Capítulo 27

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—¿Entonces, me has usado? —mencionó Jordi con una sonrisita.

Lo miré con los ojos entrecerrados mientras me colocaba mi collar.

—Me gustas desnuda.

Me sonroje, dándome la vuelta para que no mirara mis senos expuestos, algo estúpido, lo sé. Después de que no solo los mirara, si no que los mordisqueo, lamió y dejó chupones en ellos como quiso. Cuando me acerque en el espejo a verme el cuerpo casi quise gritar con sorpresa, pues no había parte de mi cuerpo donde no hubieran chupetones. Y aunque quisiera estar molesta con eso, en realidad me genera un cosquilleo en la parte baja de mi cuerpo, imaginando como fue que esos chupones llegaron a mí.

—¿Te comió la lengua los ratones?

—No —respondí, por fin, sin mirarlos a los ojos —. Simplemente no sé qué decir después de esto —susurré con algo de vergüenza.

Él, en cambio, me miraba con ternura, y aquel brillo que se situaba en sus ojos me hacía estar aún más segura de que me había entregado a la persona correcta.

Se acercó, tomándome de la cintura y acercando nuestros cuerpos. Mi respiración se entrecortó y alcé la vista para poder mirar sus ojos.

—Eres hermosa, Amara. Y lo que sucedió fue simplemente... Magnífico, no sabes lo feliz que me hiciste en cuestión de segundos —acarició mi mejilla —. Pero necesito que me digas algo.

Lo miré confundida, pérdida en sus ojos, en su boca, en su mandíbula, todo de él era perfecto.

No solo me gustaba Jordi, me encantaba.

—¿Qué?

Me miró unos segundos, en completo silencio. Acercó sus labios a los míos, dándome un casto beso que revolvió todas mis entrañas.

—Que pase lo que pase —besó la comisura de mi boca —. No te arrepentirás de lo que pasó. Nunca.

Lo miré más que confundida, ¿cómo podría arrepentirme de esto? Si ha sido lo más increíble que me pasó en muchísimo tiempo, había disfrutado tanto de todo que ni siquiera pude estar nerviosa o asustada más de lo que debía.

—Te lo prometo, Jordi —respondí, sin dudar. En sus ojos pude notar algo de miedo, pero de forma fugaz se esfumó aquel gesto.

Sentí una mala corazonada en aquel momento, pero lo ignoré. Nada arruinaría lo que sucedió.

—Quiero que hablemos de...

Levanté mi mano, callandolo. No quería en lo absoluto hablar de nada que pudiera arruinar o cambiarlo todo.

—Podemos hablar de lo que quieras en otro momento —coloqué mis manos en su nuca, acercándolo —. Por favor, Jordi. En otro momento —supliqué.

—¿Estás segura? —asentí —. Está bien, Amara. Pero en algún momento quisiera que tuviéramos una conversación, seria.

Asentí, restándole un poco de importancia. Sentía un pequeño ardor en mi entrepierna pero no le compartí aquella información a Jordi, me sentía avergonzada y al llegar a mi casa revisaría cada parte de mí.

Jordi se sentó en su cama, conmigo encima. Sus labios llegaron a los míos, besando con vehemencia, tomando mi cuello con sus dedos, acercándome cada vez más a él. Nuestras bocas coincidían perfectamente, aunque sonara cliché. Estando en aquel momento con él sentía que todo lo demás era secundario.

Solo existiamos él y yo.

—Debo irme —susurré, entre besos húmedos.

—Quedate.

Amara y sus 17 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora