Estoy segura de que mi primer día de trabajo en La Estrella va a llenar todas mis expectativas. Llego media hora antes para familiarizarme con el espacio de trabajo y mis nuevos compañeros, los cuales se acercan a saludarme y a darme una cálida bienvenida minutos previos a abrir el lugar. Son dos chicos muy simpáticos: María y Sebastián, quienes trabajan como meseros, y una señora llamada Valeria es la que se encarga de la limpieza general, pero solo cuando la cafetería está fuera de atención.
Paula llega una hora después y también me desea mucha suerte y éxitos en mi primer día antes de establecerse en su oficina. Los clientes empiezan a llegar, María y Sebastián me dejan los pedidos para que pueda ir sirviéndolos y regresan cuando toco una campanita que hay en la ventanilla de la cocina. Me causa un poco de gracia el sonido agudo e infantil que emite y no puedo evitar morderme el labio inferior para no reír cuando la toco de nuevo.
Me sorprende la facilidad con la que se llena el lugar y los pedidos no dejan de llegar a cada momento. Paula vuelve a visitarme en la cocina con una sonrisa de oreja a oreja y se queda unos minutos conmigo para supervisar mi trabajo, cosa que no me incomoda para nada porque ella es una persona muy tratable y hasta iniciamos una amena plática a la vez que yo voy preparando la masa para unos alfajores.
Tomo un descanso de diez minutos mientras espero a que los alfajores terminen de hornearse y decido revisar mi celular para ver si tengo mensajes nuevos. Me he planteado no estar mirando el dispositivo todo el tiempo porque quiero dar una imagen profesional, así que a partir de hoy no estaré pendiente a las redes hasta la hora en que vuelva a casa.
Desbloqueo la pantalla y me encuentro con un mensaje de Andy, deseándome suerte en mi primer día y otro de Arián que me ha enviado hace cinco minutos.
Arián: Pasaré por usted a las 9:00.
Sonrío como tonta al leer el texto otra vez y recuerdo que ayer cuando me despedí de él en la editorial, supuse que lo volvería a ver la próxima semana y no es así. Ahora solo faltan unas horas y no puedo negar que la idea de tenerlo frente a mí me intriga y me entusiasma a la vez. «¿Para qué vendrá?», me pregunto mientras guardo mi celular en mi bolsillo.
A diferencia de mi anterior empleo, no tenemos casilleros donde dejamos nuestras cosas. Sin embargo, confío en que Paula sabe elegir bien a sus trabajadores y no creo que tengamos problemas si se pierde algo, ya que cada uno guarda sus cosas de valor (como celular y billetera) en sus bolsillos. Además, María y Sebastián son muy humildes y respetuosos, pero eso no quita el hecho de que tenga cuidado.
A las nueve en punto observo que Arián ingresa a la cafetería y busca con la mirada a alguien. Paula se encuentra conversando con algunos de los clientes y cuando nota la presencia del ojiverde, una sonrisa no se hace esperar en su rostro. Se acerca para saludarlo con un beso en cada mejilla y yo decido dejar de mirar porque no quiero que me pillen como vieja chismosa. Por suerte, he terminado de preparar todo antes de que concluya mi horario de trabajo. «Chica responsable, eh», me felicito.
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ARIÁN © [Completa ✔]
Teen FictionElla es una escritora en Wattpad, él es director de una conocida editorial. Ambos se conocen en un accidentado momento en la cafetería donde ella trabaja. Celeste Serván quiere cumplir su meta: abrir su propia cafetería. Asimismo, ha terminado de e...