Epílogo

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Los gritos de los lectores se oyen por toda la cuadra después de que Andrés termina de hacerme una breve —pero dramática— presentación y me invita a tomar mi lugar en una mesa que hemos acondicionado para este evento que, para nuestra absoluta sor...

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Los gritos de los lectores se oyen por toda la cuadra después de que Andrés termina de hacerme una breve —pero dramática— presentación y me invita a tomar mi lugar en una mesa que hemos acondicionado para este evento que, para nuestra absoluta sorpresa, ha sido masivo.

Después de ganar el concurso de pastelería, decidí comprarle el local a Paula y hoy —luego de casi tres meses de descanso—, La Estrella ha vuelto a abrir sus puertas de nuevo. Y qué mejor manera de hacerlo que con una firma de libros de Mis noches con Mr. Johnson.

Ahora, La Estrella no solo es una cafetería, pues hemos acondicionado una pequeña librería de novelas juveniles para llamar la atención del público. Y vaya que lo hemos hecho, creo que han venido mis lectores de toda España. Hay una fila larguísima de jóvenes por toda la calle, esperando para ingresar a La Estrella y obtener una firma mía.

—Joder, creo que tendremos que considerar una nueva fecha porque será imposible que firmes a toda esta multitud —me informa Andy, sosteniendo el cordón de restricción—. Fácil y llenamos un estadio con todos estos chavales.

—Sí, estaría bien un par de fechas más. Hablamos de eso luego, ¿vale? —Le hago un gesto para que deje pasar a la primera lectora, quien me observa ansiosa desde el otro lado del cordón.

—Ay, te amo, ¡eres la mejor! —dice cuando llega hasta mi mesa y me entrega el libro.

—Gracias, bella. ¿Cuál es tu nombre? —Le sonrío.

—Gaby.

Asiento mientras levanto la portada y en la primera hoja en blanco escribo: «Con mucho cariño para Gaby» y después, coloco mi firma.

—Te quiero, Celeste, muchas gracias.

Ambas posamos para la selfie que toma con su celular.

—De nada, cuídate mucho. —Me despido con la mano mientras Andrés la conduce hasta el espacio de salida.

La segunda en pasar por mi mesa es una joven pelirroja, con unas gafas muy bonitas.

—¿Qué tal? ¿Cómo te llamas? —quiero saber.

—Me llamo Sandra. —Hace un asentimiento de cabeza y le dedico una sonrisa—. Amo mucho tus historias, de hecho, estoy esperando con ansias el capítulo final de Plan LA.

—Ay, muchas gracias. Estate atenta que pronto actualizaré, eh. —Firmo su libro y se lo entrego mientras me despido con la mano—. Gracias por venir.

La siguiente lectora es una adolescente que se echa a llorar cuando llega a mi mesa. Decido ponerme de pie y acercarme para darle un abrazo reconfortante.

—¿Qué pasó, cariño? —interrogo mientras limpio sus lágrimas con mis pulgares—. Quiero que estés sonriente, ¿vale? Esta es nuestra tarde, debemos disfrutarla.

Ella asiente y se limpia el resto de lágrimas con el puño de la manga de su polera.

—Lo siento, es que amo mucho tus historias. Esta, en particular, me acompañó cuando atravesaba un momento difícil. Mi padre murió de cáncer hace unos meses. Cuando íbamos al hospital, leía tu libro en Wattpad mientras esperaba a que terminaran sus quimioterapias. Siempre será la historia que me recuerde a él. Además, papá tenía una personalidad similar a la de Johnson.

—Vaya, lamento mucho lo de tu padre y, en verdad, para mí significa mucho que esta historia haya conectado contigo y puedas tenerlo a él presente a través del personaje. Gracias por tu apoyo y por compartir tu historia conmigo.

—Gracias a ti, Celeste, por brindarnos esta joya.

Firmo su libro con un pequeño agradecimiento incluido y me despido de ella con un beso en el aire.

En un momento de torpeza, se me desliza el lapicero de las manos y me incorporo para recogerlo. Retomo mi posición erguida cuando la persona ya ha dejado su libro sobre mi mesa. «Esto de ser torpe no se me quita».

—Hola, ¿para quién va la dedicatoria? —le digo, abriendo el libro para buscar la hoja en blanco.

—Para el mejor novio del mundo —responde una voz que reconozco enseguida. Un par de ojos verdes me observan desde arriba. A su lado, Guzmán carga un ramo de rosas rosadas—. Ya, Guz, dilo.

Le da unos toquecitos al pequeño para que hable.

—¡Sorpresa, Toti! —grita Guz, extendiendo el brazo que tiene libre y me entrega el ramo.

—¡Ay! Muchas gracias por venir. —Me pongo de pie para saludar al menor con un beso en cada mejilla y a Arián con un beso en los labios. Las lectoras gritan como locas desde la calle cuando ven nuestra muestra de afecto y el señorito las saluda, guiñándole un ojo—. Están hermosas las rosas.

—Me alegra que te hayan gustado.

—¡Nos apuramos, por favor! —anuncia Andy desde el otro extremo del cordón.

—Gracias de nuevo por la sorpresa. ¿Nos vemos más tarde?

Arián asiente y toma de la mano a Guz.

—Te estaremos esperando para cenar.

—Vale.

—Vale. —Se incorpora para darme un último beso en los labios, provocando que las lectoras griten de nuevo y nos tomen fotos que, seguramente, publicarán en Instagram después—. Te quiero, Gomita.

Sonrío como una boba, sintiendo las mariposas que aletean en mi estómago.

—Te quiero, Ojitos bonitos.

Guzmán se despide de mí con un abrazo y se va, tomado de la mano de Arián, quien en este mes ha desempeñado de la mejor manera su cargo de tutor.

Me tomo un momento para mirar hacia la calle, aún hay una fila considerable de personas que esperan por ingresar. No podré firmarles a todas porque son como más de mil. Tendré que hacerle caso a Andy y programar dos fechas nuevas. No puedo quedarme con la ilusión de cada uno de ellos. Aún habrá más oportunidades para compartir.

Por otro lado, el mostrador donde están atendiendo María y Sebastián, se encuentra repleto. Me alegra que mis dulces estén teniendo aceptación de nuevo y que La Estrella aún tenga mucho que brindar a esta ciudad.

Desde que gané el concurso de pastelería, se me han abierto muchas puertas, me he relacionado con pasteleros reconocidos y poco a poco estoy escalando en este medio. Ahora puedo decir que me siento completa, que he logrado cumplir una de mis metas al abrir mi propia cafetería y ahora solo me falta dejar mi huella en la pastelería sevillana. Sin embargo, eso lo iré logrando de a poco y a lo largo de mi vida. Por el momento, solo quiero disfrutar de lo que he conseguido gracias a mi esfuerzo.

Al final, mi necedad sí fue mi principal pilar para ir en busca de mi objetivo. 


ARIÁN © [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora