C A P I T U L O V E I N T I D O S
Salvavidas.
«Actualidad»
— Mae. — Una voz me despierta de la ensoñación de las notas, y de las cartas.
Alzo la mirada, y veo a Valeria parada en el otro extremo de la habitación, y rudamente me limpio las lágrimas.
— Dime. — Suelto de manera brusca.
Inmediatamente empiezo a ordenar todas las notas, y las cartas para poder irme de aquí lo más rápido posible, no puedo con la culpabilidad, peor podre con su traición, y falsedad.
— No siempre podremos estar así, de verdad disculpa, pero que esto no vay... — La corto.
— No sé de qué puñetera mierda me estás hablando, porque si tanto decías ser mi puta mejor amiga, mi hermana, entonces, ¿dónde queda toda esa confianza?, ¿dónde? — Resoplo, y respiro profundamente evitando llorar. — Joder, metete tus palabrerías de niña buena, sobre que tenías miedo, donde no le llegue el sol, porque yo no te creo nada. — Una lagrima traicionera baja por mi mejilla, y la limpio, en cambio Valeria se queda inmóvil llorando. — Rompiste lo que juramos nunca romper, y esa es la mierda que duele, porque poco me hubiera importado con que loco salieras, si te hacia feliz, pero preferiste ocultarlo, y mentirme. — Me levanto del suelo, dejando todo ahí, dirigiéndome a la habitación de Hades, porque no soportaría escucharla llorar en brazos de ese psicópata.
Paso de ella, e increíblemente no me dice nada.
Abro la puerta de la habitación de Hades, y al cerrarla me recargo en la puerta, soltando todo el aire que tenía contenido, y las lágrimas empiezan a salir sin control alguno.
— ¿Val? — La voz de Hades me estremece, pero no me atrevo a voltear a verlo, simplemente no quiero que me vea así.
— ¿Principessa? — Siento que se mueve por la habitación, pero de todas formas yo me mantengo rígida en la puerta.
Luego de unos segundos, siento su fría mano en mi espalda baja, y luego su respiración cerca de mi cuello.
— Mi amor, ¿por qué lloras? — Mi cuerpo se relaja al escucharlo hablarme con tanta suavidad, muy diferente a como habla con todos.
Él se aleja, y con sus manos sostiene mis brazos, y de a poco me voltea, pero sigo con la cabeza baja, así que cuando estoy en frente de él, se le dificulta verme, y más porque él es demasiado alto.
— No me prives de ver tus bonitos ojos, Val. — Limpio los restos de lágrimas de mis ojos, y levanto la cabeza.
Hades está despeinado, no lleva camisa, y puedo ver como sus ojos me dan una rápida evaluación buscando algún indicio de porque estaba llorando.
Él acuna mi rostro en sus manos, y me mira, es como si me estuviera admirando, nunca había visto sus ojos así, con ese brillo, con las pupilas dilatadas, y su mirada fija solo en mí.
— No necesitas decirme que tienes, solo ven, duerme un rato, yo te dejare sola. — Hades me suelta, y cuando quiere pasar por detrás de mí para salir, evito que lo haga, y lo abrazo.
Su cuerpo se tensa, pero inmediatamente se relaja, y me devuelve el abrazo.
Empieza a darme muchos besos en el cabello, y sonrió en su pecho.
— Si me dejas sola, voy a tener miedo. — Hablo bajo, esperando que me escuche.
— Disculpa por dejarte sola hace un rato, Samuel, y yo creímos que necesitabas privacidad, así que, luego de hablar él se fue, y yo regrese a la habitación. — Mi corazón se encoje al escucharlo, me dio la privacidad que necesitaba, pero ahora no la necesito más, no después de esto.
— Ricciardo, no me dejes sola, no de nuevo. —
— Joder, que bien suena mi nombre en tu boca. — Ruedo los ojos, pero no dejo de abrazarlo, me hace sentir tan bien, tan segura. — No te dejaré sola más nunca, jamás dejaré que estés sola de nuevo, así me odies. — Sonrío.
Me alejo un poco para darle la libertad de caminar hacia la cama, pero él se queda quieto viéndome.
— ¿Qué? —
— Eres muy hermosa. — Dios, no.
Me tapo la cara con mis manos para ocultar lo sonrojada que estoy, y mi sonrisa.
Él ríe.
— Ya ven, a dormir, señorita. — Asiento, y él empieza a caminar, mientras yo me quedo quieta viendo como él se mueve por la habitación acomodando la cama.
— ¿Por qué me dejas estar aquí? — Hades se sienta en el borde de la cama, y me mira.
— Porque sé que no es un buen momento, estás confundida, enojada, herida, y aterrorizada con toda esta situación que te hemos estado ocultando tratando de protegerte. — Asiento. — Considero que lo que menos comprendes de esta situación es, ¿en qué momento tu mejor amiga se involucró con él?, y lo horrible que es que sus habitaciones estén juntas, y las paredes fueran de papel. — Suelto una pequeña risa burlona.
Es cierto, todo lo que dice es cierto, pero nunca tendré su madurez psicológica para decirlo en voz alta, me sale mucho mejor alejar a mi supuesta mejor amiga, y refugiarme en la persona que quizás me dejaría por cualquier mujer, pero justo ahora solo quiere protegerme.
— ¿Me dejarás hundirme? —
Hades se levanta de la cama, y camina hacia mí, sin apartar sus ojos de los míos.
— Seré tu salvavidas, no dejaré que te hundas, seré lo que te va a mantener a flote en la superficie, lo prometo. —
— ¿Pinky promise? — Levanto mi meñique, esperando que él también lo haga, y quedé el pacto.
— No creo que de verdad lo vaya a decir, pero. — Alza su mano, y entonces hace el puño, luego de unos segundos, levanta el meñique, como si peleara con él mismo internamente por este gesto. — Pinky promise. — Ambos envolvemos los meñiques como es, mientras nos miramos a los ojos.
Dios, espero que sea cierto, porque no sé nadar, pero él parece que ya estuvo en los juegos olímpicos, y salió victorioso.
[...]
Me muevo por la cama estirándome, es muy suave, tan calientita, tan grande, no quiero salir de aquí.
— Joder. — Abro mis ojos rápido.
Esta no es mi cama, me siento de forma brusca, pero así de rápido como desperté, los recuerdos me golpearon con fuerza.
"Seré tu salvavidas"
Me dejo caer en la cama, y sonrió mirando el techo.
Parece como si a mi alrededor hubiera millones de corazones, y de emoticones con corazones, y besos.
— Buenos noches, creí que jamás te despertarías, bella durmiente. — Su voz burlona revienta todos los corazones.
— Idiota. — Suelta una carcajada, mientras yo me acomodo en la cama, para poder observarlo con mayor facilidad.
— Ya es hora de que comas algo, ¿vienes? — Hago una mueca.
— Ellos, ¿van a estar ahí? —
— Si. —
— Entonces no tengo nada que hacer ahí. —
— Ven, comamos, no necesitas hablarles, principessa, solo seremos tú y yo, ellos no importan, ¿vale? — Sé que es hipócrita de mi parte hacer eso, pero a diferencia de Hades, ella era mi jodida mejor amiga, poco importa el secuestro, el real dolor es que no confió en mi para decirme las cosas, para decirme sobre Darío, y eso me jode.
Acepto a regañadientes.
— Bien, porque muero de hambre, desperté hace unos minutos nada más, estaba esperando a por ti. — Sonrió.
— Entonces no debes de esperar más, vamos. —
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Atracción desafiante. (+18)
RomanceHades Lombardi, un hombre de 1.92 de altura, es frío, calculador, y controlador. A sus 21 años, es un empresario codiciado no solo por su atractivo, sino también por su vasto imperio multibillonario. Sin embargo, muchos murmuran que su vida empresar...