenta que temblaba. No podía llorar por esto. No podía ser tan sensible. Fue solo un beso, nada más.

Nunca era nada más. Con nadie.

Entiendo esto —susurré —. Estás arrepentido. Yo también —él abrió los ojos de par en par —. Somos amigos, eso no cambiará, Jordi.

Lo miré esperando una respuesta de su parte, pero nunca llegó. Sentí otra punzada en el pecho.

Me volteé y salí de allí.

Me metí entre el montón de personas que habían intentando salir de allí. Sentía que me faltaba el aire. No podía respirar, no podía pensar.

¿Era tan malo un beso conmigo?, ¿era tan grave? No esperaba un noviazgo, ni palabras dulces. Solo esperaba que estuviera conforme con ello y habláramos.

Amara y sus 17 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora