33 | Ya ha cumplido su ciclo

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Las cortinas de la ventana de la habitación son delgadas y la luz de la mañana se filtra en la tela

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Las cortinas de la ventana de la habitación son delgadas y la luz de la mañana se filtra en la tela. Pestañeo muchas veces para que se quite el empañamiento de los ojos, pero no lo logro hasta que me los froto con los dedos de forma suave. A mi lado, la ausencia de Arián se hace notoria cuando muevo mi brazo y el espacio está libre. Me siento en la cama y veo que mi vestido está sobre la silla acolchada de su escritorio y pienso que quizá debe estar bañándose. Entorno los ojos y agudizo el oído para escuchar con atención: no hay ningún sonido que simule la caída de agua de una ducha. Sin embargo, se oye un suave ruido como de batería.

Descalza y aún vestida solo con su camisa, salgo de la cama para ir en busca del ojiverde. La melodía me conduce hasta el final del pasillo en donde hay una habitación iluminada por un ventanal, el cual me hace entrecerrar los ojos como respuesta a la luz que entra por ahí. Descanso mi cuerpo en el umbral de la puerta y cruzo los brazos sobre mi pecho. Frente a un enorme espejo —que cubre casi toda la pared—, se encuentra sentado Arián, levantando unas mancuernas medianas. Su espalda se mantiene en una posición erguida mientras hace una repetición por cada brazo. Como música de fondo suena «Like A Stone» de Audioslave.

Su mirada coincide con la mía a través del reflejo del espejo y una sonrisa sexi se dibuja desde sus labios.

—Buenos días, Bella Durmiente —saluda, dejando las mancuernas en el suelo para acercarse a mí. Intenta saludarme con un beso, pero ladeo la cabeza.

—No me he cepillado los dientes —explico.

—Y yo estoy sudado. —Se encoge de hombros antes de darle una olfateada rápida a su axila. 

—Ejercitando desde temprano, eh. Así me gusta.

—Ejercitando desde temprano para que alguien coma los resultados. —Su mirada pervertida me alude en segundos—. El cardio que hicimos ayer no fue suficiente para mantenerme en forma.

—Eres un guarro.

—No oí que te quejaras de eso anoche —se mofa.

—Vale, alguien amaneció hot hoy —musito.

—Por culpa de una personita que anoche no quiso un segundo round. —Hace un gesto de decepción con los labios y le doy un golpecito en el brazo, provocando que suelte un quejido—. Joder, acabo de entrenar tríceps y tengo adolorida esa zona, Gomita.

—A ver si así se te quita la calentura. —Enarco una ceja.

—Venga, mejor vayamos a desayunar.

Caminamos de vuelta a su habitación para cambiarnos. Me quito su camisa de jean que usé como pijama y me pongo el vestido —que ha adquirido algunas arrugas, pero casi ni se nota— a la vez que él busca ropa limpia en su armario. Se quita la sudada camiseta gris y siento la sangre subir hacia mis mejillas cuando reconozco en su espalda las marcas que he dejado con mis uñas anoche.

ARIÁN © [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora