47. Cabellos Rosados

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Refugiarme en el sufrimiento era la mejor forma de sobrevivir

Mi dolor se convirtió en mi mejor escudo

E irónicamente, el dolor que sentía por haberlo perdido, era como la manta que me protegía de mi nueva realidad.


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N. de la A.

En el siguiente tiene ciertas partes crudas, sin embargo no se presenta nada de forma explícita.


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Un sonido se comenzó hacer presente desde alguna parte de su cabeza, era similar al de un monitor de signos vitales, pero mil veces más agudo y molesto. Si era un ruido externo o algo dentro de su sistema, no lo supo en ese momento, sin embargo hizo que abriera los ojos y notara que todo estaba en oscuridad, su segunda reacción fue tomar una bocanada de aire y al instante sintió una oleada de dolor que iniciaba en la base del cráneo y se extendía a todas sus extremidades.

Instintivamente, quiso repeler el dolor y llevarse las manos a la cabeza, pero le fue imposible hacerlo. Tenía las manos sujetas y le impedía moverse ¿Por qué?

Respiro una segunda y tercera ocasión, está vez con más cuidado para sobrellevar el dolor que la aquejaba y poco a poco su cerebro se fue activando trayendo consigo los sucesos ocurridos.


El desierto

Matsuri

Retsu

La droga

.

Su bebé


Cuando su mente se aclaró por completo de la inconsciencia, un latigazo de amarga desesperación la golpeó y los sollozos salieron instantáneamente ante el mero recuerdo de esa última escena. Sí, estaba muy débil y su campo de visión se extinguía, pero antes del último parpadeo fue testigo de la enorme llamarada que asesinaba a su pequeño frente a ella. Su Joshira, su pequeño bebé, su amado hijo estaba muerto y ella había la culpable.

Poco le importaba que cada vez que se movía se le destrozaba la columna, o que las sujeciones en su cuerpo le rebanaran la piel, el dolor emocional que estaba sintiendo eclipsaba con creces cualquier mal que su cuerpo pudiera sentir. Siendo muy capaz de producir sonidos, lloraba, gimoteaba y gritaba una y otra vez, maldiciéndose por no ser capaz de haberlo protegido.

Ella, la ninja más inútil de todos los tiempos, había ocasionado la muerte de lo más puro e inocente que había en su vida ¿¡Para que había estudiado tanto!? ¿¡De que le sirvió romperse los huesos y desgarrarse los músculos en cada entrenamiento!?

Porqué si había salvado tantas vidas que ni siquiera conocía... no pudo salvar a su propio hijo.

¡Él estaba muerto y ella estaba a merced del maldito asesino!


—¡Retsu! ¡Retsu! –gritaba a voz en cuello llamando al maldito hombre, sacudiéndose con el mayor frenesí del que era capaz para librarse de las ataduras y poder vengarlo - ¡Da la cara maldito! ¡Enfrentame!- No obstante, por más que gritaba y maldecía, nadie le daba la cara.

Accidentes Inevitables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora