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Cale Chade.


Sentía que si no salía de la habitación, iba a terminar matando a puros golpes a ese hijo de puta. Aunque sabía que tenía responsabilidades, de verdad estaba dispuesto a morir con tal de matar a mi pajarito.

No podía deshacerme de Ryle, porque yo era importante.

―¡Mierda!

Solté un golpe a la pared del edificio.

―Joven Chade, las personas lo están observando ―dijo el sr. Yellow con un tono neutro que especialmente hoy resultaba más molesto de lo que en realidad era.

―Necesito deshacerme de esto ―me tape la maldita marca debajo de mi cuello.

El sr. Yellow abrió los ojos con impresión. Por primera vez mostraba otra emoción aparte de esa rígida expresión que siempre llevaba en su rostro.

―¿Fue... ese alfa que tiene encerrado? ―preguntó cuidadoso.

Apreté la mandíbula.

―Necesito ir al consultorio ―murmuré molesto. Comencé a caminar hacia el carro, y me subí―. Llama al doctor Trévne ―ordené

El sr. Yellow se subió al carro en el asiento del conductor.

―Sabe que no hay procedimiento para quitar una marca... solo otra marca podrá reemplazar a la que tiene actualmente.

Ya lo sabía, y el que me lo recordará solo me hacía enojar más.

―Estoy dispuesto a arrancarme ese maldito pedazo de piel, ¡Así que solo llévame con el puto doctor! ―grité impaciente con ganas de arrancarle la cabeza.

Al final decidió arrancar guardando silencio.



En cuanto el carro aparcó, me bajé sin esperar un segundo y entré ignorando a la enfermera, directamente al consultorio del doctor Trevne, abriendo la puerta con fuerza.

―... Ja, a este punto ya no me sorprende que entres sin aviso ―habló mientras le daba un sorbo a su taza.

―Necesito que me quites esto ―señalé mientras me descubría la parte de mi cuello donde estaba la mordida de Ryle.

Un silencio invadió el consultorio.

―Bueno... aunque recientemente se descubrió un procedimiento, es muy doloroso y técnicamente es una manera de suicidarse ―aviso mientras revisaba de cerca la marca―, pero esta marca es inusual a la de un alfa... ¿será tal vez un dominante? ―preguntó para después alejarse.

―Sí, fue uno de esos, así que ahora quítamelo ―ordené.

―No sé por qué quieres que te la quite con un procedimiento tan peligroso. La mordida de un alfa a otro alfa suele durar seis meses, de un alfa dominante a un alfa normal es de un año ―se dejó caer en su silla detrás de su escritorio―. Pero como eres un alfa con alteraciones en el ADN... no estoy del todo seguro ―me volteo a ver a los ojos―. Puede que dure de tres meses a un año... por tus genes, probablemente en tres meses se vaya sola, ¿aun así quieres intentarlo?

Guardé silencio, tratando de analizar mi situación.

Como había mencionado antes, los alfas dominantes predominaban en la familia Chade, pero hace unas pocas generaciones que se dejaron de producir alfas dominante. Fue por eso que la familia Chade comenzó a hacer procedimientos que alteraban el ADN. 

Se le solía llamar "Proceso de educación especial", solo los herederos tenían que pasar por él. Consistía de dos etapas, y generalmente solo se había llegado a concluir la primera etapa, donde se lograba el cambio de color de ojos dorado. 

Este hecho no era revelado al público, más bien se decía que la sangre dominante corría en la familia Chade; que no era posible de detectarse.

Yo pude concluir la primera fase con éxito, pero cuando notaron que mis ojos se volvían rojos, comenzaron a decir que era defectuoso.

Madre nunca me había prestado atención, hasta que se le avisó que mis ojos no se ponían dorados, fue cuando comencé a recibir la segunda etapa del proceso. Todos creían que así mis ojos se pondrían dorados. 

No pude concluirlo, casi morí a mitad del proceso.

―Quítalo ―murmuré.

Mi ADN no era normal, no había una respuesta concreta y si madre se enteraba... probablemente me mandaría a terminar la segunda etapa, sin importar si moría o no. A fin de cuentas, quedaba mi primo como segundo heredero. O quizá pondría a aquél hijo bastardo que tanto escondía.

El Dr. Trévne soltó un suspiro.

―Acuéstate ahí, voy a preparar la inyección ―dijo mientras se ponía de pie―. Si falla, sentirás como si te estuvieran quemando, y a consecuencia, podrás tener algunas alteraciones en tu temperamento y ciclo de celo ―informó.

Me acosté donde me indicó.

―Me importa tres hectáreas de mierda, solo quítalo ―murmuré molesto.

―... Bueno, quizá no se note el cambio en tu temperamento ―susurró. Me voltee a mirarlo con molestia―. Ya, ya... ahí voy.

Cuando comenzó a inyectarme, al principio no sentí nada. Después escaló a un cosquilleo y luego...

Un extremo dolor comenzó a invadirme. Apreté mis manos con fuerza.

―... No va a funcionar, voy a parar ―avisó el doctor.

―¡No! ―rugí tratando de soportar―. ¡Sigue!

―¡Vas a morir a este paso, Cale! ―gritó molesto.

―No... no... 

Y entonces perdí el conocimiento.



Abrí mis ojos de apoco, mientras me acostumbraba a la iluminación que parecía cegadora.

Cuando por fin pude enfocar, me di cuenta que seguía en el consultorio.

―¿Funcionó? ―pregunté con mi voz rasposa, sintiendo reseca la garganta.

―"¿Funcionó?" ―me arremedó el Dr. Trévne―. ¡Casi te mato, imbécil! ―soltó un golpe en su escritorio―. Sabes que soy un doctor, ¿verdad? ¡Mi deber es salvar vidas, no quitarlas! ―me recriminó poniéndose de pie―. No, no funcionó, si seguía inyectándote, morirías al instante ―soltó un suspiro.

Chasque la lengua y con incomodidad me puse de pie.

―Eres un inútil ―solté molesto.

El escupió una risa.

―¿Sabes cuántos omegas jóvenes, desesperados han muerto por ese procedimiento? ―dijo mientras me miraba con el entrecejo fruncido―. La persona que siempre sufre es quien recibe la mordida, así que ellos se quedan con una cicatriz e incluso pueden morir, mientras que el estúpido alfa que los abandonó puede marcar a diestra y siniestra. ¿Sabes cómo son tratados los omegas con cicatrices? ―preguntó mientras me dedicaba una mirada severa. Me quedé callado, porque conocía a la perfección la respuesta―. No son considerados seres humanos, así que con la esperanza de retirarla ellos primero, sin quedar con cicatriz, prefieren recurrir a este método, incluso si eso significa morir.

―... Me voy ―camine hacia la puerta.

―Mi deber era salvarte, pero si tuviera la opción, te habría dejado morir, Cale ―soltó una risa―. Eres una maldita basura. Tu y toda la familia Chade son un montón de enfermos.

Me giré a verlo y sonreí abiertamente.

―En tu posición, yo también hubiera elegido lo mismo, Victor.

Got Ya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora