Me cubro la boca, silenciando un bostezo mientras le doy vuelta a mi café para que termine de endulzarse. Desde el lado opuesto de la barra de la cocina, Andy me da una mirada de «estás mal, mujer» y niega con la cabeza antes de darle un sorbo a su café. Sin darme una mirada al espejo, intuyo que mi cara se asemeja a la de esas momias que son descubiertas en sitios arqueológicos de Sudamérica. No he pegado el ojo hasta las cuatro de la madrugada y si ahora estoy despierta con una taza en la mano, es porque el individuo que tengo enfrente me ha sacado de la cama hace veinte minutos.
No he podido pegar los ojos durante toda la noche y no fue hasta las cuatro de la madrugada que mi cerebro decidió rendirse. De hecho, pienso que no solo fui yo, sino el edificio completo. Todos hemos quedado consternados tras el crimen que ha sucedido ayer y que ha sido el titular principal de la mayoría de noticieros locales. Los medios de comunicación aún siguen merodeando la zona en busca de testimonios de vecinos para crear notas. Sin embargo, —y según las fuentes más cercanas— todo ha ocurrido a puertas cerradas y lo único que se oyó fue el sonido de los disparos.
La policía estuvo presente en el apartamento de enfrente hasta cerca de la medianoche. La señora que está a cargo del edificio tuvo que venir para dar sus declaraciones y brindar información sobre la familia; después procedieron a cubrir todo con telas y cerrar la puerta con llave. Supongo que en cualquier momento volverán para continuar investigando y la idea de que todo quedará abandonado me entristece demasiado. Será difícil asimilar que nuestros vecinos ya no volverán por un buen tiempo y más aun sabiendo la manera trágica en que se dieron las cosas.
Arián se quedó hasta muy tarde haciéndome compañía. Decir que estaba desconcertado, es poco. No obstante, todo el tiempo mantuvo una actitud protectora y empática conmigo. Él sabe que mi preocupación ahora gira en torno al pequeño Guzmán y está dispuesto a brindarme su apoyo cuando le dije que quiero buscar un nuevo hogar para él. Esta tarde averiguaré el horario de visitas del centro de acogida donde se encuentra mi pequeño vecino, pero antes, mi mejor amigo y yo tenemos una misión por cumplir: ir por el peluche de Mickey Mouse de Guz.
Andy coloca su mochila sobre la barra.
—¿Trajiste todo lo necesario? —cuestiono, tomándome el café de golpe para darme ánimos.
Él asiente y desliza el cierre para sacar todo lo que hay en el interior.
—Claro que sí. Me he preparado desde temprano, viendo videos en Internet. Estoy listo para entrar a robar como todo un experto.
Entrecierro los ojos y bostezo en silencio otra vez.
—Solo iremos por el peluche y ya. No vamos a vaciar cajones, ni voltear los colchones y cojines —aclaro y levanta sus manos en señal de rendición.
Cinco minutos después, nos encontramos frente a la puerta del apartamento donde ocurrió el delito, vestidos con un impermeable de cuerpo completo, guantes y bolsas para cubrir nuestras zapatillas. Llevar todo esto encima fue idea de Andy, cosa que al inicio me pareció demasiado exagerada, pero luego comprendí que estamos invadiendo un lugar de manera ilícita y no podemos dejar rastro alguno.
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ARIÁN © [Completa ✔]
Ficção AdolescenteElla es una escritora en Wattpad, él es director de una conocida editorial. Ambos se conocen en un accidentado momento en la cafetería donde ella trabaja. Celeste Serván quiere cumplir su meta: abrir su propia cafetería. Asimismo, ha terminado de e...