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Mi vida se trataba de una simple rutina que cumplía todos los días.

Me levantaba a las cuatro de la mañana para comenzar a hacer mi rutina de ejercicio en un lugar alejado de la ciudad, porque solía molestar con mi aroma a las personas que me rodeaban. 

Después, regresaba a mi departamento a las seis de la mañana, me bañaba y alistaba para ir a la universidad y de camino comía mi desayuno. Tomaba mis clases hasta las tres de la tarde, y después me iba a trabajar al café hasta las diez de la noche. Ahí hacía mis tareas.

Descansaba dos días a la semana, pero prefería trabajar la semana completa si podía, solo que estaba obligado a descansar por lo menos un día, (esto porque mi jefa lo ordenó).

Hoy era viernes, y por lo tanto, se convertiría en a primera semana en la cual me tomo los dos días de descanso. Aunque era incómodo, era algo que debía de hacer. Debía de mantener mis calificaciones altas, pero también debía de ganar dinero.

Cuando salí de mi última clase, a las dos de la tarde (porque mi clase se había cancelado), me quedé sentado en una banca, alejado de los demás, mientras sacaba mi computadora y revisaba el trabajo que habíamos hecho, por si debía de corregir más cosas. 

De pronto, un tenue y conocido aroma que asemejaba a la menta, con sandía... y huevos revueltos con café negro. No estaba seguro si el olor a huevos revueltos en realidad le pertenecían a alguien.

Giré mi mirada hacia la persona proveniente de ese aroma.

―¡Hola, Ryle! ―saludó la voz de Cale, el alfa con el cual estaba formando equipo.

Sabía que era él por su olor, solo que el olor de su desayuno me confundió un poco.

―Hola ―saludé volviendo mi mirada a la computadora.

―¿Qué haces tan ocupado en tu computadora? ―preguntó sentándose (sorpresivamente) junto a mí.

Me alejé un poco.

―Estoy revisando si el documento quedó bien, Adri después nos enseñará la presentación terminada ―le informé.

―Mmm, me hace sentir que no estoy haciendo nada ―recargó su rostro en sus manos, mientras podía sentir sus ojos sobre mí.

―Pero... tu información fue excelente, al igual que tu manera de redactar ―hablé con sinceridad.

―... Gracias ―habló. Asentí en respuesta―, ¿Tienes alguna clase ahora? ―preguntó. Negué con la cabeza en respuesta―... ¿Te piensas quedar aquí hasta las cuatro de la tarde? ―volvió a preguntarme.

―No, planeaba irme a la biblioteca y quedarme ahí hasta que sea la hora de juntarnos ―respondí.

―... ¿Qué te parece si mejor nos vamos a comer algo? ―propuso.

Paré de hacer lo que estaba haciendo. ¿Por qué quería pasar tiempo conmigo? ¿Tenía alguna intención conmigo? Probablemente no sería algo bueno.

―No tienes que salir conmigo, puede que este solo, pero es por elección propia.

No mentía, aunque al inicio había sido difícil, te acostumbras a estar solo.

Aprender a vivir con la soledad, con el miedo y la tristeza.

―Y es mi elección pasar tiempo contigo ―puso su mano en mi hombro.

Me congelé.

―Yo...

―Anda... pasemos tiempo juntos, ¿hmm? ¿Qué te parece?

―...

Cuando voltee a verlo, supe que había sido un error. Sus ojos lucían tan persuasivos, con esa mirada tan profundo que parecían inspeccionarte el alma. El cómo pestañeaba de manera elegante con sus largas y tupidas pestañas. 

Oh, Dios.




Cuando menos me di cuenta, ya estaba sentado dentro de la sala de cine, sosteniendo unas palomitas, y con mi refresco colocado en uno de los espacios que habían en los reposabrazos de los sillones. Y Cale se había sentado junto a mí.

Trague duro. Era un lugar encerrado, ¿estaba bien que viniera en este tipo de lugares? 

Debía de controlar mis emociones, no quería que mi aroma se descontrolara de manera repentina. O podía matar a todos aquí. Comencé a regular mi respiración para poder calmarme, en lo que la película comenzaba. Pero los anuncios se me hacían completamente eternos.

―¿Por qué tan nervioso, Ryle? 

Mi encogí en mi lugar. Se había acercado tanto a mi, que pude sentir su cálido y húmedo aliento cerca de mi oreja. Me alejé levemente.

―No... no es nada ―decidí evadir el tener que hablar.

No quería llamar la atención de nadie en el cine.

Aún así, podía sentir su intensa mirada en mí, lo cual solo aumentaba mi nerviosismo. Pero para mi alivio, la película al fin pareció iniciar. Suspiré con alivio; de verdad esperaba que dejara de observarme, porque era tan incómodo.

Como si tratase de ver a través de mi alma.

Got Ya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora