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Ryle Allen.


Mis celos solían ser irregulares y dolorosos. Pero el haberlo pasado con Cale, había sido placentero. 

El único problema fue que para cuando había acabado mi celo, Cale había desaparecido de nuevo.

Me levanté de la cama, y tomé las sabanas entre mis manos, para después arrancarlas de la cama con molestia.

Salí con prisa de la habitación para buscar a Cale, pero no lo encontré en la planta de arriba, por lo que bajé, y en el comedor me encontré con comida y un baso de jugo, junto a una taza de café. Pero lo que más llamó mi atención fue la pequeña nota que estaba junto a el plato.

"Probablemente te arrepentiste de haber pasado tu celo conmigo, así que decidí salir antes, si quieres tomar el desayuno esta bien, y si no, dáselo al perro que esta frente al edificio".

Me revolví el cabello para después dejarme caer en la silla. ¿Por qué buscaba de manera desesperada a Cale? Esto no era normal, él me había hecho tantas cosas malas, ¿por qué quería volver con él? Entendía que mi inconsciente lo quería tener pero, ¿acaso no era solo cuestión de la marca? Ya no sabía si lo que sentía era porque lo había marcado, o quizá... ¿estaba sintiendo algo por él?

Pero tampoco entendía por qué Cale se había vuelto más cauteloso; parecía más dócil y no sabía si esa era un nueva forma de intentar llamar mi atención.

Volví a mirar el desayuno. 

Y decidí comerlo.  



Cuando llegué a mi primera clase, que era la que compartía con Cale, comencé a buscarlo con la mirada, y ya estaba reunido con todos sus amigos. Camine hacia él, pero entonces me detuve abruptamente. ¿Estaría bien que me acercara a él? 

No, quizá no debía, no éramos realmente cercanos. No éramos nada.

―¿Ryle? 

Cuando escuché mi nombre salir de los labios de Cale, eleve mi mirada de inmediato, encontrándome con su sonrisa. Me quedé estático.

¿Por qué se veía tan bonito? Si recordaba la primera vez que lo había visto, sin duda había pensando que era atractivo, pero su maldito locura me hizo verlo de una manera despreciable. Quizá jamás debí de haberlo marcado. Cale se acercó hasta mí, alejándose de sus amigos.

No quiero sentir esto, no es algo que debería de sentir, porque simplemente no puedo permitírmelo, tengo cosas que debo de hacer. Trato de encontrar razones para mantenerme alejado de él, pero, ¿por qué parece ser tan difícil? 

Él sabía lo que estaba sintiendo, podía verlo en sus ojos.

―¿Sucede algo? ―preguntó una vez llegó hasta mí.

―¿Por qué te fuiste? ―pregunté aguantando las ganas de olisquear su cuello.

Su sonrisa se borró.

―Pensé que no querrías verme, y preferí irme antes de escuchar cómo te arrepentías ―habló evitando mi mirada.

―... ¿Estas bien? ―pregunté mientras notaba la camisa de cuello de tortuga que llevaba puesta, ningún espacio de su piel estaba a la vista.

Cale rio levemente.

―Estoy excelente ―respondió.

Cuando el profesor entró, lo miré por última vez y entonces me fui sin decir nada más, a sentarme en mi lugar usual. Lejos de todo el mundo.

Mi coloqué la capucha de la sudadera, comenzando a prestar atención a lo que iba a explicar.

Hasta que sentí el aroma de Cale a mi lado.

Lo miré sin entender.

―Es más cómodo este lugar ―respondió como si me hubiera leído la mente.

Asentí levemente, y entonces volví mi mirada al profesor, tratando de prestarle atención.



Cuando la clase se acaba, me levanté de mi asiento, pero no sabía si debía de esperar a Cale. Probablemente no, el tenía amigos con los cuales pasar el tiempo y yo solo era... ¿Qué demonios era?

―¿Nos vamos? ―preguntó mirándome expectante.

―¿No vas a ir con tus amigos? ―pregunté dándome cuenta como los demás nos miraban con curiosidad.

―No, vamos a tomar un café, ¿a qué hora tienes tu otra clase? ―preguntó tomándome la mano, mientras me guiaba fuera del salón.

―Dentro de una hora... 

―Excelente, entonces nos da tiempo ―contestó feliz, girando su cabeza mientras sonreía feliz.

Y en todo el camino al café, me quedé en silencio, dejándome arrastrar mientras admiraba su espalda.

Hasta que volví en mí, cuando nos sentamos en una de las mesas del café. Cale tenía una taza de té frente a él, y yo tenía un café americano.

―Cale, ¿qué sucede contigo? ―pregunté sintiendo miedo.

Cale me miró a los ojos, y entonces, ahora en su mirada no estaba aquél sentimiento de cinismo, tampoco el de burla. Sus ojos se encontraban indecisos, como si estuviera dudando en si contarme o no. Me quedé quieto.

―No es de tu interés ―respondió finalmente apartando la mirada, volviendo a un ambiente frío y distante.

Lo miré resignado. Supongo no había cambiado del todo.

―Entonces no actúes como si te importara.

Cale soltó una risa burlona.

―No soy el único actuando de manera extraña, ¿por qué te estás interesando en mi? ―atacó cruzándose de brazos―. Soy un maldito loco bastardo, ¿no recuerdas todo lo que te hice? ―sonrió de lado.

Apreté mis manos hechas puño.

―Tienes razón, no sé porqué me interese en ti ―hablé con sinceridad, alejando mi mirada de él, porque honestamente no podía verlo―. Supongo que es por culpa de esta maldita marca, porque si por mi fuera, jamás me hubiera fijado en alguien tan enfermo y retorcido como tu. Te juro que si pudiera volver el tiempo atrás, jamás te hubiera marcado, maldita sea ―solté sin pensar, solo teniendo en mi el sentimiento de mi sangre hervir.

Pasaron unos cuantos segundos de silencio, en los cuales esperaba los insultos de Cale, ninguno de los dos dijo algo, así que cuando volví a mirar al frente, me encontré con una imagen que me hizo sentir un desgarre en mi pecho. Por la delicada cara de Cale, bajaban lágrimas de sus ojos, siguiendo todo el camino por sus mejillas, donde algunas gotas pararon en sus labios.

Cale no parecía haberse dado cuenta, hasta que se tocó el rostro, y bajó la mirada. 

―Lo siento, no me di cuenta que estaba llorando ―se limpió las lagrimas con las mangas de su camisa―. No me lo tomes a mal, entiendo perfectamente lo que acabas de decir, yo... ―elevó la mirada, pero las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, mientras intentaba sonreír―. Ugh, no puedo parar estas putas lágrimas ―soltó un quejido.

Cale no me dio tiempo de reaccionar, pues sin más, se levantó y salió corriendo del café.

Me quedé atónito, ¿lo había hecho llorar? Me llevé una mano en mi pecho, sintiendo una gran dolor. Además, podía sentir el dolor de Cale. ¿Mis palabras le habían afectado?

Got Ya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora