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Ryle Allen, 5 años después.


En cuanto escuché el sonido de la alarma proveniente de mi celular, me senté en la cama, sacando mis piernas de las cobijas. Eran justo las cinco de la mañana. Sin pensar un poco más, me puse mi ropa deportiva y fui al gimnasio que se encontraba cerca del departamento.

Después de dos horas, regrese al departamento, me bañé y preparé algo de desayunar. Como era costumbre, preparé dos porciones, las cuales coloque en el comedor, junto a una taza de té y pronto comencé a desayunar, observando mi celular, por alguna noticia acerca de la familia Chade.

Hace tres años que habían salido artículos que habían sacudido a la corporación Chade, pero estos habían sidos manejados de manera silenciosa. Pero no hubo ninguna noticia acerca de Cale Chade, seguía desaparecido, y hacía rato que los medios habían dejado de hablar de la corporación Chade.

Mire por el rabillo del ojo el plato, y una sonrisa escapó de mi rostro. Baje mi celular, para mirar el plato y la taza que estaban a mi lado. Cinco años habían pasado, y aun seguía preparando su porción. 

Solté un suspiro y termine de desayunar, para después lavar lo que había usado para comer. Iba a recoger el otro plato, pero finalmente decidí dejarlo ahí.

Salí, no sin antes tomar mi mochila, las llaves del departamento y de mi auto.



Al llegar al café que tenía con mis padres, tomé un largo suspiro al sentir el agradable aroma del café inundar el lugar al igual que podía percibir el olor del pan recién horneado.

―Hola, Mark ―saludé a unos de los colaboradores que habíamos contratado para que nos ayudaran con el café.

El era un beta quien se encargaba de recibir los granos de café junto a mi papá, además de atender clientes.

―Hola jefe, la Señora esta en la cocina horneando los postres de hoy, y Katie esta con ella ―avisó―. Y el señor Allen esta preparando los granos de café.

Asentí.

―Gracias Mark ―le sonreí y camine hacia la caja registradora, para prepararnos para abrir.

―¡Jefe! ―solté una leve maldición por el susto que me causó. Aquella voz animada y cantarina, era de Chad, un joven omega de 21 años que había entrado a trabajar hace tres meses―. ¿Cómo esta el día de hoy? ―preguntó colocándose frente de la caja registradora.

―Bien ―respondí, volviendo a mi trabajo.

Seguramente comenzaría con su interrogatorio matutino. A veces tenía la ilusión de que le gustaba... pero ahora solo creía que es un chico muy hiperactivo y curioso.

―¿De verdad? ¿Hoy volvió a ir al gimnasio? ―preguntó.

―Sí ―respondí sin prestarle mucha atención, volviendo a mi trabajo.

Hubo unos momentos de silencio, en los que pensé que Chad se había rendido, pero finalmente volvió a hablar.

―¿No tiene curiosidad acerca de mi? ―puso su cara muy cerca de mi rostro.

Alcé una ceja, alejándome de su cercanía―. No, ya tengo la información que nos diste cuando empezaste a trabajar ―respondí dándome la vuelta.

El soltó un suspiro―. Usted es tan frío conmigo... Si sigue así, me seguiré enamorando de usted, ¿Sabe? Y yo nunca me enamoro primero, los demás son los que caen ―se enderezó y entonces me dio una mirada coqueta―. Entonces... ¿qué dice? ¿Aceptará por fin tener una cita conmigo?

Got Ya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora