Veinte

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Pasé la peor semana de mi existencia. Aún peor que aquellos días en los que Daniela no me llamaba y pensaba que no quería volver a verme, ojalá esa hubiera sido la causa de mi llanto, que todo hubiera terminado en que lo nuestro no podía ser. Rompía a llorar en cada esquina, durante clases e incluso durante las prácticas las lágrimas inundaban mis ojos. Me hice de tantos libros sobre el cáncer de mama como había disponibles en la biblioteca. Leí cuanto pude, tanto como mis lágrimas me lo permitieron antes de nublar mi vista.

Hablaba con Daniela cada noche, y aunque me hacía feliz escuchar su voz aún tenía que hacer esfuerzos para no echarme a llorar por teléfono. Cuando llegó el viernes, ya no aguantaba más. Llevaba toda la semana sin poder verla, porque al parecer debía ocuparse de otros asuntos.

Faltaba una hora para que terminasen las prácticas en el hospital cuando, sin pensarlo dos veces salí a toda prisa. Subí a la moto y conduje todo lo rápido que pude. Aparqué frente a la puerta de su garaje y me asomé para asegurarme de si estaba. Cuando vi su coche estacionado me dio un vuelco el corazón. Trepé por la puerta saltando al otro lado y corrí hacia la entrada para llamar al timbre. Habíamos quedado aquella noche, pero no podía pasar un segundo más sin verla.

— ¿Estás sola? – pregunté con la mirada nublada por el deseo, sin siquiera responder a su salido cuando abrió la puerta sorprendida al verme allí antes de lo previsto.

— Sí, tranquila, ¿estás bien?

— No. – respondí antes de abrazarla y besarla con toda mi alma.

Gemí con el calor de su boca y al instante gimió ella cuando mi lengua se fundió con la suya. La empujé hacia adentro y cerré la puerta de golpe. Volvió a gemir cuando le saqué la camisa del pantalón de un solo tirón, deslizando las manos por debajo para sentir su piel. Me excité aún más al deshacerse ella de mi cazadora con la misma rapidez, colándose bajo mi camiseta hasta acariciarme la espalda.

Caminamos con urgencia hasta su habitación mientras nos besábamos desesperadamente. Se apretó contra mi cuerpo y mis manos resbalaron por su espalda. Acaricié sus glúteos al tiempo que ayudaba a sus caderas a moverse contra mí. Me arrodillé entre sus piernas obligándola a sentarse en el borde de la cama.

— ¿Por qué ya no te veo? – pregunté al tiempo que la descalzaba. Tomó mi rostro entre sus manos y lo levantó para besarme de nuevo – Antes te veía todos los días y desde que estoy contigo solo te veo los fines de semana. No puedo estar sin ti.

Sonrió entre jadeos y me arrastró sobre ella, tornando abrasadoramente profundo su beso. Se movió buscando mi sexo y empujó mis caderas para frotarse con él. la placentera y constante presión contra mi clítoris hizo que me detuviera al poco tiempo y tomara aire, tratando de retrasar el orgasmo que sabía alcanzaría con su siguiente roce.

— Sigue. – pronunció entre mis labios.

Me reuní con su mirada y me di cuenta de que era la primera vez que yo yacía sobre Daniela. Hasta aquel momento, siempre me as había arreglado para que fuera al revés. Me encontraba más cómoda cuando dejaba que ella marcara el ritmo, no necesitaba más estímulo que su boca besándome para tener un orgasmo. Pero no estaba tan segura de que eso le bastara a ella. Mi falta de experiencia me llenaba de dudas y me hacía sentir que no estaba a la altura de poder satisfacerla. En aquella ocasión que había sido nuestra primera y única vez Daniela me guio haciendo prácticamente todo el trabajo. tan solo me sentía más segura cuando estimulaba su clítoris manualmente, más aún cuando dejaba que ella tomara el control frotándose contra mi mano. Aquello me encantaba, pero sólo podía hacerlo cuando era Daniela la que reposaba sobre mí.

En mi nueva posición toda la destreza dependía de mí, y aunque deseara usar mi mano para tocarla directamente no lo hice, temiendo que mi presión y mis caricias no fueran las adecuadas para llevarla al orgasmo. Me desplacé ligeramente para evitar un contacto tan directo con mi clítoris, y así ser capaz de resistir más tiempo.

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora