Capítulo 9

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Había pasado tres largos y maravillosos días junto a André. No sabía lo mucho que necesitaba de otra compañía que no fuera Esmeralda. Y no porque no disfrutara con ella, pero me hacía falta dejarla unos días en paz.

André y yo no habíamos salido de casa. Ni un solo día. No recuerdo cuando fue la última vez que vi la luz del día, y no les miento.

Vimos una serie de seis temporadas en aquellos días. Comimos helado. Contamos chistes, y también chismes. Dibujamos ya que eso era lo que más le gustaba a él. Hicimos una torta con mi madre. Papá y él hicieron un torneo de fútbol en el play. Buscamos recetas de comida en Youtube y luego las pusimos a prueba.

Lo sé, era increíble todas las cosas que se podían hacer en tres días cuando estabas acompañado.

Yo sola probablemente me la hubiera pasado encerrada en mi habitación, o hablando con Esmeralda, o yendo a pasear un rato con ella, viendo una serie mientras comía palomitas. Sí, bastante emocionante.

Respecto a Evan, le había enviado cortos mensajes. No tuvimos mensajes largos. Solo respondíamos de vez en cuando, e incluso aveces se me olvidaba contestarle y lo hacía al día siguiente.

La verdad no había tenido tanto tiempo para pensar en él, y en cierta parte le agradecía silenciosamente a André por ello. Ya no quería seguir gastando mis energías en pensamientos que solo consumían mi mente.

Había disfrutado de aquellos días con André. Él fue muy atento. Escuchaba cada uno de mis relatos. Estuvo dispuesto a bailar dance árabe conmigo, aunque ninguno de los dos sabía lo que estábamos haciendo, nos divertimos y eso fue lo importante.

—Por fin la luz del día preciosa —susurró André mientras yo cerraba la puerta de casa.

Saldríamos por fin ya que mi madre, literalmente, nos había corrido de casa y nos pidió que fuéramos a comer algo. No estuvimos tan felices con aquello, pero sacarle una idea de la cabeza a mi madre era más difícil de lo que se pensaba. Era muy terca. Igual que yo.

—Por fin —reí.

Ambos caminamos por la acera mientras nuestros hombros casi se tocaban.

—La he pasado muy bien. Realmente me encantó cuando intentamos bailar danza árabe. Noté que las clases de pequeña no te sirvieron en lo absoluto.

Lo miré de mala forma. Es verdad que cuando estaba pequeña había estado en clases de danza árabe. Pero realmente no me gustaba tanto, así que tal vez por eso lo que aprendí se esfumó con el pasar del tiempo.

—Eres un idiota —golpeé su hombro.

—Tu lo eres más.

De pronto, vi un carro bastante parecido al de Ian a lo lejos. Me tensé completamente. E ignoré los latidos acelerados de mi corazón. Quizás solo iba Ian solo, y Evan estaba en otro sitio. Esperaba con ansías que así fuera y no estuviera él allí.

La verdad aún no quería verlo. Me sentía bastante agobiada por todos mis sentimientos. Por todo lo sucedido. Creía merecer unos días más de paz.

Recé por todos los cielos que Ian no me viera y siguiera de largo. O que quizás, hiciera como si no existiera y yo siguiera mi camino.

Pero mis rezos se fueron al demonio cuando el auto frenó al frente de André y de mí.

Paré mis pies automáticamente y mi cuerpo se puso rígido. André me miraba sin entender que pasaba.

El vidrio del auto bajó poco a poco. Lentamente. Y cuando digo lentamente, es lentamente. Pareció que hubieran pasado horas hasta que por fin bajó completamente.

Amara y sus 17 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora