𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝐼 | La pared.

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C A P I T U L O O N C E

La pared.

Apenas las puertas del ascensor se abren, él camina hacia su sala de estar, y me baja.

— Quieta. — Obedezco sin dudar.

Su actitud dominante solo hace que me sonroje, y mis pensamientos se desvían hacia lo indecente.

— ¿Por qué estás tan roja? — Pregunta, y yo miro hacia otro lado, avergonzada.

— Mírame cuando te hablo. — Su mano se mueve hacia mi mandíbula, obligándome a encontrar su mirada.

Asiento, y me quedo en silencio, sintiendo cómo la tensión entre nosotros crece. Su actitud de dominante no hace más que mojarme las bragas, logrando sonrojarme por mis pensamientos indecentes.

Hades se acerca, y yo doy pasos hacia atrás hasta chocar mi espalda con la pared, sus manos se envuelven en mi cintura, para luego unir nuestras bocas en un desesperado beso que respondí hambrienta de él.

Su actitud dominante, y sus celos no hacen más que mojarme, y sé que debería molestarme, pero no podía evitar encenderme cada vez que expresa su dominio en mí.

Bruscamente rompió el beso, y bajo sus labios a mi cuello, comenzando a succionar y lamer por todas partes, dejando marcas a su paso, mientras sus manos toman con firmeza mis caderas, evitando que pudiera escaparme de sus marcas en la piel de mi cuello.

No paro de gemir mientras sus labios, lengua y dientes no dejan piel sin marcar. — No necesito repetirte que eres mía, Mackenzie, porque lo eres. — Su voz salió enojada contra mi piel, y sus manos bajaron por mi cuerpo hasta llegar al botón de mi pantalón, el cual abrió, y deslizo por mis piernas, para luego sacármelo.

Sus manos suben por mis piernas hasta que toma mis nalgas con fuerza, obligándome a pegar más a su cuerpo mientras seguía marcando mi cuello.

Su prominente bulto debajo de los pantalones se pegó a mi vientre bajo, sacándome un potente gemido, y obligándome a llevar mis manos a sus hombros para buscar estabilidad que mis piernas habían perdido al sentir la dureza de su enorme miembro contra mí.

— Eres mía. — Gruñe con una mezcla de enojo, y deseo, para luego incrustar con más fuerza sus enormes manos contra mi culo, y tirar de mí, elevándome en mi lugar, haciendo envolver mis piernas a su cadera.

Una vez me tuvo como él quería, presiono con fuerza mi espalda a la pared, y pegó su potente erección contra mi mojado coño tan solo tapado por una fina braga, sacándome un pequeño grito de puro deseo cuando comenzó una simulación de embestidas contra mi húmeda entrada, logrando friccionar mi clítoris contra el botón de sus pantalones, y toda la longitud de su polla contra la costura de mi coño.

— ¿Y tú eres mío? — Solté jadeante, mojándome cada vez más a medida que sus besos contra la piel de mi cuello se hacían más posesivos, y rudos.

Al escuchar mi pregunta, sus labios volvieron a subir a los míos, y devoraron mi boca con ímpetu, queriendo demostrarme quien era el que mandaba. Pero luego de unos segundos, nos separó con brusquedad, y me dedico una mirada escalofriante que no hizo más que estremecerme de pies a cabeza.

— Te voy a demostrar que tan tuyo soy. — Gruñó sus palabras, embistiendo con dureza sobre mi suave carne, sacándome un grito al sentirle frotar mi clítoris sin piedad a la vez que sus manos aplastaban mis nalgas con fuerza, queriendo dejar la marca de sus dedos en ellas. Así de posesivo es Hades y eso me pone mucho.

— Hades, vas a — La oración se interrumpe por un jadeo, y trato de continuar. — dejar marcas. — Logré soltar aquellas palabras entre gemidos, los cuales no llegaron a más porque fueron callados por su boca, la cual comenzó a devorarme en un exigente beso a la vez que sentí comenzar a moverse más salvajemente contra mí.

Atracción desafiante. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora