Capítulo 13

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El silencio estaba comenzando a molestarme.

La tensión era inevitable y las miradas que se dedicaban todos daba miedo. Pero no pasé por alto que Evan nunca dejó de mirar a Jordi.

—Ehm chicos —me dirigí a Elena, Jordi, y Alex —. Ellos son mis amigos, Esmeralda, Ian, y... —miré fijamente al chico que no quitaba la vista de Jordi —. Y Evan.

Todos se presentaron, aunque claramente aún se sentía la incomodidad.

Los invité a todos a pasar, aunque no me gustaba tanto la idea, no podía hacer más nada.

Fui a la cocina y busqué algunas chucherías, y refresco. Lo repartí entre todos. Parecía una fiesta donde cada quien estaba por su parte.

No sabía dónde sentarme por lo que decidí quedarme de pie frente al televisor. Esmeralda, Ian y Evan hablaban entre ellos. Y Jordi, Alex y Elena tambien lo hacían. De vez en cuando notaba la mirada que se dedicaban todos, pero no se hablaban. Quizás les costaría un poco hacerse amigos, o quizás nunca se hablarían y ya.

—Amara —Evan se acercó a mí, y mi corazón comenzó a acelerarse.

Estaba más guapo que la última vez que lo había visto. Su cabello estaba desordenado de una forma muy sexy. Me gustaba mirarlo, aunque intenté quitar la vista rápidamente.

—¿Podemos hablar? —susurró en mi oído. Elena se me quedó mirando mientras movía las cejas. Verdaderamente no entendía si me estaba queriendo decir algo.

—No creo que sea el momento Evan.

—En verdad necesito que...

—Amara —interrumpió Jordi acercándose a mí lentamente.

Ambos chicos al frente mío se dedicaron una mirada tensa. Casi podía ver el fuego salir de la cabeza de Evan, sabía perfectamente que quién menos le había caído bien había sido Jordi.

—¿Sí?

—¿Me acompañas afuera un momento?

Miré a Evan. Y luego a él. Evan me miró a mí. Dios, me sentía entre la espada y la pared, aunque siendo sincera, quería salir de la casa rápidamente. No aguantaba la tensión y tampoco quería hablar con Evan en ese momento. Sentía que sí debíamos hablar las cosas, pero eso era algo personal, y todos estaban allí. Sería algo raro hablar de nosotros justo en ese momento.

—Vamos —dije sin más.

No quise ver la expresión de Evan. Quizás estaba siendo mala con él al dejarlo allí parado solo. Pero por primera vez quería pensar en mí. No necesitaba sentir tristeza por él, porque él no la había sentido por mí muchas veces.

—¿Pasa algo? —le pregunté al estar afuera.

Apenas me había dado cuenta que mis padres no estaban en casa, ya que si fuera así, probablemente hubieran bajado a saludar. Me preguntaba en dónde estarían.

—No pasa nada —sacó un cigarrillo de la cajetilla que traía en su bolsillo y luego lo encendió.

Me sentí derretir cuando lo colocó en sus labios, era raro pero ese simple gesto me parecía tan lindo. Me gustaba verlo fumar, aunque eso no tuviera sentido.

—Sentí que necesitabas salir de allí —pateó una piedra que tenía al frente —. Y creo que no me equivoqué —agregó.

—Tienes razón. Me sentía algo incómoda.

—¿Desde hace cuánto los conoces?

Me quedé en silencio un rato mientras lo observaba fijamente. No sabía si eso le incomodaba. Lo que si sabía es que no podía apartar mis ojos de él. Ni de sus tatuajes. Ni de sus gestos.

Amara y sus 17 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora