—Tienes que contarme todo —Elena enganchó su brazo junto al mía —. Mi cabeza va a explotar, joder. Pero necesito saber cómo es que Jordi y tú terminaron encima de mi mesón y...
Cerré los ojos.
Maldito, Alex. ¿No podía quedarse callado?
La vergüenza llegó a mi de nuevo y estaba comenzando a odiar ese sentimiento.
—¡Baja la voz! —grité con miedo a que alguien la escuchara —. No fue gran cosa —dije, restándole importancia.
—¿Qué no fue gran cosa? ¡Si se comieron encima de mi mesón, estúpida!
—¡Elena! —le grité.
—¿Qué pasa chicas? —sentí mi cuerpo tensarse.
La voz de Jordi podía hacerme enloquecer en cualquier momento. Esa voz gruesa que tenía... Me volvía loca.
Sentí mi rostro caliente. No pensé que iba a ser tan incómodo mirarlo después de lo que había pasado. Él por su parte, me dedicó una sonrisa de lado que desestabilizó mi mundo entero.
—Hablabamos de lo interesante que estuvo la fiesta —le golpeé disimuladamente con el codo —. No recuerdo nada.
—Yo sí —susurró Jordi mirándome fijamente. Mi corazón se paró. ¿Acaso estaba coqueteando?
Alex lo tomó del brazo y desaparecieron de mi vista en segundos.
—¿Qué fue eso?
Me quedé en blanco, pues yo tenía la misma pregunta, ¿qué había sido eso?
Los sucesos de la noche anterior no habían salido de mi mente ni por un segundo. Ni aunque lo intentara.
Estaba intentando restarle importancia. Pero, ¿olvidarlo? Esa sí era la parte difícil, siendo ese el mejor puto beso del mundo.
—Eh, ¡Amara! —Elena me pasó la mano por la cara.
Me alejé con una mueca de fastidio en la cara.
—No sé qué mierda fue eso. Solo sé que no puedo dejar que Jordi —susurré su nombre en voz baja a pesar de que estuviéramos casi solas —. Me desestabilice. Y tú me tienes que ayudar con eso.
—¿Yo?
—Ujum. Luego hablaremos de eso. Vamos a clases.
Las horas siguientes fueron completamente aburridas. Intentaba concentrarme, pero todos y cada uno de los intentos fueron en vano. Cada vez que cerraba los ojos, solo podía pensar en algo. O mejor dicho, en alguien. Y sí, ya saben de quién habló.
—¿Qué tal si hacemos una pijamada en mi casa hoy? —sugirió Alex mientras salíamos de clases.
Vale, eso no era una buena opción. ¿Pasar una noche con Jordi en la misma casa? Eso sería como meterme a la boca del lobo y sin anestesia. No creo poder aguantar estar dos segundos con él.
—¡Yo acepto! —exclamó Elena con una sonrisa —. ¿Ustedes qué opinan?
Jordi y yo compartimos una mirada. Él tenía aquella sonrisita de lado que me ponía a dar vueltas el mundo.
—Yo digo que sí.
Todos me miraron a mí con cara de cachorritos regañados. ¿Cómo podía negarme?
Aunque, tampoco es que estaba poniéndole muchas trabas al asunto. Ni muchos peros. En el fondo, yo quería estar allí.
—Bueno —me encogí de hombros.
Elena saltó a mis brazos mientras me daba besos por todo el rostro.
—¡Eres la mejor!
—Babosa —le saqué la lengua y ella me sonrió.
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Amara y sus 17 años
Teen FictionUna adolescente. 17 años de edad. Amistades falsas. Sueños difícilmente posibles. Universidades. Decisiones que tomar. Amoríos. Para Amara su vida fue plena, tranquila y feliz. Hasta que al cumplir sus 17 años todo cambió drásticamente. Al fin y al...