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Ryle Allen


Había pasado cerca de un mes desde la última vez que interactúe con Cale, y después de esa charla, jamás volvió a acercarse a mí.

Al regresar a la universidad, me sorprendió lo fácil que me resultó re-integrarme a todo. Resulta que Cale ha estado entregando mi parte del trabajo, en el proyecto que teníamos que hacer en equipos. Había persuadido a todos los profesores para que me ayudaran, al decirles la excusa que mi madre había sido hospitalizada. 

Aun así, se sentía como si nunca hubiera conocido a Cale; cuando compartíamos clase, el solo estaba con su grupo, evitándome por completo, pero cuando teníamos que juntarnos en equipo, actuaba como si fuera alguien más del montón de sus amigos. No volvía a su departamento hasta pasadas las horas de la noche, en las cuales yo ya me encontraba dormido. Y aquello por alguna razón me molestaba.

Esta vez estaba lavándome los dientes para ir a dormir. Me enjuague la boca y entonces me mire a los ojos, estos habían cambiado de color, por lo cual significaba que era el tiempo en el cual entraría en celo. Probablemente esa era la razón por la cual me sentía tan molesto.

Apreté los labios, y dejé mi cepillo de dientes en el pequeño vaso que estaba colocado en el baño, dentro de la habitación en la cual me la había pasado encerrado, pensando que Cale intentaría molestarme. Pero eso nunca llegó a pasar.

Salí del baño, para buscar la mochila en la cual había empacado todo lo necesario y encontré mis pastillas para suprimir el celo, o por lo menos pasarlo de una manera menos dolorosa.

Hasta que escuché la puerta ser abierta. Elevé la mirada y entonces tomé con fuerza el frasco de pastillas en mi mano y salí de la habitación.

Bajé las escaleras para encontrarme a Cale, quien tenía el cabello y ropa hecha un desastre, pero lo que me hizo fruncir el ceño con desagrado, fue el olor a alfa que llevaba encima.

―¿Qué haces despierto? ―preguntó mirándome con sorpresa―. A esta hora, siempre estas dormido.

Lo observé en silencio, y apreté con fuerza el frasco con pastillas.

―¿Por esta razón no venías al departamento? ¿Por que estabas cogiendo con otros alfas? ―interrogué sin poder controlar mi enojo.

Cale me miró expectante, para después soltar una risa burlona, lo cual solo hizo que mi enojo aumentara.

―¿Quién demonios te entiende, Ryle? ―se cruzó de brazos―. ¿No me odiabas?  ¿Acaso no es mejor vivir de esta forma? ―su sonrisa se borró y entonces revolvió su cabello pareciendo frustrado―. No quieres saber de mí, y lo acepto, vivamos vidas diferentes en lo que esta maldita marca se va, ¿está bien? 

Paso por mi lado chocando mi hombro, y entonces solté las pastillas al suelo. Mi lado racional no parecía cooperar conmigo.

Lo tomé de los hombros y lo tiré al suelo, donde Cale quedó tirado boca abajo. 

―Justo ahora no puedo pensar, ese maldito olor en ti es tan molesto ―susurré sobre su oído, mientras liberaba mi aroma.

―Ryle, ¿estás en tu celo? ―preguntó con dificultad―. Puedo llamar a alguien... déjame ir.

―¿Así como me dejaste ir cuando tu pasaste por el tuyo? ―reí levemente―. Ahora tu serás mi maldita muñeca sexual ―decreté y entonces intenté quitarle la camisa, pero me detuvo.

―Solo necesitas mi culo, no tienes por qué quitarme la camisa ―respondió―. Déjame ver tu rostro, Ryle ―pidió, y entonces le di la vuelta, y pude ver su iris poniéndose en un rojo escarlata. Mi aroma comenzaba a inducirlo―. Te ves tan hermoso ―susurró con una sonrisa mientras tomaba mi rostro entre sus manos y sonreía abiertamente.

Got Ya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora