—Esmeralda, te he dicho que no pasa nada —rodé los ojos.
Mi mejor amiga llevaba casi diez minutos, contando cada una de las razones por las que Evan era un idiota. Vale, que sabía que tenía razón. ¿Pero y si tal vez yo estaba exagerandolo todo?
Después del viaje, no había tenido noticias de Evan. Ni mensajes, ni llamadas. Nada.
Al parecer todo lo que había pasado iba a quedarse en la casa del Lago. O no. O no lo sabía. No tenía ni idea de que era lo que sucedía. Después de todo lo que nos habíamos dicho ¿no había pasado nada?
—Es un idiota. Amiga, no mereces eso. Entiendo que todos los hombres son distintos. Tienen su forma de ser. Quizás es reservado, pero no ha respondido ni a uno de tus mensajes —susurró mientras acomodaba el gorro que tenía entre sus dedos, y lo colocaba en su cabeza. Estábamos ambas en la piscina.
—Solo le envié un mensaje.
Ella bufo, me tomó de los hombres y me zarandeo.
—No lo defiendas —dijo haciendo énfasis en cada palabra —. Es un idiota. No hay palabras para describirlo. Han pasado dos semanas. Eso es mucho tiempo. No creo que no haya tenido un momento para llamarte Amara. Así que por favor, olvídalo. No tiene razones para ignorarte. Me has dicho que lo has visto un par de veces en línea ¿entonces? Quisiera decirle a Ian que le dejara el mensaje de mi parte de que es un idiota y que...
La corté.
—Ya.
Fue lo último que dije antes de lanzarme de clavado en el agua. Estaba harta de escucharla. Y eso era muy raro, porque yo nunca me cansaba de ella. Pero no quería saber nada más de Evan.
Mi cabeza había estado haciéndose miles de preguntas. Quería entender que había pasado. Si había hecho algo mal ¿pero qué? Días después de llegar del viaje le escribí un mensaje. Supuse que sí él no había escrito, quizás estaba esperando a que lo hiciera yo, así que no tuve problema. Pero poco a poco pasaron días y no sabía nada de él, al principio me preocupé, hasta que ví que se había conectado constantemente. Pero no me respondía. Nunca lo hacía.
Estaba triste, tenía que admitirlo. Porque había esperado mucho más de él. No pensé que todo fuera acabarse así, pero ¿en verdad había existido algo? En tan poco tiempo. A lo mejor había sido solo un juego para él. Pero solo para él, no para mí. Algo que odiaba mucho de mí misma era la forma en la que podía llegar a querer a una persona. En tan poco tiempo. Él me gustaba, incluso mucho más que eso, pero tal vez yo a él no. Aunque no entendía porqué. La habíamos pasado bien. Habíamos disfrutado. Me confesó cosas. No podía creer que pudiera olvidar eso tan rápido.
Mi mal humor se notaba a kilómetros de distancia. Mi madre diariamente me preguntaba si algo pasaba. Siempre respondía "Nada"
Pero la verdad aunque estuviera intentando ignorar todo eso, no podía. Aunque mantuviera mi mente ocupada todos los días, siempre lo pensaba, aunque sea solo un segundo. Me sorprendía lo rápido que me había apegado a él, a verlo, y a fingir que lo odiaba, porque la verdad era que ese sentimiento había muerto. Aunque sí seguía sin saber nada de él, podía volver a llegar a mí.
Esmeralda había escuchado todo, con detalles. Me decía que no valía la pena estar tan triste por él, pero no podía evitarlo. Quería verlo. Incluso estaba dispuesta a escribirle a Ian para preguntarle sobre él, o para ir a su casa a visitarlo, pero ¿qué tan tonta me haría eso?
—¿Que quieres hacer después de aquí?
No me había dado cuenta de la presencia de mi mejor amiga. Se encontraba a mi lado mientras salpicaba agua.
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Amara y sus 17 años
Fiksi RemajaUna adolescente. 17 años de edad. Amistades falsas. Sueños difícilmente posibles. Universidades. Decisiones que tomar. Amoríos. Para Amara su vida fue plena, tranquila y feliz. Hasta que al cumplir sus 17 años todo cambió drásticamente. Al fin y al...