14. Deseo prohibido

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Nunca se puede cometer el mismo error dos veces, porque la segunda vez no es un error, es una decisión.

***


Sari abrió sus ojos con irritabilidad por el ruido agudo que se escuchaba en la pequeña habitación, sabía perfectamente quién estaba haciendo semejante ruido a temprana hora de la mañana, después de todo era la misma personita que había estado acompañándola "vigilándola" desde el día de ayer.

–Si afilas más ese Kunai lo único que provocaras es cortarte cuando entrenes niño. –dijo somnolienta Sari desde el catre donde estaba acostada.

–No es para entrenar, y no soy un niño.

–Cualquier persona que no rebase el 1.50 es un niño, ¿cuánto mides?, ¿1.10?

–No tengo por qué contestarte eso, soy lo suficientemente grande para usar armas, además ya te dije, me llamo Seiichi, no niño.

Seiichi era un niño que vivía ahí, tenía 8 años, era bajito y delgado por lo que aparentaba menor edad, su cabello estaba alborotado y era de un color rubio muy claro y sus ojos azules hacían de aquel niño alguien adorable a la vista de Sari.

Sari se paró del catre y caminó dónde Seiichi, –¿Para qué quieres un Kunai tan afilado? Además, de ese modo en que lo haces solamente te cansaras, dámelo y te diré como hacerlo –tomó el arma y la piedra para demostrarle la técnica correcta- ¿Ves? De esta manera conseguirás un filo limpio porque lo único que estabas logrando es dañarles las hojas.

–Gracias, supongo que no eres tan mala.

–Claro que no soy mala, está One-chan es muy linda y buena.

–Padre dice que cualquiera que pertenezca a Sunagakure es malo.

–Bueno, Retsu odia a cualquiera de la arena, pero One-chan y Matsuri somos la excepción Seiichi así que no tienes que vigilar cada movimiento que doy. Dime ¿Para qué afilas esos kunais? Si no es para entrenar, debes necesitarlos para algo más.

–Padre me dejará ir de misión con Hideki y Takeru, me costó mucho convencerlo así que debo estar preparado.

–¿Y de qué misión se trata?

–Vamos a probar uno de sus experimentos.

–¿Qué clase de experimento?

–Ya te dije demasiado, sé que ustedes no pueden delatarnos, pero, aun así, sigues perteneciendo a la aldea traidora. Padre nos dijo a todos que si alguien revelaba información a Suna aunque fuera por error, es mejor que ese alguien muriera porque de lo contrario él mismo lo mataría.

–De acuerdo, pero déjame salir de esta habitación, no revisaré nada ni me meteré en problemas.

(...)

Matsuri estaba acostada sobre su costado izquierdo, al abrir los ojos vio aquel cabello negro rebelde que tanto le gustaba. Su amante estaba dormido boca abajo y completamente desnudo porque las sábanas habían sido tomadas por ella en algún punto de la madrugada. Le encantaba mirar su cuerpo desnudo bien trabajado, hombros anchos, brazos marcados, y su trasero tan apetecible y redondo que era casi un crimen mantenerlo cubierto. Debajo de ese buen trasero y contra el colchón estaba aquello que la hacía gemir de placer gustoso y culpable. Recordaba como si fuera ayer las circunstancias que paso para terminar en esa rara situación.

Embarazada de un exiliado de su propia aldea, culpable de varios robos, heridos, envenenados y la muerte de dos ninjas.

***

Accidentes Inevitables.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora