Cuatro

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Jugueteé con el Ipod entre mis manos y observé a mi madre manipulando unos libros que acababa de sacar del armario.

— Mamá, ¿echas de menos a Juan Carlos cuando no estás con él? – se giró y me miró con sorpresa.

— Cuando estoy contigo no. Pero claro que le echo de menos.

— ¿Estás enamorada de él?

— ¿A qué viene tanta pregunta?

— Él lo está de ti, me lo ha dicho hoy. ¿Y tú de él?

— Sí. – me respondió en voz baja. – Pero lo más importante de mi vida eres tú, ya lo sabes.

— ¿A mi padre también le querías?

— Ha pasado mucho tiempo, pero sí, sí le quería.

— ¿Y él a ti?

— A su manera supongo que sí. Pero, a ti siempre te ha querido mucho.

Me quedé helada.

— Nunca me habías dicho eso. Siempre pensé que no quiso saber nasa de ti cuando quedaste embarazada.

— No, no fue así.

— Apenas me has contado cosas de mi padre, y como las pocas veces que te he preguntado veía dolor en tu mirada siempre lo he dejado pasar.

— Nunca te he contado lo que ocurrió porque no quería mentirte.

— Sé quien es Alejandro Garzón, el chico que aparece contigo en todas esas fotos que guardas con tanto recelo.

— ¿Quieres saber lo que ocurrió?

— Sólo si tú me lo quieres contar. No necesito un padre y mucho menos a estas alturas

Me acarició la mejilla y tomo aliento. Después comenzó a hablar.

— Conocí a tu padre en mi primer año de carrera. Teníamos la misma edad, en aquella época se hacían muchas fiestas los fines de semana, donde se reunían estudiantes de diferentes facultades. En una de esas fiestas fue donde le conocí. Me llamó la atención su forma de ser, era tímido, educado, respetuoso. Enseguida encajamos y nos hicimos amigos y después empezamos a salir juntos y tener una relación. Ya llevábamos un tiempo juntos cuando descubrí que estaba embarazada, lo sentía en mi interior, me hice la prueba y efectivamente estaba embarazada de ti. – dijo tomándome la mano. Cuando lo supe me acerqué a su casa para darle la noticia, pero no había nadie así que me quedé esperando. Ya llevaba un tiempo cuando otro coche apareció y estacionó enfrente. Había oscurecido, pero pude ver al chico que conducía.

“Permaneció allí un rato, hasta que me di cuenta de que había alguien más con él y que se estaban besando y abrazando. Cuando la puerta del copiloto por fin se abrió, no podía creer lo que estaba viendo. Era mi novio quien cerraba la puerta y corría hacia su portal desapareciendo de mi vista”.

— ¿Mi padre es gay? – pregunté tratando de no reírme.

— Sí, es gay.

— Siempre pensé que había sido un cerdo asqueroso contigo.

— No, no lo fue. Desde luego no hizo las cosas bien, pero más tarde entendí que él solo había tratado de vivir una vida que no le correspondía. Las cosas antes no eran como lo son ahora. Supongo que nunca es fácil ser gay.

— ¿Y qué ocurrió entonces?

Respiró con profundidad y continuó.

— Me armé de valor y subí a su casa. Le dije que habíamos terminado, que me había mentido y que lo había visto. Lloró desesperado y me rogó que le perdonara, que no se lo contara a nadie y así lo hice.
Nunca jamás le conté a nadie lo sucedido.

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora